El Brexit amenaza el estatus de Gibraltar
El Peñón cree que la salida de la Unión Europea sería una catástrofe económica y abriría un nuevo contencioso con España
Puede que para el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea Gibraltar no sea gran cosa, pero para Gibraltar el debate sobre un posible Brexit lo es todo. El Peñón teme que un triunfo en las urnas de los euroescépticos ponga en peligro un ecosistema económico muy particular y beneficioso, que cuenta con las ventajas de formar parte de la UE y a su vez puede ofrecer importantes reducciones fiscales. Los políticos de uno y otro color y la sociedad civil del minúsculo territorio han lanzado una campaña muy agresiva para explicar a sus ciudadanos lo terrible que resultaría abandonar un mercado de más de 500 millones de personas. Si algún gibraltareño todavía no se ha enterado de lo que tiene que votar el próximo día 23 es que vive debajo de una roca.
Pocos representan mejor la llegada de los vientos europeos al peñón que Corks. Antes era un viejo pub irlandés que olía a cerveza y ahora un restaurante moderno de aspecto colonial. El dueño, Gino Giménez, de 45 años, rehabilitó el lugar con fondos europeos. Orgulloso, colgó un cartel en la entrada con la bandera de las 12 estrellas amarillas sobre fondo azul. “El Brexit sería un desastre para nosotros. A nivel económico y a nivel político. Yo tengo 14 trabajadores, todos españoles, que van y vienen todos los días. ¿Qué va a ser de ellos?”, se pregunta Giménez, cuya carta mezcla fish and chips y huevos rotos.
El turismo, los seguros, las apuestas online que dan empleo a 3.200 personas (esta es la patria de William Hill y Bwin), el aprovisionamiento de barcos y los servicios financieros son la base de la economía gibraltareña, que apenas tiene desempleo. Las ventajas fiscales con las que cuenta, el impuesto de sociedades del 10% y la exención del IVA, engrasan un motor que apenas notó la crisis que ha azotado al resto del mundo.
Que todo esto se pudiera ir al traste llevó a la abogada Gemma Vásquez a promover en Stronger in Europe, la iniciativa que pretende concienciar a los británicos de que son más fuertes y están más seguros dentro del proyecto común. “Desde hace 30 años somos autosuficientes. Eso ha venido del hecho de que hemos implementado la normativa de la UE”, explica Vásquez, que cree que su mensaje ha llegado a los 30.000 llanitos que existen. Ni uno menos.
La calle principal del peñón, Main Street, se asemeja a la terminal de un aeropuerto: a un lado y otro hay tiendas de duty free, tabaco, relojes y electrónica en las que se venden a mansalva productos sin IVA. A media avenida, el retrato de la reina Isabel II preside la entrada de un viejo convento franciscano. Aquí vive el representante de la corona en el peñón, el teniente general Edward Davis. Un policía con gafas y un enorme tatuaje en un brazo resguarda el edificio.
— ¿Podríamos conocer la opinión del gobernador sobre el Brexit?
— No, no es posible
— ¿Y la opinión de la Reina?
— Inténtelo por teléfono.
En frente está el Jury’s café, donde el jefe de los socialistas y ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, revuelve un café solo. Picardo cree que el Brexit sería “una catástrofe” para la economía del peñón. Además, el político teme que, sin las leyes europeas, España pudiera cerrar la verja a su antojo como medida de presión para recuperar terreno. A su modo de ver, eso perjudicaría “a las dos naciones”. “Cada día cruzan la frontera 10.000 personas, 7.000 de ellas españolas. Somos un motor económico de la región, la segunda fábrica más importante de Andalucía después de la Junta”, razona.
Lo que ha llevado a todos los gibraltareños a apoyar en bloque el Brimain, según explica Picardo, son las declaraciones del ministro español, José Manuel García-Margallo, en las que aseguraba que pedirá a Reino Unido la soberanía compartida en caso de que el Brexit prosperara. “Aprovecho para darle al señor Margallo las gracias por ayudarme tanto en la campaña. Lo puso fácil”, dice Picardo, y añade: "No se ría, hablo en serio".
— Algunas encuestas pronostican un resultado muy ajustado. En ese escenario, el voto gibraltareño, aunque escaso, podría resultar decisivo.
— En ese caso, muchas generaciones de británicos nos darían las gracias.
El referéndum del 23 puede parecerse, por exceso de consenso, a aquellas elecciones ficticias que se celebraron en el pueblo keniano en el que nació el padre de Barack Obama. Los vecinos de la villa, simbólicamente, votaron por el hijo de su paisano en una consulta paralela a los comicios en Estados Unidos. Todos estaban de acuerdo, salvo un graciosillo que metió su papeleta en la urna de Mitt Romney. En el caso de Gibraltar, ese disidente podría ser John Bromfield, un empresario de 71 años que exporta material de construcción. Él no está de acuerdo con esta tesis, cree que son bastantes más los que apoyan el Brexit pero que no se pronuncian en público por miedo a parecer “poco patriotas”.
Las encuestas que publica el Gibraltar Chronicle no le dan la razón. La única que se ha hecho a pie de calle, con 596 personas consultadas, revela que la participación será masiva, más del 85%, y que de esos el 88% votará a favor de permanecer en la UE. "Hay incertidumbre al Brexit. ¿Cómo afectará a los empresarios? ¿Qué va a pasar con el libre paso de gente y mercancía? ¿Cómo reaccionará España? Son muchas, preguntas, ¿you know?", dice en su oficina Bryan Reyes, el director del periódico, uno de los más antiguos en inglés que existe en el mundo.
Por último están los ambiguos. El abogado gibraltareño Charles Gómez camina por la calle saludando aquí y allá (“You look well”, le dice a una señora que camina renqueante). Gómez cree que la UE es “peligrosísima”. Le preocupa el control de las fronteras y la élite política “poco democrática” que controla la institución. De todos modos, Gómez demuestra que, ante todo, los gibraltareños son prácticos, un rasgo de carácter que les ha permitido sobrevivir como un grano de arena en el desierto. Pese a su odio a la UE, el hecho de que el Brexit pueda suponer un quebranto económico al peñón le hace dudar. Business is business.
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