Daniel García Arizabaleta, antes escudero y ahora verdugo de Óscar Iván Zuluaga
Uno de los asesores más cercanos del exministro en su campaña presidencial de 2014 es hoy el principal testigo en su contra en el caso judicial por recibir apoyo de Odebrecht. La historia de una amistad que terminó en traición
Cuatro días antes de las elecciones legislativas, el 9 de marzo de 2022, Daniel García Arizabaleta anunció que desistiría de su candidatura al Senado de la República. Su mensaje contenía algo de abnegación y otro tanto de reproche a sus copartidarios del partido uribista Centro Democrático. “Esperé que la presunción de inocencia fuera respetada en una colectividad cuyos miembros han sido perseguidos y vulnerados en su derecho al debido proceso”, se leía en la publicación que difundió en su cuenta de Twitter. La Fiscalía acababa de confirmar que lo imputaría por los delitos de enriquecimiento ilícito y falsedad en documento privado —en medio de su investigación por el escándalo de Odebrecht— y eso llevó a que el entonces partido de Gobierno le exigiera dar un paso al costado. La decisión molestó a García Arizabaleta, quien decidió no quedarse callado y cooperar con la justicia. Hoy es el testigo estrella del proceso que se adelanta en contra de Óscar Iván Zuluaga, excandidato presidencial y uno de sus amigos más cercanos, por la financiación irregular de su campaña.
La aparición de García Arizabaleta en la vida pública llegó de la mano de Álvaro Uribe, cuando este último competía por la Presidencia en 2002. Con sólo 27 años de edad, gracias a su colaboración en la campaña, García Arizabaleta se ganó la confianza del carismático candidato presidencial, que triunfó de forma apabullante en la primera vuelta de esas elecciones. El premio que recibió fue gordo. Pese a únicamente tener formación académica en la facultad de Arquitectura de la Universidad San Buenaventura de Cali, se convirtió en asesor del nuevo presidente; después pasó a dirigir Coldeportes en 2003; tres años más tarde saltó al Ministerio de Transporte, en donde se desempeñó como viceministro; y en 2007 fue nombrado director del Instituto Nacional de Vías (Invías).
La buena suerte empezó a acabarse hacia 2009, cuando fue destituido por la Procuraduría General de la Nación. Una decisión de Edgardo Maya, que era el procurador general de esa época, lo separó de sus funciones e inhabilitó por 12 años para ocupar cargos públicos. Una investigación disciplinaria concluyó que el joven arquitecto, antes de posesionarse como director de Invías, presentó documentos falsos para acreditar la experiencia profesional exigida por ley y posteriormente modificó requisitos del manual de la entidad para blindar su nombramiento. Las anormalidades en la documentación saltaban a la vista fácilmente. García Arizabaleta aseguró que trabajó durante cinco años en una constructora que pertenecía a su familia pero, al contrastar esta información, la Procuraduría encontró que la compañía había cesado sus actividades mucho tiempo antes.
En los años siguientes, alejado del protagonismo mediático, comenzó su vínculo con Odebrecht. La empresa brasileña se expandía a pasos agigantados en Colombia y decidió contratarlo, entre 2009 y 2013, para que fuera el cabildante de sus intereses ante el Gobierno de Álvaro Uribe y de su sucesor, Juan Manuel Santos. El conocimiento que adquirió en materia de contratación de infraestructura vial y funcionamiento de la estructura burocrática, gracias a su paso por el Ministerio de Transporte y el Invías, hacía que su perfil fuera idóneo para ese puesto. La Fiscalía, en la actualidad, sostiene que García Arizabaleta obtuvo un incremento patrimonial injustificado de 360 millones de pesos (cerca de 90 mil dólares) en este periodo de tiempo, que coincidió con el pago de coimas por parte de Odebrecht a funcionarios públicos a cambio de que le fueran adjudicadas millonarios obras.
El entramado de corrupción se volvería un escándalo posteriormente, pero dio un compás de espera suficiente para que en Colombia se celebraran nuevas elecciones presidenciales y García Arizabaleta encontrara una excusa para regresar a la política, el terreno en el que se sentía más cómodo. La sanción impuesta por la Procuraduría poco importó y el Centro Democrático, partido que se preparaba para debutar electoralmente tras el distanciamiento entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, lo nombró en su directiva. Tener el apoyo de Uribe en esa colectividad le abrió puertas y afectos, incluyendo los de Óscar Iván Zuluaga, exministro de Hacienda y candidato presidencial del partido para impedir la reelección de Santos. El estreno en los comicios fue prometedor de entrada, consiguiendo 39 curules en el Legislativo y dejando a Zuluaga muy cerca de la jefatura de Estado, luego de ganar la primera vuelta y perder la segunda.
La amargura de la derrota pronto se transformó en una oportunidad para que el Centro Democrático tomara la vocería de la oposición y se consolidara como la principal fuerza de la derecha colombiana. El partido ascendió pero García Arizabaleta y Zuluaga cayeron en desgracia, contrario a lo que se esperaba de ellos. Mientras el uribismo revalidó su poderío en las urnas con el triunfo del ‘no’ en el plebiscito por la paz de 2016, y la elección de Iván Duque como presidente en 2018, el exdirector del Invías y el excandidato perdieron credibilidad a medida que se descubrían nuevos acontecimientos que los involucraban con Odebrecht.
“De Daniel había rumores muy fuertes, desde hace muchísimos años, sobre su cercanía con los brasileños. No se trataba de algo nuevo y no se limitaba a la campaña de Óscar Iván. Era de amplio conocimiento que Daniel le hizo lobby a Odebrecht aquí en Colombia”, aseguró un colaborador de la campaña presidencial de 2014, quien solicitó la reserva de su identidad.
El lío gira alrededor del publicista José Eduardo Cavalcanti de Mendonça y los servicios que prestó en aquella campaña presidencial. Duda, como era conocido antes de su muerte en 2021, confesó al Ministerio Público de Brasil que recibió 1,6 millones de dólares de Odebrecht a modo de pago por las labores realizadas. La cifra fue transferida por la constructora a cuentas bancarias en el extranjero y no se registró en la contabilidad que el Centro Democrático presentó después al Consejo Nacional Electoral (CNE). El publicista agregó que conoció a Zuluaga y a su hijo David, quien era el gerente de la campaña, en una reunión que tuvo lugar en febrero de 2014 en São Paulo. Dicho encuentro lo gestionó David García Arizabaleta.
Zuluaga negó las acusaciones, insistió en que no aceptó dinero de Odebrecht y que su campaña fue la que desembolsó los honorarios de Duda. Su defensa logró salir avante de la investigación que adelantó el CNE en su contra. Estaba seguro de que no debía temer nada porque a fin de cuentas sólo David, su hijo, y García Arizabaleta, su amigo, sabían la verdad. “Para entonces ya nadie confiaba en él (García Arizabaleta), pero Óscar Iván le tenía una fe ciega”, relató una exmilitante del partido que los conoce a ambos.
El pasado 1 de julio, a raíz de una publicación de Semana, el país se enteró de que García Arizabaleta guardó por muchos años grabaciones de sus conversaciones con Zuluaga. En ellas quedaba claro que el entonces candidato siempre fue consciente del aporte irregular de Odebrecht a su campaña y que mintió deliberadamente para evitar consecuencias judiciales. “Creo que, para protección de todos nosotros, aquí no podemos entregar nada y tenemos que tener una actitud de pelea”, se le escucha decir.
Los audios fueron suministrados a la Fiscalía por el propio García Arizabaleta, quien estaba molesto con el Centro Democrático tras su fallido intento por ser candidato al Senado en 2022. “Cuando él se lanza al Congreso, una de las condiciones que le impuso el partido y el presidente Uribe fue que dejara firmada una carta de renuncia con antelación por si llegaba a conocerse algo adicional del escándalo relacionado con los dineros de Odebrecht. Pues efectivamente eso pasó, se supo que lo iban a imputar apenas unos días antes de las elecciones y no le quedó otra opción que apartarse”, aseguró a EL PAÍS una fuente cercana a su entorno.
García Arizabaleta llegó a un acuerdo con la Fiscalía y salvó su pellejo al ofrecer, como moneda de cambio, a Óscar Iván Zuluaga. Ese canje también incluyó a David Zuluaga. Padre e hijo enfrentan hoy un juicio que puede concluir en su apresamiento, mientras su delator ahora está en Estados Unidos. El proceso judicial contra García Arizabaleta continúa pero, por su colaboración, se le otorgó un principio de oportunidad favorable para cuando se presente su caso ante un juez. “Él se dio cuenta de que todos eran unos hijueputas y tomó esa salida. Prefirió irse para iniciar una nueva vida con sus hijos. El partido tenía otros imputados, pero sólo a él no lo dejaron lanzarse”, declaró un amigo suyo.
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