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Rousseff veta la amnistía a los deforestadores de la Amazonia

La presidenta brasileña frena los artículos más polémicos de la nueva legislación ambiental aprobada por el Congreso

Juan Arias
La ministra de medio Ambiente de Brasil, Izabella Teixieira.
La ministra de medio Ambiente de Brasil, Izabella Teixieira.U. MARCELINO (REUTERS)

La líder brasileña, Dilma Rousseff, ha impuesto esta tarde su veto presidencial a algunos puntos polémicos del nuevo Código Forestal aprobado por el Congreso el pasado abril, entre ellos la amnistía a los grandes terratenientes que deforestaron parte de la Amazonia hasta 2008. En total, la mandataria se ha opuesto a 18 de los 84 artículos que contiene la ley. El Gobierno debe presentar sus alegaciones al Senado en las próximas 48 horas.

El nuevo texto, que sustituye al de 1965, había sido aprobado ya el año pasado en el Congreso. Pero fue rebajado cuando llegó al Senado, que eliminó la amnistía a los deforestadores. El artículo fue de nuevo introducido en la votación final de la Cámara baja.

Rousseff consideró una derrota de su Gobierno la aprobación de la nueva ley en el Congreso

No se ha tratado de una decisión fácil para la presidenta, y menos en vísperas de la cumbre Río+20, la conferencia mundial sobre medio ambiente organizada por la ONU que se celebrará en la ciudad brasileña el mes próximo. Rousseff, que consideró una derrota de su Gobierno la aprobación del nuevo Código, claramente inclinado hacia las exigencias de los grandes terratenientes que forman mayoría en el Congreso, se ha visto presionada desde varios frentes.

Los partidarios de la versión aprobada afirman que el veto significa disminuir la producción de alimentos, que los pobres acabarán pagando más caros. Para los ambientalistas, que ayer acamparon frente al palacio presidencial para pedir a Rousseff que vetara la totalidad del Código y presentaron en su apoyo dos millones de firmas recogidas en varios países del mundo, se trata de un texto “horrible". "Es el texto de la deforestación de la selva”, afirmó Pedro Abranovay, director de Avaaz, la institución que recogió los dos millones de firmas.

Bajo el lema Veta, Dilma, se creó en las redes un gran movimiento popular para pedir a la mandataria que vetara la amnistía a los deforestadores. Participaron en la campaña artistas, escritores, cineastas y otras personalidades de renombre. Sin duda, Dilma no se podía presentar a Río+20 sin haber por lo menos vetado los artículos más polémicos de la nueva legislación ambiental brasileña. Y así lo ha hecho. No ha cargado contra el texto íntegro, ya que ello hubiese significado un enfrentamiento frontal con el Congreso, pero ha puesto sus tijeras en los artículos más polémicos, como la amnistía a los que en los últimos años acabaron con un 22% de la Amazonia. Además, ha protegido a los pequeños labradores que poseen hasta cuatro hectáreas de tierra para sus cultivos.

Los ecologistas presentaron
dos millones de firmas a la mandataria para pedir su veto

En realidad, lo que ha hecho el Gobierno de Rousseff ha sido mantener prácticamente el texto aprobado por el Senado, y que fue después derrotado en la Cámara baja, donde los grandes terratenientes mantienen una gran influencia sobre un grupo mayoritario de diputados.

Aún así, existe una gran divergencia entre los diferentes puntos de vista, incluso entre los que se sitúan a medio camino entre los ambientalistas y las grandes empresas que se nutren del llamado agronegocio. En esa zona intermedia se sitúan desde los ganaderos hasta los grandes productores de soja, por ejemplo.

Para algunos, el texto aprobado en el Congreso cubre el gran vacío que existía en la legislación ambiental brasileña. Para otros, lo importante es que el nuevo Código pueda contribuir a combinar desarrollo económico y defensa del medio ambiente, es decir una economía sostenible que ni convierta la Amazonia en un santuario inviolable, que impida desarrollo y riqueza para todos, ni la deje sin reglas claras a merced de los grandes especuladores, como ha ocurrido hasta el presente.

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