José Antonio Ocampo: “La meta es mantener la producción de petróleo, al menos durante unos 15 años de transición”
El Ministro de Hacienda reconoce que 2023 será un año difícil para la economía colombiana, pero se muestra optimista
José Antonio Ocampo (Cali, 69 años) sonríe. Habla de los retos de la economía colombiana, de sus diferencias con sus compañeros de gabinete, del déficit fiscal o de la tasa de cambio, y sonríe. Ser el ministro de Hacienda de Gustavo Petro que estructuró y sacó adelante una reforma tributaria que promete acercar el recaudo a los estándares de América Latina da motivos para sonreír. Pero manejar las finanzas de un país que promete crecer poco el próximo año, que tiene un alto déficit fiscal y uno paralelo en cuenta corriente, una moneda altamente devaluada y un desempleo por encima del 10%, podría borrar la sonrisa de más de uno. No así la de este profesor de la Universidad de Columbia que recibe a EL PAÍS en su despacho, dice que han sido los peores cuatro meses de su vida y que si bien extraña Nueva York, en Bogotá se come muy bien. Y vuelve a sonreir.
P. ¿Cómo se ha sentido como ministro después de estar varios años en la academia?
R. Han sido los cuatro meses más duros de mi vida, de mucho trabajo pesado. Eso por la intensidad del ambiente político, que por un lado ha sido positivo para el Gobierno, como el apoyo en el Congreso que votó por unanimidad el presupuesto de regalías y en el que la reforma tributaria pasó en el Senado con tres votos a favor por cada uno en contra, y en la Cámara pro cuatro a uno. Pero, de otro lado, los consensos han sido difíciles de lograr. Además, como responsable del lazo con los mercados entre comillas, ha habido unas semanas duras, difíciles, aunque la postre hemos tenido éxito en calmar los mercados.
P. Hablando de los mercados ¿cree que con la tributaria es viable recuperar el grado de inversión?
R. Recuperarlo es un tema de dos o tres años, con suerte. En mis reuniones con las calificadoras que quitaron el grado de inversión a Colombia bajo el Gobierno anterior, me dicen que esperan ver los resultados del año entrante. Antes no van a cambiar. Si una de ellas mejora la perspectiva del país de estable a positiva, sería un éxito.
P. ¿Su último logro? ¿Su licencia de Columbia vence el próximo año?
R. Yo tengo una licencia llamada de servicio público, que es de un año y se puede extender máximo por dos años. Puede que me convenzan de renunciar a la universidad, pero está difícil (ríe).
P. Bueno ¿qué viene en materia de política económica después de la tributaria?
R. El gran tema es el plan de desarrollo que el Gobierno tiene que presentar al Congreso en febrero. Tenemos que trabajar en cuál es el presupuesto que se puede financiar para los cuatro años y formular las prioridades. Las bases que ya se presentaron pueden ser modificadas. Vamos a ver cómo se integran los resultados de los diálogos regionales.
P. ¿Cómo ve el panorama económico para el próximo año? Datos como los del Indicador de Seguimiento a la Economía ya muestran síntomas del frenazo
R. Lo veo difícil en un sentido, y menos difícil en otro. Lo positivo es que habrá menor inflación y las tasas de interés también bajarán, y son dos de los principales dolores de cabeza de este año. Lo negativo será la actividad económica, que va a ser ciertamente menor. Los indicadores, las encuestas de opinión de Fedesarrollo, todos ya muestran alguna señal de debilitamiento. Aunque eso es parte de una tendencia internacional de la que no nos podemos aislar.
P. En los últimos días un informe de Goldman Sachs dice que a Estados Unidos no le irá tan mal, la OCDE muestra a Colombia creciendo más del 1% ¿Han cambiado sus previsiones?
R. Mantenemos la previsión del Banco de la República, 0,5%, y el Ministerio trabaja con 1%. Los más positivos son el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la CEPAL, que prevén en torno a 2%. Yo veo cuatro factores positivos para crecer el 2% o incluso un poco más. El primero es que los salarios reales van a aumentar por la baja en la inflación, lo opuesto a este año, y eso impulsará la demanda, y la demanda popular. El segundo es que las tasas de interés deben comenzar a bajar y eso alivia cargas a la inversión o a los hogares con deuda de consumo o de vivienda. El tercero son las exportaciones no tradicionales, las diferentes a café e hidrocarburos, que ese año han crecido 23% a septiembre y a lo que ayuda la apertura de la frontera con Venezuela. Y el cuarto es que el gasto público de los ingresos por la reforma tributaria va a tener un efecto positivo.
P. Usted habla de los salarios ¿cómo va la discusión del salario mínimo?
P. Está empezando, no hay mucho que decir todavía. La regla es que suba lo que aumentan la inflación más la productividad. La productividad la mide el DANE, y no ha dado aún el dato, y la inflación todavía no sabemos. Esperamos que en noviembre el dato muestre el comienzo de la caída. Yo creo que octubre fue el peor mes.
P. Pero lo que viene es la desaceleración...
R. Sí. Ahora, el crecimiento fue tan fuerte este año -más de lo esperado- que incluso si en 2023 crece el 1% y se compara con 2019, antes de la pandemia (para quitar la caída y la recuperación), Colombia va a mostrar una actividad económica muy positiva, vamos a ser uno de los mejores ejemplos del mundo. Eso es importante porque, si eso ocurre, el golpe en el empleo va a ser menos fuerte de lo que alguna gente teme.
P. ¿Cuál es su plan para enfrentar los déficits fiscal y externo?
R. Lo primero es que yo no creo en la teoría de los déficits gemelos, de que uno alimenta al otro. Hay un tercer factor que la gente ignora, el superávit o déficit del sector privado, que se cuenta en el déficit externo y no es irrelevante. Entonces los analizo aparte. Ambos van a mejorar el próximo año, y para las calificadoras de riesgo eso es lo más importante de todo. En el caso del fiscal, incluyendo el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles, proyectamos bajarlo del 7.1% del PIB este año al 4.3%. Es un ajuste fuerte.
P. ¿Cómo se logra eso en un año difícil?
R. Con varios factores. Impacta la reforma tributaria del año pasado, que aplica para la actividad de este año para un impuesto de renta que se paga en 2023. Con dos elementos adicionales: el crecimiento económico este año ha sido fuerte, incluso para las empresas petroleras y carboneras, y nuestro aumento de impuestos a esas empresas solo va a tener efecto en 2024. Lo otro es que la lucha contra la evasión está siendo efectiva.
P. ¿No afecta el impacto de la devaluación en el servicio de la deuda?
R. La deuda externa sí está aumentando en pesos como porcentaje del PIB; eso va a depender de la tasa de cambio. Pero el efecto positivo es que un nuevo endeudamiento en dólares nos da más pesos.
P. ¿No aumenta también el gasto en el pago de la deuda?
R. Ahí hubo unos efectos negativos que se están compensando. Durante unas semanas la turbulencia de los mercados nos afectó negativamente, pues la tasa de interés de los TES, los títulos de deuda del Gobierno, aumento de casi 250 puntos básicos. Los mercados se han venido calmando y hemos bajado casi 200 puntos básicos. Esa tendencia positiva va a ser importante cuando volvamos a colocar TES, porque cuando subió tanto paramos la emisión. Cerramos por este año porque teníamos suficiente financiamiento. Esperemos que baje la inflación para que bajen también las tasas a las que colocamos esa deuda. La confianza que se ha logrado generar en los mercados es uno de mis grandes éxitos.
P. ¿Y cuál es uno de sus grandes retos?
R. El crecimiento económico del año entrante. Otro es reducir el déficit fiscal en casi 3%, uno de los ajustes fiscales más fuertes de la historia para cumplir la regla fiscal. Y también bajar el déficit en la balanza de pagos, que este año va a estar casi cerca del 6% del PIB y nuestro objetivo es bajarlo al 4% con exportaciones como factor de crecimiento económico.
P. Con semejantes retos ¿cuál cree que es el mayor riesgo para la economía?
R. Los dos déficits. El año entrante va a ser un año difícil.
P. Usted y el Gobierno han hablado de protección a la industria nacional, por ejemplo, en su propuesta de día sin IVA en la tributaria o con el aumento de aranceles.
R. No hay una política de protección sino de promoción de la industria nacional. Protección fueron solo los aumentos de aranceles a confecciones y zapatos, pero en ningún otro sector se está hablando de aumentar la protección significativamente. La idea es promover nuevas actividades productivas, lo que en la jerga del Gobierno llamamos reindustrialización.
P. Esa política, en el discurso del presidente, está muy vinculada a la transición energética ¿Ya hay una senda clara, una planeación?
R. Ojo, no estamos hablando de toda la industria extractiva. Cuando hablo con inversionistas extranjeros, por ejemplo, Colombia es vista como una importante fuente de producción de cobre, que con la transición energética va a tener un auge. No en el corto plazo, pero Colombia se puede volver un exportador de cobre importante. Sobre el gas no hay discusión: queremos ser autosuficientes. El tema son el petróleo y el carbón. Sobre ellos, el Ministerio de Minas y Energía está terminando una evaluación de qué reservas se pueden lograr con los contratos ya firmados. Con base en eso veremos si se necesitan más contratos.
P. ¿Cuál es el horizonte para saber si se necesitan? ¿Mantener la producción actual?
R. En gas, aumentarla; en petróleo por lo menos mantenerla, al menos durante el periodo de transición. Otra parte esencial es lograr la transición exportadora: ¿a qué velocidad podemos sustituir el petróleo? Yo veo un horizonte de unos 15 años como la transición cafetera, que tomó de mediados de los años 50 del siglo XX a comienzos de los 70. Además, habrá una menor demanda internacional de carbón, sobre todo, y de petróleo. Entonces también veremos esa otra transición, de la demanda.
P. En esa transición de la economía ¿ustedes han revisado si hay algo como un dividendo de la paz total? ¿Cuál sería el efecto de la paz total en la economía?
R. Hay un efecto en la confianza de los extranjeros. Inversionistas, pero también turismo como la que generó el acuerdo con las Farc. Una de las grandes potencialidades del país es el ecoturismo, y el ecoturismo requiere paz. Pero no hemos hecho estudios.
P. El próximo año viene la discusión pensional.
R. Sí. Es una discusión abierta que está liderando el Ministerio de Trabajo. Vamos a ver cuáles son las propuestas, cómo podemos concertarlas y tener una propuesta que sea viable fiscalmente. Este país tiene una tradición de responsabilidad fiscal. Este Gobierno no va a romper la responsabilidad fiscal. Más aún, nos toca duro porque tenemos que cumplir de nuevo la regla fiscal cuando el Gobierno pasado tuvo tres años sin que tuviera que hacerlo por la pandemia, y al mismo tiempo hacer los cambios financiados.
P. Siempre hay una presión sobre los ministros de Hacienda de dar más dinero a los demás sectores ¿Siente que sus colegas lo entienden, cuando algunos no tienen trayectoria en cargos públicos?
R. Ese es un tema complejo siempre, porque somos los de las tijeras. Es parte de nuestra función. Hay que responder a las demandas, pero dentro de los límites de lo que es posible.
P. ¿Es eso lo más difícil de negociar en el Gobierno o hay algo que le ha costado particular trabajo?
R. Obviamente, las políticas que anuncian algunos colegas hay que discutirlas y preguntarse cuánto cuesta. Con los recursos que tenemos ¿qué diablos podemos hacer que cumpla el objetivo del cambio (para utilizar la terminología el Gobierno)?
P. ¿Y qué es lo más difícil de negociar con el presidente?
R. Con el presidente uno se entiende. Obviamente él tiene unos objetivos muy ambiciosos que lanzó en la campaña. Entonces vemos qué se puede hacer desde aquí y cómo se puede hacer gradualmente. No hacerlo todo el año entrante, sino en el cuatrienio. Igual que con los colegas de gabinete.
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