La investigación alimenta las dudas que existen sobre la muerte del fiscal
Las pruebas periciales no detectan restos de pólvora en la mano del jurista
Los datos son los datos. Pero en la Argentina de hoy muchos tienden a interpretarlos según sus intereses y convicciones. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, se refirió a la muerte de Alberto Nisman como un suicido. Y es cierto que los primeros datos forenses apuntan a que en la muerte del fiscal Alberto Nisman no hubo intervención de “terceras personas”. Pero también es verdad que no han concluido las pruebas periciales para descartar el crimen. Y, además, en la mano derecha del fiscal, con la que supuestamente se disparó, no se ha encontrado vestigio de pólvora, razón que los analistas más críticos con el Gobierno esgrimen para defender que no se trata de un suicidio. Ahora, bien: la fiscal encargada de investigar su muerte, Viviana Fein, explicó que el hecho de que no se encontrara pólvora no significa que no se disparase él mismo. “Al ser un arma del calibre 22, no ser un arma de guerra, usualmente no permite que el barrido electrónico dé un resultado positivo. No descarta que no lo haya disparado él”, indicó en una entrevista radiofónica.
La exesposa de Alberto Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, de quien se había separado hace unos tres años y con la que tuvo dos hijas, conversó ayer con la fiscal Viviana Fein sobre el desarrollo de la investigación. No será fácil el trabajo de Viviana Fein y el de la juez encargada de investigar su muerte. El ambiente político está cargado de desconfianza. La denuncia de Nisman contra la presidenta era gravísima. Y él lo sabía. Antes de difundir el miércoles su acusación envió un WhatsApp a varios allegados a quienes advertía: “Me juego mucho en esto. Todo, diría. Pero siempre tomé decisiones. Y hoy no va a ser la excepción. Y lo hago convencido. Sé que no va a ser fácil, todo lo contrario. Pero más temprano que tarde la verdad triunfa. Y me tengo mucha confianza. Haré todo lo que esté a mi alcance, y más también, sin importar a quién tenga enfrente. Gracias a todos. Será justicia. ¡Ah! Y aclaro, por si acaso, que no enloquecí ni nada parecido. Pese a todo, estoy mejor que nunca. Jajaja :)”.
Su último mensaje lo emitió también por WhatsApp el sábado a las seis de la tarde. Era una foto de su escritorio que mandó a Waldo Wolff, vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Se veía una mesa repleta de documentos y 15 rotuladores amarillos. Estaba trabajando en la denuncia que iba a exponer el lunes en el Congreso. El sábado había pedido a algunos periodistas que no le molestaran porque quería concentrarse en el trabajo. Nada hacía indicar en principio, que estuviera atravesando uno de los peores momentos de su vida.
A partir de ahí, Nisman no contestó ningún mensaje. Los periódicos del domingo no llegó a leerlos. Murió entre las dos y las tres de la tarde de ese día, según la autopsia. El expresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) Jorge Kirszenbaum reveló el martes que, durante la inspección del departamento, uno de los familiares de Nisman vio una nota. El mensaje estaba redactado por Nisman y le indicaba a su empleada doméstica las compras que debía hacer el lunes.
Otro punto, por tanto, para quienes creen que se trata de un crimen y no un suicidio.
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