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Trump evoca el discurso xenófobo que hundió a los republicanos en California

El candidato necesita seducir a una formación arruinada precisamente por la retórica antiinmigración de hace 22 años. El exgobernador que utilizó aquella política da su apoyo a Cruz

Donald Trump, durante su discurso a los reublicanos de California, el viernes.
Donald Trump, durante su discurso a los reublicanos de California, el viernes.AFP
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La campaña por la nominación presidencial republicana ha llegado al final, a California. Lo que es peor, todo indica que se decidirá en California. Los candidatos han empezado a hacer campaña en un estado del tamaño de un país mediano, que es el que más delegados aporta a la convención republicana (172) y cuyas primarias se ponen al final del calendario precisamente para que llegue todo decidido, sus votos no importen y no haya que gastar un dineral. Con la campaña llega también Donald Trump, y con él una ola de indignación de los latinos contra el Partido Republicano que trae recuerdos inquietantes a las bases californianas.

Este fin de semana se celebra en un hotel de San Francisco la Convención del Partido Republicano de California donde, gracias a esta caótica campaña, hablan los tres candidatos presidenciales (hace solo dos semanas, ninguno tenía programado venir). El viernes, Trump hizo su número habitual de chascarrillos, insultos y desprecio a la prensa y al partido delante del establishment californiano en pleno. Fuera, miles de personas con banderas de México y clamando contra el discurso antiinmigración del empresario cercaban un hotel tomado por la policía. Con Trump llegó el escándalo y con él se fue en cuestión de minutos en cuanto abandonó el hotel. El resto de la jornada, discurso de John Kasich incluido, podría confundirse con una tranquila convención de dentistas. El torbellino que genera Trump en torno a su persona es algo inaudito. El peligro es que ese torbellino acabe engullendo a todo el partido.

En 1994, el entonces gobernador republicano de California, Pete Wilson, lanzó una dura política antiinmigrantes con la vista puesta en la Presidencia. Junto con su campaña para la reelección, promovió una propuesta legislativa conocida como Proposición 187, un episodio tan trascendental que en California es cultura general. La medida negaba cualquier servicio público a los inmigrantes sin papeles. Literalmente, proponía echar a los niños de los colegios y negar la atención sanitaria, bajo penas de cárcel. La Proposición 187 se envolvió en una retórica de que California estaba siendo invadida por mexicanos que se quedaban el empleo y saqueaban los servicios públicos.

Anuncios de la campaña de reelección de Pete Wilson en 1994.

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Wilson fue reelegido y la medida se aprobó en las urnas. La Proposición 187 fue declarada inconstitucional tres años después y hoy se considera un episodio vergonzoso. Además del golpe judicial contra el Estado, lo que generó aquella medida fue un despertar político de los latinos contra el Partido Republicano. Ese grupo demográfico creció enormemente en los años siguientes hasta ser hoy más que los blancos no latinos. Una generación entera se implicó en política para frenar a Wilson, y sus hijos crecieron convencidos de que el Partido Republicano es un partido antilatinos. Los propios republicanos consideran que es el origen de todos sus problemas. Hoy, los demócratas tienen la gobernatura, mayoría en las dos Cámaras y todos los puestos electos del Estado. La afiliación al Partido Republicano continúa bajando. California, el estado de Earl Warren, Richard Nixon y Ronald Reagan, es hoy un estado monocolor.

Ron Unz es un empresario que en 1994 se enfrentó en las primarias contra Wilson y su retórica antiinmigrantes. Este año intenta ser senador. Y se da cuenta de que la retórica de Trump le va a poner las cosas aún más difíciles para que le voten los californianos. “Con Trump habrá más latinos votando por los demócratas [en noviembre] y será más difícil para los candidatos republicanos”, decía Unz el viernes a EL PAÍS. “Hay un riesgo bastante obvio”. Unz, un moderado que propone subir el salario mínimo federal a 12 dólares la hora, se encuentra atrapado otra vez por el problema de hace 22 años, esta vez encarnado en Trump. Sus contendientes demócratas por el escaño en el Senado son ambas mujeres y minorías.

Manifestación a las puertas de la Convención Republicana de California cuando hablaba Trump, el viernes.
Manifestación a las puertas de la Convención Republicana de California cuando hablaba Trump, el viernes.AFP

El pasado septiembre, este mismo partido celebró su convención de otoño en Anaheim, al sur del estado. Allí aprobaron una enmienda para moderar su plataforma sobre inmigración, de forma que pareciera menos agresiva. El partido lleva años intentando ampliar su base a los latinos, porque es su única oportunidad para resurgir. El mismo viernes, minutos después de hablar Trump había una mesa redonda en la convención sobre estrategias para llegar a los latinos. En la convención de septiembre, los líderes del partido se mostraban indignados con Trump y se quejaban de que les iba a hundir aún más en California con su retórica y estaban convencidos de que se hundiría. Nueve meses después, Trump amenaza con contaminar la imagen de todo republicano que se presente a cualquier cosa en cualquier rincón del país, como hizo Wilson con los de California.

El estratega republicano Rob Stutzman coordina la campaña anti Trump en el estado. Su premisa es que elegir al millonario como candidato sería el fin del partido, como ocurrió en California. El objetivo es que Trump se quede corto en delegados y otro candidato le pueda ganar en la convención. “El daño a la marca republicana y la repercusión pueden durar años”, decía Stutzman el viernes a EL PAÍS. “Es importante que los líderes republicanos entiendan que necesitan a los inmigrantes para ganar. La demografía de California es la que va a tener Estados Unidos dentro de 20 años”, asegura. La demagogia de Wilson contra los inmigrantes, afirma, fue “buscar beneficios a corto plazo que hicieron daño a largo plazo”. “Es lo mismo” que Trump, asegura. En estos momentos, su opción en las primarias es Ted Cruz.

A no ser que Trump arrase en los estados que votan este mes, especialmente Indiana, de forma que Cruz y Kasich renuncien a disputarle la convención, el próximo 7 de junio el enorme bote de delegados de California decidirá si llega a los 1.237 que necesita para amarrar la nominación. En estos momentos, las encuestas sitúan a Trump por delante, pero Cruz tiene mejor organización en el estado y además el republicano de California es tradicionalmente muy conservador y religioso. Es un lugar común en la política norteamericana decir que lo que sucede en California acaba sucediendo en el resto del país aproximadamente 20 años después. Para el Partido Republicano, esa es una profecía muy preocupante.

El gobernador que usó la inmigración apoya a Cruz

Pete Wilson, el exgobernador de California que impulsó la ley que quitaba los servicios públicos a los inmigrantes irregulares y atizó la xenofobia en 1994, tuvo una intervención sorpresa en la Convención Republicana estatal en San Francisco para dar su apoyo al senador Ted Cruz. Wilson dijo que el país “necesita desesperadamente un líder fuerte y ganador” y que “afortunadamente, ese líder ha dado un paso adelante en un momento de necesidad”.

“He pensado en cuántas veces he venido aquí a deciros que era la elección más importante de nuestras vidas, porque yo me presentaba”, dijo Wilson a los republicanos de California. “Esta vez no me presento, pero esta es la elección más importante de este siglo, y quizá del anterior”. Wilson destacó que el próximo presidente puede nombrar “hasta cinco jueces del Supremo”. De Cruz, dijo que “no es antiinmigrantes”, sino que está “como yo, a favor de la inmigración legal que hizo grande a este país”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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