Bajo la sombra de su padre, Horacio José Serpa busca remontar la carrera a la Alcaldía de Bucaramanga
Con un discurso calmado y como principal rival de un pastor cristiano que tiene a Nayib Bukele como modelo, el exsenador busca revivir al liberalismo en la capital de Santander
Horacio José Serpa (41 años, Barrancabermeja) transmite serenidad. En medio de un panorama más tenso de lo usual para una campaña electoral, marcado por la velocidad de las redes sociales y las críticas entre candidatos y sectores políticos, el aspirante liberal a la Alcaldía de Bucaramanga sonríe, se toma tiempo para responder a cada pregunta, se explaya. Su campaña apela a la calma, a su trayectoria política —aunque joven, ya fue senador— y a su conocimiento del Estado. Toma distancia de la grandilocuencia y provocación que hizo destacar a otros paisanos suyos como el exalcalde Rodolfo Hernández, el senador Jotapé Hernández, el exprocurador Alejandro Ordóñez y su rival Jaime Beltrán, quien encabeza las encuestas para el cargo que busca Serpa.
Sus críticos lo llaman despectivamente rolo, que es la denominación para las personas nacidas en Bogotá. Al exsenador liberal le recriminan que ha pasado casi toda su vida en la capital del país y no en Bucaramanga, ciudad de la que quiere ser alcalde. Su panorama, tal y como está, es agridulce. Las encuestas lo ubican en los primeros lugares de intención de voto, pero siempre por detrás de Jaime Andrés Beltrán, el pastor cristiano que se compara con el presidente salvadoreño Nayib Bukele y que tiene como su principal bandera el reforzamiento de la seguridad. En otros tiempos, cuando las elecciones para esa Alcaldía eran un trámite para los liberales, el triunfo de Serpa hubiera estado asegurado con semanas de anticipación. Pero la historia no pasa en vano y el heredero de quien fuera el gran líder liberal de Santander y del país, Horacio Serpa Uribe, empuja su campaña cuesta arriba.
En términos de reconocimiento, la tarea es más sencilla para Serpa que para otros candidatos. Mientras los demás deben presentarse con su nombre completo, repetir por cuál partido están lanzándose e incluso vestir igual a cómo aparecen en la fotografía que se imprimirá en el tarjetón, a él le basta con el primer paso. “Me dijeron que recolectara firmas, pero no voy a insultar la inteligencia de la gente. Aquí en Bucaramanga todos saben que soy Horacio Serpa, hijo de Horacio Serpa, y que soy del Partido Liberal”, señala en conversación telefónica con EL PAÍS.
Su nombre es el mismo que el de su padre, uno de los dirigentes políticos bumangueses con mayor visibilidad a escala nacional en las últimas tres décadas. A Serpa padre, quien falleció en octubre de 2020, solo le faltó ser presidente de la República —cargo al que se postuló en 1998, 2002 y 2006— porque llegó a desempeñarse como congresista, copresidente de la asamblea que redactó la Constitución, ministro del Interior, embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y gobernador del departamento de Santander. Fue por una serie de amenazas y luego estos nombramientos que la familia se mudó y posteriormente se instaló en Bogotá, en donde Horacio José se graduó de bachillerato, estudió Administración de empresas y desarrolló su carrera política. Desde esa época vienen los comentarios que lo acusan de ser un foráneo. Y salen a colación ante la menor excusa.
El pasado 15 de septiembre se jugó la undécima jornada de la liga de fútbol profesional colombiano, con la particularidad de que se enfrentaban el Atlético Bucaramanga, el equipo de la ciudad, y Millonarios, tradicional onceno bogotano. Serpa es hincha de este último y, ante la derrota del Búcaros, circularon videos y fotografías suyas en redes sociales. A quienes las difundieron poco les importó que en algunas apareciera posando junto con uno de sus hijos, menor de edad.
“Con eso me critican, pero los más hinchas del equipo no le han servido a Bucaramanga. Mire cómo está. Juan Carlos Cárdenas [el actual alcalde] va cada partido al estadio, pero ¿para qué ha servido?”. Añade que en su etapa como senador, entre 2018 y 2022, utilizó la mayoría de los viáticos de transporte que le reconocían por su cargo para visitar la ciudad. “No me he desprendido de Santander y Bucaramanga. Mi papá nace y muere en Bucaramanga. Venía mucho cuando él era gobernador [2008-2011] y, mientras estuve en el Congreso, también vine a la ciudad cada ocho días, para estar atento de lo que sucedía”.
Otro de los flancos por donde le llueven acusaciones es su partido, el Liberal, el mismo al que perteneció su padre durante toda su carrera. La colectividad no goza de la mayor credibilidad en la ciudad después de gobernarla por 30 años. La elección de Rodolfo Hernández como alcalde, en 2015, marcó la caída en desprestigio del otrora amo y señor del municipio. Los escándalos que salpicaron a Fernando Vargas y Luis Francisco Bohórquez, los dos últimos mandatarios liberales, abrieron el camino a la narrativa anticorrupción y antipartidos de Hernández. Desde entonces no han vuelto a poner alcalde y hace cuatro años perdieron mayorías en el Concejo.
Serpa le resta importancia. “Mi campaña es liberal y el que responde por los hechos de la campaña soy yo. Bajo esa lógica, no voy a endilgarle los problemas de sus respectivos partidos a los otros candidatos. Las responsabilidades son individuales”. Y niega lo que ha dicho Luis Aguilar, hijo del condenado parapolítico Hugo Aguilar y hermano del gobernador Mauricio Aguilar, quien afirmó que Serpa buscó el apoyo de su familia. “Yo a ese señor ni lo conozco”.
Los sondeos lo tienen en las principales posiciones, pero lejos de Beltrán. La firma Guarumo lo sitúa segundo con 13,2% e Invamer, tercero con 12,1%. Beltrán, en las dos mediciones, supera el 31%. Ante la contundencia de los números y la necesidad de enviar un mensaje, los liberales y Cambio Radical, un partido de origen liberal y posturas más de centroderecha que lo coavaló, se declararon en oposición al alcalde Juan Carlos Cárdenas tras apoyarlo durante casi todo su cuatrienio. La gestión del mandatario local, que cuenta con una desaprobación del 71%, es uno de los constantes temas de crítica de Serpa.
“Tenemos un alcalde ausente, que se la pasa por fuera de la ciudad. Ha sido terrible, no ha hecho las cosas bien, y dejó la ciudad al garete, en manos de una jefa de gobernanza, Saharay Rojas, que es bastante difícil. Les quedan todavía varios meses en la Alcaldía y el riesgo de que sigan haciendo daños es latente. Por eso les pedí que se declararan opositores”, explica.
Recientemente tuvo un impulso porque se le unió Emiro Arias, quien desistió de su candidatura y le crea puentes con la izquierda, a la que Serpa no perteneció, pero sí fue cercano su padre. Arias militó en la guerrilla del M-19, como el presidente Gustavo Petro, y ha ondeado las banderas del progresismo en otras elecciones. “No soy de izquierda, pero aquí está bienvenido el que sea. Tanta grosería y tanto codo para nada. Dejemos de pelear y trabajemos por la ciudad”, asegura. Tiene poco tiempo para despegar, acercarse a Beltrán y mantener distancia de Carlos Parra, de la Alianza Verde, y Consuelo Ordóñez, la independiente que va con la bendición de Rodolfo Hernández, quienes le respiran de cerca en las mediciones. De lograrlo, Horacio José Serpa podría revertir la balanza en Bucaramanga, que, luego del fenómeno que fue Hernández, se ha decantado por outsiders y no por políticos de profesión.
Y eso es precisamente de lo que puede sacar pecho, de saber cómo funciona la burocracia y la puja por los recursos que desde Bogotá se desembolsan a las demás regiones de Colombia. Serpa trabajó en la banca y como consultor, para después ser concejal de la capital entre 2012 y 2017. Dio el salto al Congreso en 2018, cuando reemplazó a su padre en el Senado y optó por no buscar la reelección. Lo anunció públicamente en diciembre de 2021 y, luego de apoyar la candidatura de Sergio Fajardo a la presidencia, se dedicó a labrar su aspiración a la Alcaldía de Bucaramanga. Lleva un poco más de un año en ese proceso. El desenlace de las elecciones regionales dictarán si fue exitoso su plan.
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