Kerry dice que El Asad gana crédito al iniciar la destrucción del arsenal químico
Los inspectores de la ONU comenzaron a destruir las primeras armas químicas el domingo Washington y Moscú quieren una conferencia de paz para noviembre
En un cambio de retórica que le da oxígeno y espacio de maniobra al régimen sirio de Bachar el Asad, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha aplaudido la disposición de este de ofrecer un inventario de sus armas químicas para destruirlas, algo que, según ha dicho, le da “crédito”. Hace sólo seis semanas, el jefe de la diplomacia estadounidense calificaba a El Asad de “matón y asesino” y advertía de la inminencia de un ataque contra objetivos militares sirios por considerarle responsable de un ataque químico ocurrido el 21 de agosto en el que murieron, según sus propias estimaciones, 1.429 personas.
“El proceso [de destrucción de armas químicas] se inició en un tiempo récord y le estamos muy agradecidos a Rusia por su cooperación, pero también obviamente a Siria por su cumplimiento”, dijo Kerry en una rueda de prensa conjunta con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en Bali Indonesia. “Considero que es muy significativo que ayer, domingo, solo una semana después de la aprobación de la resolución [del Consejo de Seguridad de la ONU] las armas químicas hayan comenzado a ser destruidas. Creo que le da crédito al régimen de El Asad, francamente, es un buen principio”.
Kerry y Lavrov anunciaron que sus gobiernos pedirán a las Naciones Unidas la celebración de una conferencia internacional de paz sobre el conflicto sirio para la segunda semana de noviembre.
A finales de agosto el régimen sirio se apresuraba a mover tropas y evacuar edificios gubernamentales y militares en previsión de un ataque con misiles de Estados Unidos, que había trasladado cinco destructores al este del Mediterráneo. De forma inesperada, el presidente Barack Obama anunció el 31 de agosto que, aunque había decidido atacar en Siria, pediría respaldo para ello al Capitolio. Ante una gran resistencia de la opinión pública y los legisladores, Kerry dijo en Londres el 9 de septiembre que Siria podría evitar un ataque entregando “todas y cada una de sus armas químicas a la comunidad internacional”.
Lo que parecía un desliz y un comentario improvisado, calificado por el propio Departamento de Estado en Washington de mera “retórica”, se convirtió en una verdadera oportunidad para el desarme químico de Siria, gracias a la intervención de Rusia. El gobierno de Vladimir Putin, uno de los principales aliados de El Asad, aceptó la oferta, y abrió el camino a que el Consejo de Seguridad votara, hace apenas una semana, una resolución en la que le encarga a especialistas de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y la ONU la destrucción completa de los arsenales químicos de Siria en un año.
Los especialistas llegaron a Damasco el martes y ayer comenzaron a destruir los medios de diseminación de las armas químicas, como misiles y bombas aéreas. Han calificado sus avances de satisfactorios. Antes del 1 de noviembre deben haber desmantelado los laboratorios y plantas de producción. La inteligencia de Israel, desde hace décadas recaba información sobre el armamento de Siria, estima que este país dispone de 1.000 toneladas de gases venosos como sarín, mostaza o el agente nervioso XV. Damasco mantiene que las ha desarrollado precisamente para defenderse de Israel.
Resistiendo ya 31 meses de levantamiento rebelde en Siria, El Asad ha ganado terreno en los pasados meses, en el plano táctico y ante la opinión pública interna y externa. Sus tropas retomaron en mayo la estratégica localidad de Qusair, en la frontera con Líbano, en una victoria estratégica. La infiltración de yihadistas extranjeros en los rangos de la oposición ha creado una gran ansiedad entre los sirios y entre la comunidad internacional, sobre todo en Occidente, que hace sólo un año celebraba lo que parecía una caída inminente de El Asad, y ahora duda, al considerar cuál puede ser la alternativa.
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