Crecen las dudas sobre la aplicación del plan en Turquía
Ankara no ha ultimado la infraestructura para la recepción de refugiados ni firmados acuerdos de repatriación para los migrantes que serán deportados
Turquía tiene previsto recibir hoy a los primeros refugiados y migrantes deportados desde Grecia tras la entrada en vigor del acuerdo antimigratorio firmado por la Unión Europea. Será un primer envío simbólico ya que aún persisten las dudas sobre la aplicación práctica de las devoluciones y ni Turquía ha ultimado todavía la infraestructura de recepción ni Grecia a comenzado a examinar las solicitudes de asilo de aquellos llegados a sus islas después del pasado 20 de marzo.
“A partir del 4 de abril comenzará a ponerse en práctica el acuerdo de readmisión”, aseguró a la prensa el ministro de Interior turco, Efkan Ala, y añadió que comenzará con un grupo de 500 personas del que las autoridades griegas ya han facilitado el nombre de 400. Se trata, según afirmó una fuente de la Comisión Europea a la agencia France Press, de “sirios que no han pedido asilo (en Grecia), afganos y paquistaníes”.
Sobre la cuestión de aquellos que serán retornados a Turquía se plantean diversos interrogantes ya que, como pudo comprobar EL PAÍS esta semana, los sirios detenidos después del 20 de marzo han sido encarcelados en campos de internamiento y no han recibido las necesarias explicaciones sobre qué opciones tenían a su disposición. Por ejemplo, Hussam Alkatib, un sirio de Hama recluido en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, relató que se le ofrecieron dos opciones: “O pedir asilo en Grecia, o ser devuelto a Turquía”. La primera y más natural opción, sin embargo, no se ha puesto en práctica ya que a Moria aún no han llegado los suficientes funcionarios como para procesar todas las peticiones de asilo. Además y aunque los internados en este tipo de instalaciones en las islas griegas están oficialmente "arrestados" -según el documento que se les ha entregado-, no se les ha permitido ponerse en contacto con abogados para que les asesoren sobre qué hacer.
El ministro de Interior turco, Efkan Ala explicó que los primeros 500 refugiados devueltos a Turquía arribarán al puerto de Dikili, en la costa turca frente a la isla de Lesbos, en barcos fletados por la agencia europea de protección de fronteras FRONTEX. Allá, su identidad será examinada en un "centro de procesamiento" y serán sometidos a controles médicos. Una fuente del Ministerio de Interior de Turquía dijo a EL PAÍS que después de ser recibidos, serán enviados a los "campamentos de refugiados en los que haya plazas". El organismo estatal encargado de emergencias en Turquía, AFAD, gestiona 26 campamentos equipados con escuelas y centros médicos en los que habitan 272.439 refugiados, de los que unos 10.000 son iraquíes y el resto sirios, y que están situados en la región suroriental del país, a lo largo de la frontera con Siria. En la mayoría de ellos hay espacio libre, pues muchos de los 2,7 millones de refugiados sirios que residen en Turquía prefieren vivir en las ciudades, donde tienen mayor libertad y mejores oportunidades laborales, aunque sea cobrando en negro y con salarios por debajo del mínimo legal.
Campamentos de verano y hoteles
Aún así, la Media Luna Roja ha planeado un nuevo campo de refugiados en la provincia de Manisa (oeste de Turquía), que tendrá 5.000 plazas, pero cuya construcción ni siquiera ha comenzado aún. "Lo más probable es que a los primeros retornados tengamos que alojarlos en hoteles o campamentos de verano", reconoció el vicepresidente de esta organización a la agencia Reuters, en una muestra de cómo la entrada en vigor del acuerdo antimigratorio ha pillado a todas las partes sin la debida preparación.
El Ministerio de Interior está levantando, por su parte, otro centro de procesamiento en la península de Çesme, frente a la isla griega de Quíos, adonde se espera que lleguen próximos grupos de deportados. "Una vez pasen los controles sanitarios y sean registrados, los migrantes serán enviados a campos", aseguró el alcalde de Çesme, Muhittin Dalgiç, a la prensa turca subrayando que los extranjeros retornados a Turquía pasaran menos de 24 horas en su localidad. Las autoridades locales temen el impacto que este tráfico de refugiados de un lado a otro del Egeo pueda tener en la costa oeste de Turquía, un importante destino turístico. De hecho, decenas de personas protestaron este fin de semana en Dikili contra la eventual construcción de un campo de refugiados y el alcalde, Mustafa Tosun, se quejó de no recibir suficiente información acerca de los planes del Gobierno central y de que la región "carece de infraestructuras" para acoger a los migrantes devueltos. No sólo allá hubo protestas, sino también en la comarca de Sivrice de la provincia suroriental de Kahramanmaras, donde está prevista la edificación de otro campo, pues los vecinos temen que la presencia de refugiados sirios -en su mayoría suníes- sirva para alterar la demografía local, donde hay presencia de alevíes (chiíes heterodoxos).
A los sirios que sean devueltos a partir de mañana se les permitirá, como hasta ahora, permanecer fuera de los campos de refugiados si así lo quieren, pero "aquellos que sean de otras nacionalidades diversas a la siria, por ejemplo de Afganistán, Pakistán o Irak, serán transferidos a centros de devolución desde el minuto en que los recibamos de las islas griegas", avisó el ministro turco. La idea es que éstos sean devueltos a sus países de origen en el menor tiempo posible y, según explicaron fuentes del Gobierno a este diario, Ankara presiona a otras 14 capitales para firmar acuerdos de repatriación si bien ninguno ha sido firmado todavía. De acuerdo a la prensa turca, estos países serían: Afganistán, Irán, Irak, Marruecos, Eritrea, Argelia, Túnez, Bangladesh, Somalia, Birmania, Congo, Camerún, Sudán y Ghana.
Amnistía Internacional ha denunciado que Turquía ya habría deportado a 27 afganos a su país -cifra que el Ejecutivo turco ha reconocido, aunque puntualiza que se trata de repatriaciones "por voluntad propia"- y también que, desde enero, estaría devolviendo a sirios a su país, a través de la fronteriza provincia de Hatay, a razón de "grupos de unos cien casi cada día". El Ministerio de Exteriores desmintió tajantemente esta última acusación y aseguró que Turquía ni insta ni obliga a los sirios a retornar a su país, sino que mantiene una política de "puertas abiertas". Con todo, en los últimos meses, el Ejecutivo islamista ha reducido al mínimo la entrada de refugiados procedentes de su vecino del sur y, en lugar de ello, ha promovido la construcción de campamentos de refugiados del lado sirio de la frontera.
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