“¿Qué independencia es querer irse y romper para conservarlo todo?”
Margallo y Junqueras debaten sin acuerdo sobre la situación de una Cataluña independiente en la UE
El debate más esperado de la campaña se convirtió en un bucle de posiciones enquistadas y en un duelo de declaraciones internacionales, tratados y normas. Poco clarificador. El ministro de Exteriores del Gobierno de España, José Manuel García Margallo, se encaró anoche durante 50 minutos con el número cinco de la lista independentista Oriol Junqueras. Margallo resumió su intervención con un interrogante: “¿Qué independencia es esa?, usted quiere irse, romper España, conservar la nacionalidad, la pertenencia al mercado español, salirse para conservarlo todo”. Junqueras sintetizó: Cataluña seguirá en la UE porque está en España.
La gran cuestión a dilucidar y que se planteó de inicio en el debate que se celebró anoche en 8Tv, la televisión privada del grupo Godó, fue que dónde está escrito, en que artículo o tratado europeo, que una Cataluña independiente sería expulsada de la UE.
El ministro acudió armado de una ristra de argumentos con distintas respuestas que se resumen en una idea fundamental: “Cataluña no sería expulsada de la UE y no se le abriría ningún expediente ni ningún procedimiento de expulsión porque Cataluña estaría fuera de la UE de forma automática en el mismo momento en que se independizase de España”. El líder de ERC, Oriol Junqueras, replicó: “Ya somos miembros de la UE porque ya estamos dentro”.
Sobre ese axioma merodeó el titular de la cartera de Exteriores con distintas expresiones: “Al salir de España se está saliendo a la vez de la UE”. O también: “La UE es un tratado entre Estados. Son miembros de la UE los Estados signatarios. La lista de tales Estados signatarios figura en el Tratado de la Unión Europea. España está en la lista y Cataluña está en la UE porque es parte de España”. Margallo fundamentó esas afirmaciones sobre el preámbulo del Tratado de la Unión Europea (TUE) y sobre el artículo 52 del texto consolidado de ese acuerdo.
Junqueras eludió los tratados y normas europeas al uso y prefirió referirse todo el tiempo al espíritu del artículo 11.2 de la Constitución y a los artículos 17 a 24 del Código Civil sobre que un ciudadano español no puede perder su condición de tal, porque ya la tiene, e incluso a la Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas o a la Corte Penal Internacional. Pero su conclusión siempre fue la misma: “Ningún catalán perderá su condición de español a no ser que renuncie expresa y voluntariamente”.
Otro de los puntos en disputa en el debate entre el ministro, que fue presentado como miembro de la ejecutiva nacional del PP, y el candidato catalán, se sostiene sobre la seguridad con que transmiten los partidos independentistas de la lista conjunta Junts pel Sí que la UE no dejará de lado a 7,5 millones de ciudadanos de una de las regiones más ricas de Europa.
Margallo mantiene que es imposible una solución política que añada un Estado más a los 28 miembros de la UE porque la única vía posible para añadir un Estado nuevo a la UE es a través de una solicitud de adhesión, y la voluntad política para aceptar o rechazar tal solicitud requiere unanimidad de todos los Estados.
El lío de la ciudadanía
El asunto de la ciudadanía también suscitó controversia. Margallo esgrimió que la ciudadanía europea no es “en abstracto” sino derivada y que por tanto si se pierde la ciudadanía española se pierde la europea “porque se renuncia a la Constitución y a las leyes”.
Junqueras contraargumentó con la teoría de que los catalanes disfrutarían de doble nacionalidad, porque no perderían la española que ya tienen.
El ministro se agarra a la tesis de la carta desmentida de Juncker
No habían pasado ni cinco minutos del debate cuando el ministro de Exteriores de España, José Manuel García Margallo, esgrimió el nombre del presidente de la Comisión Europea, Jean Claud Juncker, para reafirmar que se había pronunciado “por escrito” en una respuesta “clarificadora” sobre que solo los parlamentos nacionales tienen potestad para determinar sobre los territorios nacionales y también para fijar criterio sobre que si Cataluña se declara independiente saldría desde el primer minuto de la UE. Margallo definió a Juncker como el árbitro que “debe interpretar y ejecutar los tratados” de la Unión Europea.
El debate se había grabado en Barcelona en la mañana de ayer antes de que se conociese la rectificación efectuada por la tarde por el portavoz oficial de la Comisión, Margaritis Schinas, que admitió un error en la traducción de la respuesta de Juncker al eurodiputado español del PP Santiago Fisas, que en realidad deja a la UE donde estaba: Cataluña es un asunto interno de España. Margallo apeló a que había estado recientemente con Barak Obama en la Casa Blanca y conocía su opinión, y la de los otros líderes internacionales, para asegurar que nadie reconocería internacionalmente a Cataluña separada de España.
Oriol Junqueras también tiró de agenda y mencionó a Javier Solana, Joaquín Almunia, José Manuel Durao Barroso y hasta la exvicepresidenta europea Viviane Reding. Y sobre el portavoz actual Schinas insinuó que no es imparcial porque está casado con una funcionaria europea ligada al PP.
Fue ahí cuando el ministro español ironizó sobre esa pretensión del independentismo de mantener la nacionalidad del Estado del que se quiere separar.
Luego ambos se enredaron sobre distinta casuística internacional, desde la situación que vivió Argelia (¿departamento o protectorado?) cuando se independizó de Francia (personalizando el caso en el escritor Albert Camus), Chequía o Katanga (Congo).
Sobre las consecuencias económicas de la separación y la salida del euro también hubo divergencias. El ministro recalcó que una Cataluña independiente podría adoptar el euro como moneda pero eso no significa estar en el Euro. Y ofreció una ristra de datos muy negativos para Cataluña fuera de la UE: 689.000 parados (del 19% actual se pasaría al 37%), disminución de las cotizaciones a la Seguridad Social entre un 39% y 44% (entre 350 y 400 euros por cotizante), una caída de la recaudación tributaria del 25% al 39%, el corralito y la fuga de depósitos.
Junqueras rechazó esa visión “apocalíptica”, aseguró que a Cataluña le iría tan bien como a Holanda, Bélgica y Dinamarca y los países europeos de su tamaño y reiteró que ni España ni Cataluña pondrían ningún arancel a los productos a exportar porque a ninguna de los dos le interesaría.
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