El pacto con el Eurogrupo abre las primeras fisuras en el Gobierno griego
Bruselas advierte de que el sí a las reformas que debe presentar Grecia no es automático
Bruselas recibió este domingo una primera lista de reformas apenas esbozadas que deberán ser especificadas antes de que termine el lunes. Pero incluso con vaguedades o inconcreciones, al primer ministro griego, Alexis Tsipras, probablemente le resulte más fácil convencer a sus socios de la Eurozona que aplacar el conato de rebelión que ha estallado en su partido. Cinco destacados miembros de Syriza han criticado sin ambages el acuerdo alcanzado el viernes con el Eurogrupo. Entre ellos figuran dos nombres de peso, los de Panayotis Lafazanis, titular de Reconstrucción Productiva, Medio Ambiente y Energía —uno de los tres superministerios económicos del Gobierno—, y Manolis Glezos, eurodiputado y figura totémica de la izquierda.
El ministro Lafazanis, que ha reiterado en varias ocasiones su rechazo ideológico a las privatizaciones —un punto sobre el que Atenas ha empezado a matizar—, aseguró en una entrevista a un diario local: “No podemos permitir que se castigue la voluntad popular y el programa electoral; la troika y los rescates son ya pasado y no hay que reconstruirlos”.
Lafazanis es la nota discordante del Ejecutivo, pero, en comparación con el nonagenario Glezos, se quedó corto. El hombre que a los 18 años descolgó la bandera nazi de la Acrópolis instó a los simpatizantes de Syriza a manifestarse sobre el pacto. “Cambiar el nombre ‘troika’ por el de ‘instituciones’; el de ‘memorando’ [rescate] por ‘acuerdo’, y el de ‘prestamistas’ por ‘socios’ no cambia nada”, dijo Glezos, quien también se disculpó “ante los votantes de Syriza por haber participado en esta ilusión” de cambio. El Gobierno salió al paso con un comunicado según el cual el viejo héroe de la resistencia “debe de estar mal informado acerca de las difíciles negociaciones” en curso.
Lafazanis es el único representante del ala más izquierdista de Syriza en el Gobierno, pero hay otros sectores del partido menos relevantes que Lafazanis que piden ya la cabeza de Tsipras por "rendirse" a los dictados europeos. La resistencia ya se había puesto de manifiesto esta semana en la elección del nuevo presidente de la República, un puesto representativo que tradicionalmente suele ocupar un miembro del partido de la oposición.
Tsipras no pudo sacar adelante a su candidato, el conservador Dimitris Avramópulos, actual comisario de Inmigración y en su día ministro de Defensa con Andonis Samarás, por la oposición interna. Por eso optó a última hora por otro miembro de Nueva Democracia, Prokopis Pavlópulu, de perfil más suave y al que ciertas corrientes de la izquierda "agradecen" que no recurriera al Ejército en diciembre de 2008, cuando era ministro del Interior y la calle se incendió en protesta por el asesinato a manos de un policía del adolescente Alexis Grigoropulos. Pavlópulu fue elegido con 233 votos.
Esperamos y estamos casi seguros de que vamos a conseguir un sí de las instituciones Yanis Varoufakis
Mientras, Bruselas recibió este domingo una primera lista de reformas muy preliminar, un documento de apenas tres páginas con ideas muy generales. El Gobierno griego trabaja a contrarreloj para presentar la lista definitiva este lunes. Y a partir de ahí llegará el examen de las tres instituciones anteriormente conocidas como troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), que los ministros de Finanzas de la Eurozona evaluarán el martes por teleconferencia. Nadie espera un accidente tras el acuerdo del viernes, plagado de concesiones por parte de Grecia. Pero los europeos llevan días deslizando que hay un grave problema de confianza con el Ejecutivo de Tsipras, con heridas que solo empezaron a restañarse tras el pacto.
“Grecia no debería pensar que habrá una aprobación automática a su lista de reformas”, explicaron a este diario fuentes de la Comisión, que ha adoptado el papel de mediador frente a un FMI y un BCE menos suaves con Grecia. “Hemos detectado las lógicas resistencias dentro de Syriza, pero el escenario central es una lista suficientemente ambiciosa como para que no haya problemas: el Gobierno griego es muy consciente de la delicada situación económica, fiscal y financiera”, explicaron las mismas fuentes.
Los europeos esperan un listado muy centrado en las reformas de naturaleza estructural, sin cifras concretas en lo relativo a las medidas de gasto e ingreso. La línea central de las reformas será la lucha contra la evasión fiscal, la corrupción y las reformas del sector público. El viernes, el Gobierno dejó claro que no piensa en subidas de IVA ni en recortes de pensiones para no descarrilar aún más la recuperación. Y durante las dos últimas semanas ha flirteado con la idea de pactar una reforma laboral con la Organización Internacional del Trabajo y un decálogo de medidas con la OCDE, el think tank de los países desarrollados.
No está claro que eso sea suficiente para quien probablemente vuelve a tener la llave del caso griego: el BCE retiró a Grecia la posibilidad de que sus bancos obtengan liquidez en Fráncfort a cambio de dejar deuda pública griega en la ventanilla, y ha dejado claro que no desandará ese camino mientras no vea que el programa financiero de Grecia puede tener una conclusión exitosa.
La banca y una pésima posición fiscal son los puntos más débiles de Grecia a corto plazo: tras una sensacional huida de capitales desde la convocatoria de elecciones, el deterioro del sector financiero —y el miedo a un pánico financiero en caso de no llegar a un acuerdo— fue el principal motivo del sí de Tsipras el pasado viernes al pacto. Grecia mantendrá sus líneas rojas, dice una y otra vez su Gobierno, mientras fuentes del mercado aseguran que a Atenas se le acaba el dinero esta semana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.