La paliza a un alumno en Melilla cuestiona el régimen del colegio
El Gobierno español no puede inspeccionar este centro dependiente de Rabat
Han bastado 20 segundos de un vídeo en el que un profesor marroquí pega con saña a un alumno pre adolescente para que las autoridades de Melilla, y también el Ministerio de Educación, pongan en tela de juicio la oportunidad de mantener abierto un centro de enseñanza que existe desde hace medio siglo y en el que capones y golpes en los dedos con reglas son habituales.
Por mucho que los responsables políticos y educativos hayan tomado conciencia públicamente de la existencia de un centro alegal, dependiente del Ministerio de Educación de Marruecos, es improbable que adopten medias porque supondrían crear tensiones diplomáticas con Rabat y generar un nuevo problema. El centro escolariza a cientos de niños sin papeles que no tendrían cabida en la educación pública en Melilla.
Un profesor administró, el 15 de marzo, una tunda a uno de los alumnos. Los golpes que le propinó fueron grabados, desde el fondo de la clase, por uno de sus compañeros, con el móvil que le había prestado su madre, Zakia Bigi. Se lo dejó porque, a veces, le vio regresar a casa con moratones que el chaval achacó a los guantazos que recibía.
“Me decía que le pegaban, pero yo no le creía, pensaba que eran cosas de niños”, explicó la madre a la cadena de televisión Cuatro. Un exalumno afirma que “el profesor grabado va a pagar por los 50 años que llevan actuando así aunque no con tanto ensañamiento como se ve en el vídeo”. Abdelkader Talha, el director del centro, siempre ha negado los malos tratos.
Un policía destinado en el centro penitenciario tuvo conocimiento de los hechos e informó, a su vez, a sus colegas del Grume (Grupo de menores de la Policía Nacional) que, al empezar a investigar de oficio, dieron con el vídeo. A principios de semana entregaron su atestado, en el que identifican al profesor y a la jefa estudios, al Juzgado de Instrucción Número Cuatro. No se han practicado detenciones y es difícil que las hagan porque el profesor incriminado ya no pisa Melilla.
Situada en pleno centro de Melilla, la Residencia de Estudiantes Musulmanes era originariamente un edificio donde se alojaban alumnos marroquíes que cursaban estudios en la ciudad. Tras la descolonización española, en 1956, se convirtió en un colegio del Ministerio de Educación de Rabat en el que la enseñanza, excepto un par de asignaturas que se dan en árabe, se imparte en español aunque siguiendo el programa marroquí.
Acoge, de párvulos a bachilleres, en unas instalaciones algo deterioradas, a unos 620 alumnos, de los que el 15% cruzan a diario la frontera de Marruecos junto con sus profesores. Hay también un puñado de niños españoles, pero la gran mayoría carecen de papeles porque viven desde hace años en Melilla sin que la ciudad los empadrone. De ahí que no puedan matricularse en un colegio español.
La Residencia es el único centro de enseñanza extranjero de España al que los inspectores del Ministerio de Educación no pueden acceder. Ni siquiera saben oficialmente cuantos alumnos acoge ni que programa sigue. Fue la única institución que rehusó cumplir con el Real Decreto de 1993 que regularizó el régimen jurídico de los centros extranjeros. Haberlo hecho hubiese supuesto, a ojos de Rabat, empezar a reconocer la soberanía española sobre Melilla.
Si hubiese acatado el decreto, recordaba el miércoles el director provincial de Educación, José Manuel Calzado, los inspectores habrían abierto una investigación sobre la presunta agresión y si esta se comprobase el docente podría ser sancionado con la expulsión del centro.
Desde que, el martes, se hizo público el vídeo, no hay un político melillense que no haya expresado su repulsa por los golpes propinados. El presidente de la ciudad, Juan José Imbroda (PP), anunció que se personará “judicialmente contra el maestro”. Se preguntó si no sería “menester que el centro fuese acogido por el Ministerio de Educación español al 100%”. Su consejero de Educación, Antonio Miranda, fue más allá y afirmó que la Residencia “está de más”.
Superar un anacronismo, titulaba el pasado jueves su editorial el diario Melilla Hoy, resumiendo una opinión generalizada. Nunca hubo hasta ahora voluntad política de hacerlo, porque supone enfrentarse a Rabat, y hoy en día tampoco hay medios económicos.
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