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El refugio que da respiro a los inmigrantes en tránsito

Centenares de niños 'sin papeles' aguardan en un centro de Texas a ser procesados

El embajador de EE UU en México, Anthony Wayne (Izda.) y el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, José Antonio Meade (espaldas) durante su visita a las instalaciones en Texas.
El embajador de EE UU en México, Anthony Wayne (Izda.) y el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, José Antonio Meade (espaldas) durante su visita a las instalaciones en Texas.Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México (EFE)

Sus ojos están clavados en quienes entran al refugio, mientras su madre le seca el cabello apresurada. Ana no habla, no saluda, sólo mira atenta a sus cortos 7 años. Su piel morena está quemada por el sol y sus inmensos ojos café no dejan escapar ni un parpadeo.

“Diga hola mija”, insiste su mamá, “es que no dice mucho”, agrega mientras la toma para llevarla a las carpas, montadas en medio del estacionamiento en la iglesia Sagrado Corazón.

Ahí, Caridades Católicas hace lo que puede para asistir a los inmigrantes que salen tras ser procesados por la Patrulla Fronteriza. Es sólo una parada antes que tomen los buses a diferentes lugares del país, donde se reunirán con sus familiares.

Pero es algo, después de varios días recluidos, durmiendo en el suelo, sin bañarse y hambrientos. Un tímido juego de baloncesto rompe el silencio de quienes esperan por un baño, muda de ropa y comida, mientras la mayoría descansa en las carpas.

“Sólo el primer nombre” dice Emérita al aproximarse con sus dos hijos Cintia y Héctor, luego que accedieran a dar su testimonio. Llevan un par de horas en el refugio.

Ropa donada para los menores del refugio McAllen, en Texas.
Ropa donada para los menores del refugio McAllen, en Texas.Antonieta Cádiz

Hace un poco más de dos semanas partieron desde Honduras. La vida ahí se complicó luego que las pandillas mataran a su hermano, entraran a robar a su casa en Olancho y tuviera que mudarse con su madre a San Pedro Sula para sobrevivir. Fue entonces cuando decidió tomar el riesgo y comenzar el viaje para cruzar la frontera.

“Acá en inmigración yo hice el intento de contarles y no me quisieron escuchar”, dice con frustración y lágrimas. “Ese no es su trabajo, ellos se encargan de arrestarlos y son los jueces los que la van a oír”, dice una de las voluntarias, Ofelia, mientras le ayuda a calmarse.

Su destino final era Chicago, donde vive su esposo. Sin coyote de por medio, pidiendo posada y durmiendo en el monte, así describe Emérita el camino que emprendió con sus hijos. Con la ayuda de otros inmigrantes logró llegar a lo que cree era el sector de Brownsville.

“Era un puente grande y estábamos abajo”, recuerda Héctor, en un intento por ser más específico con la ubicación. “Pasamos frío, hambre, calor, yo tenía una idea de a qué nos íbamos a enfrentar, pero quería buscar algo mejor para ellos”, cuenta Emérita.

La Patrulla Fronteriza los encontró deshidratados y durmiendo en el suelo. Estuvieron detenidos cuatro días mientras procesaban sus casos. “Habían baños pero no tenían agua, el espacio era bien reducido, la gente estaba una encima de otro, dormíamos en el suelo”, recuerda.

Con ellos sólo tienen dos papeles que cuidan atentos. El boleto de bus para Chicago y la cita que les dieron para ir a la corte de inmigración en la misma ciudad, el próximo 9 de julio.

En tiempos de crisis

El refugio provisional de Caridades Católicas fue organizado la segunda semana de junio. La idea partió dentro de la comunidad de McAllen, cuando los cuidadanos comenzaron a llevar ropa y alimentos a las estación de autobuses, donde la Patrulla Fronteriza dejaba a los inmigrantes en espera de sus boletos, a veces durante todo el día.

Exterior del centro de McAllen donde esperan los inmigrantes.
Exterior del centro de McAllen donde esperan los inmigrantes.A. C.

Norma Pimentel, una de las monjas a cargo del lugar, explica que la idea es coordinar la ayuda. Alrededor de 200 personas llegan a la iglesia diariamente por algunas horas, para luego volver a la estación.

“Queremos darles una atención humana y estaremos aquí el tiempo que se necesite, mientras sigan llegando las familias”, explica.

Este mes el Departamento de Seguridad Nacional indicó que durante este año fiscal 52,000 menores solos han sido procesados en la frontera, mientras otros 39,000 han llegado en núcleos familiares.

La próxima semana el debate político sobre el cruce de indocumentados llegará precisamente a McAllen, donde el presidente del Comité de Seguridad Nacional en la Cámara de Representantes, el republicano Michael McCaul, realizará una audiencia sobre el flujo de niños centroamericanos cruzando la frontera.

Hasta aquí llegarán el gobernador de Texas, Rick Perry, junto al director del Departamento de Seguridad Pública (DPS) Steve McCraw y el agente de la Patrulla Fronteriza, Kevin Oaks.

Actualmente, DPS ha reforzado personal en la frontera enfocado en la vigilancia y arrestos, para lo cuál el estado destinó 1,3 millones de dólares semanales. Sin embargo, las autoridades locales insisten en que el Gobierno y Congreso deben ofrecer una solución permanente y concreta a la crisis.

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