EE UU y Arabia Saudí piden la mediación de Omán en Yemen
La decisión del presidente yemení de trasladar el Banco Central a Adén acelera la división del país
Estados Unidos y Arabia Saudí han pedido a Omán que tercie ante los rebeldes Huthi de Yemen para lograr un alto el fuego en la guerra que ya se prolonga un año y medio. La mediación, de la que han informado a EL PAÍS fuentes diplomáticas, constituye un último esfuerzo por evitar la partición del país. Salvo que el Gobierno internacionalmente reconocido pudiera regresar a Saná, la capital yemení, el anunciado traslado del Banco Central a Adén supone rubricar de facto la división entre el norte y el sur en que se ha traducido el empate bélico.
En medio de una guerra que ha causado 10.000 muertos, 4.000 de ellos civiles, desplazado de sus hogares a 3,2 millones de personas y dejado a la mitad de los 26 millones de yemeníes en inseguridad alimentaria, que el presidente Abd Rabbo Mansur Hadi sustituyera al gobernador del Banco Central puede parecer una minucia. Sin embargo, la medida anunciada el pasado 19 de septiembre ha desatado las alarmas.
Hadi, el presidente internacionalmente reconocido y en cuyo apoyo Arabia Saudí decidió intervenir militarmente, ha justificado su decisión porque los Huthi “han saqueado el banco y reducido las reservas a 700 millones de dólares”. Sin embargo, bajo la dirección de Mohammed Bin Humam, el gobernador ahora relevado, el banco se las arregló para hacer frente al pago de los intereses de la deuda (hasta mayo), importar comida y combustible, y pagar los salarios del abultado sector público en todo el país, casi la única fuente regular de ingresos de los yemeníes.
“La crisis del Banco Central amenaza con la hambruna a Yemen”, advertía el pasado jueves una alerta del International Crisis Group (ICG). Los expertos de este grupo de análisis geopolítico temen que la decisión, “que parece carecer de un plan bien pensado”, corre el riesgo de hundir el sistema bancario y agravar la incapacidad para pagar los salarios, algo que aceleraría el colapso económico y sumiría amplias zonas del país en el hambre.
Privado de los ingresos del petróleo, que suponían hasta el 70 % del presupuesto del Gobierno, y sin el apoyo de los donantes, el Banco se estaba quedando vacío. Desde hace varias semanas, se repiten las manifestaciones de empleados públicos que no han cobrado sus sueldos por falta de efectivo en las arcas estatales. El presidente Hadi acusa a Bin Humam, cuyos intentos de imprimir ríales bloqueó, de financiar a los rebeldes debido al desembolso mensual de 25.000 millones de ríales (89 millones de euros) al Ministerio de Defensa (algo que es el resultado de prolongar el presupuesto de 2014 a falta de uno nuevo).
El objetivo de Hadi es presionar económicamente a los rebeldes (que además de los Huthi incluyen a buena parte del Ejército que permaneció leal al expresidente Ali Abdalá Saleh). Sin embargo, muchos observadores temen que eso les lleve a intensificar sus ataques. Además, aseguran, solo puede agrandar la división Norte-Sur.
Esas dos regiones del país, que se unieron en 1990, después de dos décadas de seguir caminos independientes como la República Árabe de Yemen (el Norte) y la República Popular Democrática de Yemen (el Sur) tras la guerra civil (1962-1970), nunca llegaron a integrarse del todo. De hecho, un intento de separación del Sur fue aplastado por el Norte en 1994. Ahora, las diferencias han vuelto a salir a la superficie.
La coalición árabe que dirige Arabia Saudí ha sido incapaz de desalojar a los rebeldes de Saná y sus posiciones en el norte del país. Sin embargo, en el sur, las fuerzas de Emiratos Árabes Unidos, el principal socio saudí, con el apoyo de varias milicias locales lograron expulsar a los Huthi, y ahora intentan convertir Adén en la capital (alternativa).
“La petición a Omán para que medie es un último intento”, admite una fuente diplomática occidental conocedora de las conversaciones en curso, que menciona el poco más de un mes que le queda a la Administración estadounidense para lograr desbloquear la situación. “Ninguno de los países implicados va a reconocer una partición formal de Yemen, pero la partición de facto es un hecho”, admite el interlocutor. “La reconstrucción no puede hacerse con sacos de dinero, hace falta una entidad y vías de financiación que permitan canalizar los fondos”, subraya, dando a entender que el proyecto cuenta al menos con el apoyo de la coalición árabe.
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