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AJEDREZ
Crónica
Texto informativo con interpretación

Irán no sigue el consejo de Alfonso X

El rey sabio promovió el ajedrez como unión de culturas, pero el Gobierno persa insiste en prohibir que sus jugadores se enfrenten a israelíes

Lámina del 'Libro de xadrez, dados y tablas, de Alfonso X El Sabio (1283)
Lámina del 'Libro de xadrez, dados y tablas, de Alfonso X El Sabio (1283)Biblioteca Castro
Leontxo García

Al enemigo, ni agua, aunque nos cueste muy caro. Irán se empeña en seguir ese criterio y mantiene la orden estricta de que ningún deportista de su país se enfrente a otro de Israel. Le cuesta caro, en ajedrez y otros deportes, porque algunas de sus estrellas se escapan a otras tierras. Pero erre que erre: esa lacra se ha vivido ahora en Toledo, que es precisamente “la ciudad de las tres culturas”, y la cuna de Alfonso X, El Sabio, quien ensalzó el ajedrez, en su libro de 1283, como herramienta para la buena convivencia de musulmanes, judíos y cristianos.

El equipo murciano Dúo Beniaján Costa Cálida debió cambiar la alineación para que su primer tablero previsto, el iraní Parham Maghsoodloo, no tuviera que enfrentarse al israelí Borís Guélfand (Gros Xake Taldea, de San Sebastián) en el Campeonato de España de División de Honor que termina hoy en Toledo. David Antón, subcampeón de Europa en 2014, intercambió su puesto con el iraní para evitar el problema: “No tiene mayor importancia para nosotros porque Maghsoodloo o yo podemos jugar indistintamente en el primer tablero o en el segundo sin afectar a la fuerza del equipo. Pero, ciertamente, es una lástima que estas cosas ocurran. Por fortuna, son casos excepcionales”, explicó a EL PAÍS el jueves por la noche, tras ganar su partida de la 4ª ronda contra el noruego (de origen iraní) Aryan Tari (Xadrez Ourense) y afianzar a su equipo como líder diáfano a tres jornadas de la clausura.

Parham Maghsoodloo, hace un año tras ganar la edición 32 del Magistral Ciudad de León
Parham Maghsoodloo, hace un año tras ganar la edición 32 del Magistral Ciudad de LeónLuque/Magistral de León

Si el equipo murciano no hubiera realizado el cambio antes de la ronda inaugural, Maghsoodloo, de 21 años, se habría negado muy probablemente a jugar frente a Guélfand, porque ya sufrió una seria advertencia hace dos años. Él y su compatriota Amin Tabatabaei, de 18 entonces, se enfrentaron (y vencieron) durante un torneo nocturno de partidas relámpago (cinco minutos por jugador) al israelí Ido Gorshtein, de 17. Algo totalmente normal para un observador no experto, pero en realidad muy excepcional porque los deportistas de Irán y algunos países musulmanes más (entre ellos, Arabia Saudí, Irak y Palestina, y a veces Líbano) tienen órdenes estrictas de sus Gobiernos para negarse a jugar contra un israelí.

Lo que ocurrió en Sitges no fue un acto de rebeldía sino un simple descuido: en ese tipo de torneos, las rondas se suceden a gran velocidad; ese día en concreto, y debido al fallo de una impresora, que causó una pérdida de tiempo, los árbitros decidieron que se jugase sin banderas para recuperarlo, y algunos participantes no se enteraron de la nacionalidad de su contrincante de turno. La reacción del Gobierno iraní fue contundente: a su regreso a Teherán, Maghsoodloo y Tabatabaei fueron exhaustivamente interrogados por la policía en un lugar secreto. Y aunque era evidente que había sido un despiste, Irán retiró a todos sus jugadores inscritos en el inminente Mundial de partidas rápidas de Moscú.

Firouzja, durante su partida de hoy frente a Kariakin
Firouzja, durante su partida de hoy frente a KariakinLennart Ootes/Norway Chess

Esa fue la gota que desbordó el vaso de la paciencia de Alireza Firouzja, de 16 años entonces, a quien muchos ven como el más probable sucesor del actual campeón del mundo y número uno indiscutible, el noruego Magnus Carlsen, dentro de algunos años. Firouzja y su familia huyeron de Irán, renegaron de su país y se afincaron en Francia. Tras dos años jugando con la bandera de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), Firouzja ya tiene la nacionalidad francesa.

La lista de deportistas iraníes que escapan de su país crece cada año. En los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, la selección especial de refugiados incluía cinco iraníes. El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, fue muy claro hace solo un mes: “Un deportista iraní, digno de este nombre, no puede dar la mano a un representante del régimen criminal (israelí) para obtener una medalla”, declaró en un discurso publicado en su portal oficial de internet. Y añadió: “El régimen sionista sanguinario (...) trata de ganar en legitimidad participando en competiciones deportivas internacionales, con la asistencia del mundo arrogante (Estados Unidos y los países occidentales), pero nuestros representantes deportivos y nuestros deportistas no deben permanecer pasivos”.

La prohibición de no enfrentarse a israelíes bajo ningún concepto incluye a los niños y adolescentes que participan en Europeos y Mundiales, desde sub 8 hasta sub 20. El autor de esta crónica lo ha comprobado repetidamente. No hay problema en que un niño israelí y un iraní jueguen juntos al fútbol por la mañana. Pero si el iraní se sienta a jugar una partida oficial por la tarde con ese mismo israelí, su delegado y entrenador sufrirán castigos muy duros.

Persia (la actual Irán) fue un país fundamental en la historia del ajedrez. Fueron los persas quienes lo transmitieron a los árabes, que lo trajeron a España, en el siglo VIII. En su valiosísimo Libro de Xadrez, dados y tablas, cuyo original se conserva en el monasterio de El Escorial (Madrid), publicado en Sevilla, 1283, Alfonso X, El Sabio, subraya la idea, reflejada en diversas ilustraciones, de que el ajedrez era una magnífica herramienta para la buena conveniencia de musulmanes, judíos y cristianos en aquel embrión de España con tres culturas.

Si aquel monarca de enorme sabiduría levantase hoy la cabeza, quedaría sin duda satisfecho: el ajedrez es hoy realmente un lenguaje universal y un hermoso mosaico de gentes de diversas etnias, religiones y culturas (195 países afiliados a la FIDE). Los casos relatados en esta crónica son una minoría; también son pocos los gobiernos musulmanes que dan esas órdenes tan nefastas. Las excepciones que confirman que el rey sabio tenía razón.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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