Aurora Vergara, la ministra que ha roto todos los techos
La nueva jefa de la cartera de Educación es una respetada académica que creció en Istmina, en el Chocó, donde su nombre es motivo de orgullo
La designación de Aurora Vergara Figueroa como ministra de Educación ha puesto a circular por WhatsApp un emotivo video, con el sonido de las marimbas del Pacífico de fondo, en el que se le ve de 24 años junto a su mamá recordando su niñez en Istmina, en el Chocó. “¡Nuestra ministra de educación!”, dice el mensaje que acompaña el clip, que desde hace días reenvían en los chats que celebran que por primera vez una mujer afro, chocoana, dirija la cartera de Educación en Colombia.
Aurora Vergara Figueroa tiene 35 años, un doctorado en Sociología y un largo etcétera de logros académicos y personales. Antes de entrar al Gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, de quien es cercana, era profesora de la prestigiosa Universidad Icesi, en Cali. Allí creó el Centro de Estudios Afrodiaspóricos (CEAF), hoy un referente regional en investigación sobre la diáspora africana. Desde el CEAF, impulsó la enseñanza y la intervención pública en aspectos relacionados con la diversidad, la equidad y la inclusión.
Su historia no se puede escribir sin mencionar a su mamá. María Teresa Figueroa es la principal responsable de que Aurora haya tenido claro desde que era una niña cómo quería que fuera su vida. “Descubrí mi vocación profesional en medio de condiciones materiales de vida difíciles y gracias a la sabiduría, la sensibilidad y el amor de mi madre. Fue ella quien inculcó a mi hermano y a mí, el hábito de la lectura”, decía en febrero en un aplaudido discurso en una ceremonia de graduación de la Universidad Icesi.
“Recuerdo que el lugar seguro para leer era una humilde ventana en la que, si me sentaba de lado, podía ver hacia la izquierda el río San Pablo. Leía siempre con la pierna derecha firmemente apoyada en el piso, en clara muestra que estaba pendiente y lista para ayudar en la tarea doméstica que se requiriera”, decía frente a un auditorio lleno de jóvenes. Su familia desafió el que parecía ser el único camino posible en Colombia cuando se es negro y desplazado por la violencia. En Istmina soñó con ir a la universidad, aunque allí no hubiera una, y se esforzó por conseguirlo.
En 2003, con 16 años, se graduó con honores de la Escuela Normal Superior de Las Mercedes y recibió la beca Andrés Bello, que le permitió entrar a la Universidad del Valle a estudiar Sociología. Pero si en Istmina no tenía mucho dinero, en Cali las dificultades económicas eran peores. La nueva ministra, como la vicepresidenta Francia Márquez, alguna vez trabajó en el servicio doméstico para costear su sostenimiento mientras estudiaba en Cali. “En Istmina no había opciones para estudiar. Como es fuerte la presencia religiosa, la alternativa más expedita era ser monja porque quería escribir la historia del Chocó, diferente a esas que lo muestran como un territorio alejado y que no le aporta nada a la nación”, decía en 2014 al diario caleño El País.
Un profesor en la universidad, que sabía de sus ganas de seguir estudiando y reconocía su desempeño, la motivó a participar en una beca para hacer un doctorado en Estados Unidos. Para conseguirla, la ministra sabía que debía saber inglés y se propuso aprenderlo. “Eso significó estar tomando cuatro clases en la universidad durante el día, estar estudiando por la noche inglés y hacer un segundo trabajo”. En 2008 fue seleccionada por la Universidad de Massachusetts Amherst para hacer una maestría y un doctorado en Sociología. Allí también consiguió brillar por sus calificaciones.
Pero no quería estar lejos de su casa mucho tiempo. Cuando sus compañeros tomaban dos materias, ella tomaba cuatro. “La primera semana no dormí y pasé a punta de café, manzanas, banano y maní”, ha contado. Quería volver pronto a Colombia, así le significara estudiar el doble. “Yo no me podía quedar cuatro años. En cuatro años pasan muchísimas cosas y yo quiero hacer parte de la historia que se está generando en el Chocó”, dice en el video que han compartido en redes sobre su destacada trayectoria y su inspiradora historia de vida.
La nueva ministra de Educación sufrió la violencia siendo niña. Cuando tenía cuatro años su papá, Aristóbulo Vergara, un trabajador de la empresa de servicios públicos Emcali, fue desaparecido y asesinado. “Ya lo matamos, ya lo enterraron, no lo busque más”, cuenta que le dijeron a su mamá en una llamada que confirmaba la muerte de su padre. Su familia nunca recibió el cuerpo. El crimen ocurrió en pleno apogeo de los carteles de droga en Cali, donde los mafiosos eran la ley.
Una académica con trasfondo social
A Francia Márquez, a quien acompañó en su aspiración presidencial desde el partido Soy porque somos, la conoció en su trabajo con comunidades negras. En julio de 2022 Gustavo Petro la designó para ser parte de su equipo de empalme de Gobierno, junto con Mauricio Lizcano, Carolina Corcho y Daniel Rojas. En agosto, cuando Petro se posesionó, la nombró viceministra de educación superior. Márquez en la Vicepresidencia y Vergara en Educación, son las dos únicas funcionarias que representan a la comunidad afro en el Gabinete.
Alí Bantú Ashanti, abogado, director del Colectivo justicia racial e integrante de Soy Porque Somos, califica como logro enorme en que una mujer afro proveniente de una región excluida ocupe un ministerio. “No hemos estado en espacios de poder y mucho menos en el ministerio de Educación. Su nombramiento es un respaldo importante a la comunidad negra del Pacífico”, dice Ashanti.
La nueva ministra tiene en sus manos una reforma educativa que, para Ashanti, deberá responder al movimiento estudiantil, que ella bien conoce. “El país necesita democratizar la educación secundaria y superior para que no sea un privilegio, sino un derecho humano, sin importar la condición étnica racial y económica”, dice el abogado, que acompaña casos de jóvenes afro, víctimas de montajes judiciales y persecución policial. “El ministerio de Educación es el vehículo fundamental para generar movilidad social en las familias colombianas más empobrecidas”, señala el abogado.
Quienes han trabajado con la nueva ministra reconocen su formación académica, su experiencia en espacios universitarios y en liderazgos sociales como una garantía para su labor en la cartera de Educación. Melissa Gómez, actual directora del CEAF, dice que la ministra tiene todo para “darle una vuelta a la hoja” de la educación en el país. En la Icesi, donde compartieron espacio, logró lo que parecía imposible: abrir un centro para hablar de la diáspora africana en una universidad mayoritariamente de gente blanca y de élite de Cali. “Aurora tiene todos los insumos necesarios para darle una vuelta a la hoja de la educación en este país”, opina la profesora.
Carlos Duarte, docente del instituto de estudios interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, destaca como única la labor que Vergara ha hecho en el análisis de las brechas raciales en el país. “Por su historia de vida y su experiencia puede darle una perspectiva territorial y regional a la educación”, dice sobre la nueva ministra.
A su regreso de Estados Unidos, Vergara se dedicó a la academia y ha sido asesora étnica y de género del Estado. “En este país estaban pasando cosas muy grandes y yo necesitaba ser parte de esa historia”, ha contado sobre su deseo por permanecer en Colombia. Autora de los libros Descolonizando mundos: aportes de intelectuales negras y negros al pensamiento social colombiano (CLACSO, 2017) y Mujeres Negras y sus estrategias de resistencia en Nueva Granada, Venezuela y Cuba, 1700-1800 (Editorial Universidad Icesi, 2018), entre otros textos sobre la resistencia afrocolombiana y la masacre de Bojayá, la presencia de Vergara en el ministerio de Educación promete una mirada más inclusiva y regional.
“Mi yo de hace 20 años quisiera decirles que lo que han recibido aquí, en esta universidad, es el sueño más preciado que se puede tener en las riberas del río San Pablo: una educación de altísima calidad. Aún hoy un sueño esquivo y difícil para muchos jóvenes de nuestro país. Estamos trabajando, incansablemente, para abrir nuevas oportunidades de acceso a la educación superior de calidad”, dijo en su discurso ante universitarios del Icesi.
“Aspiren a tener la mejor vida posible. Traten de hacer siempre la diferencia, siempre. Desde que decidí migrar del Chocó en búsqueda de educación superior he sido motivada por una pasión mucho más grande que el horizonte de mis sueños. Hoy tengo más libros de los que un día soñé”, decía en su discurso del sábado, dos días antes de que Petro anunciara su nombramiento.
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