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Ari Shavit | periodista y escritor

“Europa no puede correr el riesgo de otra catástrofe judía”

El israelí presenta 'Mi tierra prometida', un libro honesto sobre el drama de su país

Ari Shavit, en Nueva York, el pasado 9 de noviembre.
Ari Shavit, en Nueva York, el pasado 9 de noviembre.Fernando Sancho

Mi tierra prometida (Debate) es un libro de amor y de dolor. De amor a Israel y de dolor por la tragedia que encarna. Ari Shavit, su autor, de 57 años, trata de conocer a un pueblo, el suyo, que para sobrevivir ha aplastado a otro; gente que vino de la muerte y, rodeada de muerte, fue capaz de montar “un fenomenal espectáculo de vida”; una nación con miedo sin un futuro seguro.

“Me siento orgulloso de Israel. Nací israelí, vivo como israelí y moriré como israelí”, afirma Shavit en Nueva York, donde se encuentra de paso. Ha recorrido EE UU explicando su libro, una obra importante que pretende llegar a la esencia del drama israelí sin hipocresía. Es un texto sionista que molestará a muchos sionistas, a los maniqueos y a los simples. Es el testimonio de un soñador muy realista.

Israel, dice Shavit, es una nación asustada en la que las víctimas se convirtieron en verdugos, y los desplazados, en conquistadores. Es la única nación occidental que ocupa a otra. Pero al mismo tiempo, no hay ningún pueblo tan intimidado como el israelí. Muchas son sus amenazas: 1.500 millones de musulmanes, los países árabes, los palestinos, la ceguera de los israelíes, el racismo y la xenofobia crecientes. “Ninguna nación puede vivir sosteniendo una lanza durante 100 años. ¿Cuánto tiempo resistiremos? ¿Una generación, dos?”, se pregunta este columnista del periódico Haaretz.

Pregunta. Su libro es “la odisea personal de un israelí desconcertado por el drama que vive su tierra”...

Respuesta. Es un viaje personal. Me planteé tres preguntas: por qué Israel, qué es Israel y qué será Israel. Mucha gente piensa que los israelíes somos ángeles o demonios. No somos ángeles, y describo por qué, pero tampoco demonios. Somos humanos con una extraordinaria historia humana.

P. ¿Por qué Israel?

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R. Los judíos son la gente sin hogar, los huérfanos. Fueron los otros de Europa durante más de 1.000 años, algo muy claro en España. Los judíos se convirtieron en las últimas víctimas de Europa. Tuvieron que construir un Estado fuera de Europa para huir de Europa. Esta es la necesidad, el porqué de Israel.

P. ¿Qué es Israel?

R. Un increíble fenómeno de vitalidad. Es una nación que surgió de la muerte y está amenazada por la muerte. Ninguna democracia tiene una amenaza tan definida. Pese a ello, Israel es una celebración de la vida ante la inminencia de la muerte.

Estamos en manos del extremismo. El Estado Islámico penetra en las mentes palestinas. En el bando israelí, hay más provocaciones”

P. ¿Qué será Israel?

R. No sé. Los primeros israelíes estaban ciegos. No vieron a los palestinos, no vieron el conflicto que vendría. Empiezo mi libro con la llegada de mi bisabuelo [Herbert Bentwich, uno de los fundadores del sionismo] a Jaffa desde Londres en 1897. Si mi bisabuelo hubiese sabido que sus bisnietos se sentarían en refugios antiaéreos por los cohetes que caerían sobre Tel Aviv, habría dado media vuelta. La gente tenía que construir su hogar y no veía que la muerte iba a formar parte de nuestra vida.

P. El sionismo era un proyecto de liberación, pero también un movimiento colonial.

R. Estoy en contra de la ocupación y de los asentamientos. Pero le pido a mis amigos liberales y amantes de la paz en Europa, EE UU e Israel que recuerden que hay dos elementos: la ocupación, que es inaceptable, y la intimidación. Los israelíes viven al límite. No somos China, no somos EE UU, somos un pueblo pequeño.

P. ¿Teme un Israel en manos de la derecha y de los ultras religiosos?

R. En primer lugar, celebremos que Israel sea una democracia. Es extraordinario. Los judíos que llegaron a Israel no tenían una tradición democrática y llegaron a una región en la que no existe la democracia. El movimiento sionista antes de la creación del Estado fue muy democrático e Israel ahora es una democracia muy vibrante y activa, con sus problemas, casi anarquista, difícil de gobernar.

P. Pero ¿está en riesgo esa democracia?

R. La democracia en Israel está cambiando porque las presiones que existen no son las de España ni las de Holanda o Dinamarca. Vivimos en un entorno intimidatorio. La guerra en Gaza de este verano creó extremismo tanto en Palestina como en Israel. Cuando acabó, no intentamos construir de nuevo un proceso de paz. No se hizo nada. No hay nada más peligroso en Oriente Próximo que el vacío. En cuanto hay un vacío, surgen las fuerzas oscuras, palestinas o israelíes. Todo ha empeorado.

P. Sin democracia no hay esperanza…

R. Estamos en manos del extremismo. El Estado Islámico está empezando a penetrar en las mentes de los palestinos. Y en el bando israelí, los extremistas se están haciendo más fuertes y provocadores. Hay más asentamientos y más provocaciones en Jerusalén.

P. Israel se construyó sin miramientos, con urgencia. “Israel era una flecha disparada desde un pasado sin esperanza a un futuro esperanzador”, dice en su libro. ¿Echa de menos ese voluntarismo?

R. Soy un sionista orgulloso, pero crítico. Mucha gente tiene una dicotomía sobre Israel: el bien o el mal. Yo planteo un enfoque complejo. Soy israelí, judío y sionista. No pretendo ser objetivo. Creo que Israel es un milagro. Tenemos defectos y hemos hecho cosas desagradables. Es un drama. Sí, echo de menos ese espíritu y esa grandeza.

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P. ¿Y ahora?

R. Hoy en día somos más fuertes económica y políticamente, pero se ha perdido algo de ese espíritu. Para sobrevivir tenemos que recuperar algo. Hay una batalla constante por el alma de Israel. Ustedes tuvieron una guerra civil en España. Gracias a Dios, la gente no se mata como entonces. En Israel se está librando una guerra civil espiritual y no sé quién ganará.

P. ¿Es este el Israel que soñaron los primeros sionistas?

R. En lo que se refiere a garantizar un futuro seguro, ha sido un fracaso. Miro a mis hijos de 10 y 5 años y viven como gente privilegiada, igual que otros como ellos en Europa o en EE UU, pero se enfrentan a amenazas a las que la gente en Europa no se enfrenta desde hace 70 años y a las que la gente en EE UU nunca se ha enfrentado. No hay forma de que el Israel democrático gane la batalla por el alma del país si no coopera con Europa y EE UU. Europa tiene un deber moral. No puede correr el riesgo de otra catástrofe judía.

P. ¿Sobrevivirá Israel?

R. No hay una respuesta clara. Ahora estoy en EE UU. Este país tiene muchos problemas, pero nadie duda sobre la existencia de EE UU dentro de 50 años. En Israel no es así. No se sabe qué pasará. La mayoría de los israelíes no habla de ello. Pero, al mismo tiempo, la belleza de este drama es que ha generado vitalidad, no pesimismo.

P. ¿La mayor amenaza es externa o interna?

R. Ambas. Algunas personas piensan que Israel es un Goliat, pero somos muy pequeños. Esa imagen de superpotencia es grotesca. Las amenazas existen. En el pasado eran diferentes. Ahora están Hezbolá e Irán... Echo de menos nuestro pasado socialdemócrata, porque combinaba el crecimiento con la solidaridad. Pero lo perdimos.

P. ¿Es optimista?

R. Somos gente como los demás, pero nadie trató de resucitar una nación 2.000 años después. Y la construimos sobre un volcán. Es único. Con todas esas dificultades, seguimos haciendo milagros. Muchas personas piensan que es un fenómeno religioso, pero es un fenómeno humano. Es un compromiso para los israelíes y los europeos hacer que ese drama acabe bien y no sea otra catástrofe judía. 

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