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“Hay una parte de la verdad de Colombia que solo se puede conocer fuera de Colombia”

La Comisión de la Verdad presenta su informe final en Madrid con un énfasis especial en la figura del más de un millón de exiliados por el conflicto armado

Patricia R. Blanco
Comisión de la Verdad
Carlos Martín Beristain (izquierda) y Alejandro Valencia (derecha), este viernes en la Casa de América de Madrid, durante la presentación del informe final de la Comisión de la Verdad de Colombia.CASA DE AMÉRICA

Para saber toda la verdad sobre “la masacre” de las fincas bananeras Honduras y La Negra, en el corregimiento colombiano de Currulao (Antioquía), “tienes que venir a España”, asegura Carlos Martín Beristain, miembro de la Comisión de la Verdad de Colombia, la entidad surgida del acuerdo de paz con las FARC de 2016. A España se exilió, tras el homicidio de su padre, la primera jueza que investigó la matanza de 20 trabajadores perpetrada el 4 de marzo de 1988 por una treintena de paramilitares en estas propiedades agrícolas. La jurista que la sucedió, María Helena Díaz, murió un año y medio más tarde tiroteada por tres sicarios en un crimen que todavía no ha sido resuelto.

“No existe conciencia de que más de un millón de personas tuvieron que salir de Colombia por un conflicto armado” que duró casi 60 años —de 1958 a 2016—, ha subrayado Martín Beristain durante la presentación este viernes del informe final de la comisión en la Casa de América de Madrid, en la que también ha participado el comisionado Alejandro Valencia. Por eso, el documento, que pretende arrojar luz sobre el conflicto, incluye de forma novedosa un capítulo —de un total de 10— dedicado al exilio. “Hay una parte de la verdad de Colombia que solo se puede conocer fuera de Colombia”, ha continuado el comisionado. Por ejemplo, “si quieres saber qué ocurrió con la Fiscalía de Derechos Humanos que se creó a mediados de los noventa y que llevó unos 25 casos, tienes que viajar a Estados Unidos, Canadá, Suiza o España”, porque allí residen muchos de sus protagonistas, ha apuntado.

El informe final de la Comisión de la Verdad, que se hizo público por primera vez el pasado 28 de junio en Bogotá con el nombre Hay futuro si hay verdad, incluye 2.048 entrevistas realizadas a exiliados colombianos —el documento completo contiene unas 30.000—. Sus testimonios representan todos los rostros y voces del conflicto armado de Colombia, desde militares y guerrilleros a víctimas o familiares, porque se trata de un exilio “por razones políticas”, de acuerdo con las conclusiones de la comisión.

La distorsión del perfil del exiliado

“El exilio es invisible, una experiencia de la que es muy difícil hablar porque son las verdades de gente que no han contado políticamente, pero son importantes para la construcción de la memoria”, ha explicado Martín Beristain. Y lo esencial son sus historias personales, “lo que les pasó antes de salir y después”. Son relatos que “rompen la idea estereotipada de que los exiliados mejoran su situación”, que son unos privilegiados. “Algunos perdieron su proyecto de vida porque tuvieron que huir por su profesión de jueces o defensores de los derechos humanos, mientras que otros perdieron sus tierras”, ha recordado el comisionado, en alusión a los testimonios que incluye el informe. Como el del alcalde que cuando llegó a otro país empezó a trabajar “lavando sanitarios” o un “presidente de confederaciones sindicales” que al aterrizar en España se empleó en una obra recogiendo escombros “porque no sabía colocar ni un ladrillo”.

El informe también rompe, según Martín Beristain, la idea “distorsionada” del perfil de quien emigra: “Muchos de ellos han vivido cuatro violaciones de derechos humanos antes de partir hacia el exilio”. Esta idea la apuntala una de las conclusiones del documento, que considera como “víctimas afectadas por el exilio a todas aquellas que, independientemente de su estatus, han tenido que huir del país como consecuencia de la persecución, las amenazas, el miedo y el impacto de la violencia en sus organizaciones, territorios y comunidades”.

Y a la experiencia traumática vivida en Colombia, se suma también la del desarraigo. “En el contexto de la migración forzosa se extrañan las reuniones con los mayores sabios en los lugares sagrados, para ponerse en contacto con el territorio y los rituales para la relación con la naturaleza”, tal y como recoge un documento elaborado por la Mesa Étnica Internacional para la Comisión de la Verdad de Colombia. “Con el exilio se rompe el tejido social, porque desarraiga y separa, inmoviliza y limita”, concluye el informe de la comisión.

“Tenemos la sensación de que se ha formado de forma más nítida una identidad exiliar más amplia” a través del trabajo de la comisión, ha señalado durante la presentación del informe en Madrid Libia Franco, miembro del denominado Nodo de Madrid, uno de los 24 grupos de fuera de Colombia que han colaborado en la recopilación de testimonios de exiliados. Para Franco, es importante analizar qué son los exiliados “como huella del conflicto”, las “dificultades a las que se han enfrentado en el país receptor”, “la realidad de quienes han soportado las ausencias” o “el impacto del destierro en las segundas y terceras generaciones” nacidas en el exterior.

De ahí, la importancia, entre las recomendaciones de la comisión, que no tiene rango jurídico y no son de obligado cumplimiento, de garantizar el derecho al retorno de todos los que se vieron obligados a huir. Y de seguir protegiendo a quienes tienen que seguir escapando. “Mucha gente de la que está aquí está viva porque se pudo refugiar”, ha rematado Carlos Martín Beristain.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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