Los secretos de Bárcenas acosan al PP
El extesorero guarda documentación de la financiación irregular del partido, de las donaciones que sirvieron para abonar sobresueldos y de otras anomalías
El sábado 4 de julio de 2009, el senador por Cantabria Luis Bárcenas, tesorero nacional del PP, inicia su particular huida hacia delante ante un futuro cargado de incertidumbres. Está a un paso de ser imputado en el Tribunal Supremo por supuesto delito fiscal y cohecho en relación con el caso Gürtel,una trama de corrupción masiva vinculada a la formación conservadora.
Ese sábado de julio, Bárcenas entra en la sede vacía del PP, sube a su despacho, recoge nueve cajas de documentación y se las lleva a su casa, situada a escasos diez minutos en coche de Génova 13.
Está muy preocupado. Las sospechas de corrupción le persiguen desde que hace cinco meses el juez Baltasar Garzón desarticulase una extensa trama de corrupción ligada a administraciones gobernadas por el PP. Gerente del partido durante 18 años y tesorero nacional desde julio de 2008 por decisión de Mariano Rajoy, Bárcenas teme el desenlace de la causa abierta en el Supremo y prepara las armas para su defensa.
Manejo una información delicada
Aquel mes de julio de 2009, cinco meses después de que estallara el caso Gürtel, la investigación judicial ya acumulaba numerosos indicios de corrupción contra dos decenas de altos cargos del PP (alcaldes, concejales, diputados y consejeros autonómicos principalmente).
Muchos de ellos dejan sus puestos bien remunerados ante las evidencias de corrupción que han salido a la luz; otros, que se resisten a dimitir, acaban renunciando forzados por la dirección del partido.
Pero Bárcenas aguanta pese a ser la persona que, según la policía y la Fiscalía, se oculta en la contabilidad de la trama corrupta bajo las siglas “L. B.”, “L. B. G.” o la denominación “Luis el cabrón”. El tesorero habría recibido cientos de miles de euros en comisiones ilegales a cambio de supuestos favores.
He cubierto las espaldas a mucha gente durante estos años
Mariano Rajoy protege de momento al hombre de las finanzas del partido, defiende su inocencia y expresa públicamente su confianza en él. Pero no es suficiente
Pese a este apoyo del jefe, el tesorero, guardián de los secretos de 20 años de historia del PP, está molesto con la dirección de su partido y se lo cuenta a los compañeros con los que tiene más confianza: “Me tratan mucho peor que a [FRANCISCO] Camps, [presidente de la Comunidad Valenciana imputado en la causa] y debería ser al revés, porque yo manejo una información delicada que Camps nunca tendrá y he cubierto las espaldas a mucha gente en estos años”.
La frase, que recuerdan algunos dirigentes consultados por este periódico, envuelve una amenaza. Las nueve cajas con documentación que ha sacado con sigilo de Génova 13 guardan las claves de esa amenaza.
Hay decenas de cheques por menos de 3.000 euros para no rendir cuentas
El 23 de julio de 2009, Bárcenas entra a declarar en el Supremo, dos meses después de que lo hiciera Camps ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. A Camps le acompañaron numerosos dirigentes del PP para pasar el mal trago; a Luis Bárcenas le acompaña solo su sombra. Se siente solo, otra vez.
Unos días después de la declaración en el Supremo, Bárcenas deja su cargo de tesorero y se va de vacaciones. La ruptura con el partido en el que ha trabajado sus últimos 20 años acaba de comenzar.
Pasan ocho meses hasta que Bárcenas pide, en abril de 2010, la baja temporal de militancia en el PP y deja su escaño en el Senado. Cuenta que ahora ya puede dedicarse en exclusiva a su defensa. Antes, el partido le pagaba la minuta de su abogado, el prestigioso Miguel Bajo. Ahora también debe asumir ese gasto. Ha pasado de cobrar 200.000 euros al año a quedarse sin sueldo fijo, pendiente de sus negocios.
Rajoy gana las elecciones pero a Bárcenas se le complica el proceso
La investigación judicial sigue su curso y descubre nuevos indicios contra el extesorero popular: un crédito sospechoso para comprar obras de arte que él atribuye a un préstamo que hace a su amigo Rosendo Naseiro; notas en la documentación incautada a la trama corrupta que le involucran en delitos de blanqueo de capitales y una carga más que le obsesiona: su mujer, sin ingresos conocidos, está imputada por ingresar 500.000 euros en billetes de 500 euros en una sucursal bancaria en el año 2006.
Acorralado por las pruebas, el extesorero intenta escapar; sigue disponiendo de secretaria y coche, que pone el PP a su disposición pese a que ya no milita en el partido. Entra y sale de Génova 13 como si mantuviera el mismo poder de antaño. Maneja documentos que guarda en la sala Andalucía, un espacio que el partido ha puesto a su disposición en exclusiva.
Son tiempos de tensión y nervios para Bárcenas, quien muestra a sus amigos documentación que acredita prácticas poco éticas de dirigentes del PP, que utilizan supuestamente el partido para lucrarse con sus negocios privados; enseña algunos papeles para probar que organizaciones de su propio partido de distintos territorios utilizan de manera indebida el dinero que reciben de donaciones de empresarios muy conocidos.
El PP es un partido afortunado, recauda diez veces más donaciones que el PSOE, incluso en los tiempos en que los socialistas están en el Gobierno. Y sobre todas esas operaciones tiene un control absoluto Bárcenas, que es la memoria viva de las finanzas del PP y ahora ha decidido recordar que, en esos años, algunas cuentas no estuvieron del todo claras.
Por aquellas fechas, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid investiga una práctica ilegal: el PP de Madrid tiene una fundación para estudios que recibe donaciones anónimas de muchos empresarios conocidos, entre ellos el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. Esas donaciones acabarán pagando actos electorales de Esperanza Aguirre organizados por la trama Gürtel, que ha recogido en su contabilidad todas las incidencias.
Los documentos que obran en la causa judicial acreditan esa supuesta financiación ilegal; Bárcenas también tiene esos papeles y lo sabe. Pero la fiscalía considera prescritos los delitos, cometidos supuestamente en 2003, y no avanza en la investigación.
Hay otros documentos de la contabilidad regional del PP donde se apunta el pago de actos electorales con fondos de la fundación FAES, una práctica supuestamente irregular.
Y una causa mayor abierta en la Comunidad Valenciana por financiación ilegal, en la que están imputados los jefes de la red Gürtel, parte de la cúpula del PP en esa autonomía y empresarios que pagaron grandes cantidades. En ese litigio, los valencianos intentan involucrar a Bárcenas y este se queja amargamente de que le involucren en maniobras ilegales que no le corresponden.
Hay fotocopias que circulan por el partido de decenas de cheques al portador firmados por un gran empresario por cantidades inferiores a 3.000 euros, que alguna organización territorial del PP ingresó en sus cuentas, sin declarar como donación al Tribunal de Cuentas porque no superaba las cantidades previstas legalmente.
Son meses en los que el extesorero, según dirigentes consultados por este periódico, cuenta también a algunos de sus compañeros cómo una parte del dinero que recibían de donaciones anónimas se empleaba en pagar sobresueldos opacos a los principales cargos del partido sin que tributaran por esos ingresos a Hacienda al considerarlos gastos de representación.
Por si alguien tiene dudas sobre estas prácticas, Bárcenas recalca a sus compañeros que existen documentos que lo prueban.
La investigación judicial avanza lentamente en 2011 y el caso Gürtel ya no monopoliza las portadas de los periódicos ni las noticias en televisión. La corrupción no parece restar votos al PP, que se impone por amplio margen en las encuestas mientras se desangra el PSOE a la misma velocidad que aumenta el número de parados en España. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero convoca elecciones anticipadas para noviembre.
En aquellos meses, el caso Bárcenas entra en una nueva dimensión. El juez que instruye la causa en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid resuelve, en una de sus últimas decisiones antes de que el caso regrese a la Audiencia Nacional, que los indicios contra Bárcenas no son suficientes y decreta el archivo, pese a que aún no ha recibido el resultado de las investigaciones abiertas en países extranjeros, entre ellos Suiza, para determinar si el extesorero oculta fondos en paraísos fiscales.
En septiembre de 2011, Bárcenas respira aliviado por primera vez en 30 meses, e imagina un horizonte despejado porque, con su causa archivada, el PP va a recuperar el Gobierno de la nación.
Rajoy gana las elecciones generales de noviembre con mayoría absoluta, pero a Bárcenas, al contrario de lo que pensaba, se le complica su situación judicial.
La Fiscalía Anticorrupción y la Abogacía del Estado han recurrido el auto de archivo del juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. La Audiencia Nacional les da la razón y Bárcenas regresa a su pesadilla.
El juez Pablo Ruz activa las comisiones rogatorias a Suiza, interroga a Bárcenas sobre una compraventa de cuadros sospechosa, y mantiene viva la investigación. El tesorero se defiende como puede y, pese a que el magistrado intenta interrumpirle en varias ocasiones, Bárcenas coloca su lamento: se siente perseguido por la fiscalía, por la policía y por la Abogacía del Estado.
En los últimos días de diciembre, Bárcenas ya sabe que la comisión rogatoria ha dado resultado positivo: le han encontrado una cuenta en Suiza a nombre de una sociedad panameña, donde ha llegado a acumular hasta 22 millones de euros.
La noticia tarda dos semanas en hacerse pública a través de un auto del juez Pablo Ruz, donde reclama nueva documentación sobre las cuentas suizas del extesorero nacional del PP.
La amenaza guardada en nueve cajas que sacó hace casi cuatro años de su despacho en la sede del PP empieza a aflorar. El Mundo da cuenta del supuesto pago de sobresueldos opacos a los ejecutivos del PP, pero exculpa a Rajoy y Cospedal del cobro de los mismos.
Esta bomba nunca quiso activarla Bárcenas, según varios dirigentes del PP, porque sabía que también dañaría a los escasos cargos relevantes que aún le apoyan en el partido. El extesorero no podía revelar cómo cobraron los cuadros del partido desleales a su persona sin implicar a los altos cargos que aún le son afines en su calvario. Hasta no hace mucho, Bárcenas declaraba su lealtad y confianza hacia Rajoy. No así hacia la secretaria general, Dolores de Cospedal, a la que involucra en su caída en desgracia y posterior expulsión del partido. El odio es mutuo.
El entorno de Bárcenas acusa a Cospedal de administrar la información de los sobresueldos opacos. Y añade con sorna: “Cospedal le ha hecho un gran favor a Bárcenas”. Porque se ha liberado un gran secreto que él no podía destapar sin comprometer a sus amigos y mentores en las filas del partido. El entorno de Cospedal niega esa teoría y asegura que Mariano Rajoy conoce perfectamente quién ha filtrado esos trapos sucios.
Quienes quieren situar a Bárcenas como origen de esta denuncia grave de irregularidades en el partido que gobierna España saben que, como todo tesorero, acumula más informaciones delicadas, suficientes como para salpicar a la institución entera.
Durante dos décadas, primero como gerente y luego como tesorero, Bárcenas ha sido testigo principal de cómo se financiaba el partido. Las cuentas del PP pueden estar perfectamente limpias ante el Tribunal de Cuentas, que lleva un retraso de cinco años en las auditorias a las formaciones políticas, pero Bárcenas conoce la intrahistoria de algunas donaciones que, según fuentes próximas al tesorero, nunca figuraron en la contabilidad oficial.
El exdirigente del PP puede recuperar la memoria y revelar quiénes financiaron determinadas campañas electorales o identificar donaciones al PP que no acabaron en ninguna cuenta del partido, ni en su tesorería central ni en la de las autonómicas. Hay constancia documental de todas estas prácticas, según fuentes próximas al extesorero.
Bárcenas, hasta la fecha, ha callado porque no da por rotas sus relaciones con el partido. Le cuesta convertirse en un arrepentido que destroce a la organización en la que ha trabajado toda su vida. Pero como amo de las finanzas del PP, también conoce las interioridades financieras de otras organizaciones territoriales poco afines a la actual dirección nacional.
Quienes le frecuentan señalan, frente a la tesis oficial de que fue amigo de la trama Gürtel y receptor de cohechos, que se enfrentó poderosamente al jefe de esa red, Francisco Correa, en el mismo momento en que Mariano Rajoy se hizo cargo del partido, en 2004.
De la mano del extesorero Álvaro Lapuerta alertó al presidente del PP de que Francisco Correa iba a intermediar en un pelotazo urbanístico en Arganda bajo el patrocinio de altos cargos del Gobierno de Esperanza Aguirre.
Pero la presidenta madrileña desoyó esa advertencia y rechazó todas las sospechas. La Audiencia Nacional investiga aún hoy si hubo irregularidades en aquella adjudicación de suelo y se pagaron comisiones ilegales en la operación urbanística que ganó Martinsa.
Por otro lado, la red Gürtel fue apartada de la organización de los actos electorales del PP nacional porque Lapuerta y Bárcenas conocieron y denunciaron que Correa y los suyos estaban haciendo algo intolerable: esgrimir el nombre del partido para hacer caja. Y ellos sabían perfectamente que no estaba trabajando en favor de su caja, la caja oficial del partido.
Cuatro años después de que estallara el caso Gürtel y pusiera bajo sospecha la honorabilidad del partido de Rajoy, su extesorero, Luis Bárcenas, se enfrenta al descrédito nacional y a un duro proceso judicial. El PP, que se creía a salvo del escándalo tras su enorme éxito electoral de 2011 y el inmenso poder institucional logrado en media España, teme ahora que las cuentas suizas de su tesorero acaben por afectar al crédito de la formación, muy dañado por los efectos de la crisis económica y su ineficaz lucha contra el desempleo. Los secretos que Bárcenas guarda en nueve cajas pueden hacer estallar el partido.
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