Un ‘software’ español destapó a Cahuzac
El programa informático Batvox, de la empresa Agnitio, permitió determinar la veracidad de una grabación del exministro
Es quizá la única vertiente positiva del escándalo de Jérôme Cahuzac: un software inventado y fabricado al 100% en España fue el que permitió a la policía francesa confirmar que el exministro de Hacienda era un evasor de impuestos. La principal prueba de que el político tenía una cuenta en Suiza era un mensaje telefónico que Cahuzac dejó accidentalmente, a finales del año 2000, en el contestador de Michel Gonelle, exalcalde de Villeneuve-sur-Lot, entonces su gran adversario y hoy retirado de la política. En la grabación, de 3 minutos y 51 segundos, Cahuzac le decía a un abogado que estaba “harto de esa cuenta del UBS”. Su mala suerte fue que Michel Gonelle guardó la grabación durante años, y le dio una copia a un testigo. Mediapart la publicó el 5 de diciembre, sin revelar la fuente, y unos días después, Gonelle telefoneó al Elíseo para advertir de que era él quien recibió el mensaje original de Cahuzac. Un asesor de Hollande le respondió que pusiera la cinta a disposición de la justicia. Pese a la evidencia, el ministro siguió negando que aquella fuera su voz. Finalmente, en marzo, la policía científica de Lyon sometió la grabación a una prueba realizada con una herramienta informática española, llamada Reconocimiento de Locutor o biometría de voz.
Se trata de un programa informático (software) de alta precisión, bautizado como Batvox (murciélago-voz) en honor de las hembras murciélago, que al parecer son capaces de distinguir sin fallo el grito de cada una de sus crías. El Batvox compara dos voces tomadas de soportes distintos y asegura con casi un 100% de certeza, dibujando las curvas de las huellas vocales, si pertenecen o no a la misma persona. Bastó con tomar un discurso cualquiera del diputado y ponerlo junto a la grabación antigua. El murciélago digital determinó que el mensaje antiguo contenía el ADN sonoro del ministro. La policía se lo comunicó a los jueces, y estos decidieron abrirle una investigación formal. Hollande cesó a Cahuzac que, pese a todo, siguió declarándose inocente durante unos días.
El software que le derribó fue creado en la Universidad Politécnica de Madrid por un grupo de investigadores que trabajó en el proyecto entre 1998 y 2004, según explican en Agnitio, la pequeña empresa que lo produce y lo comercializa, que tiene su sede en la capital española. Fue fundada hace nueve años por Emilio Martínez (Cádiz, 1954) y Javier Castaño (Madrid, 1961), dos amigos que trabajaban en la multinacional Lucent. Desde su oficina en Washington, recién inaugurada, Martínez, director general y presidente del consejo, cuenta por Skype que Agnitio tiene 30 trabajadores y que los principales clientes de Batvox "son los Gobiernos y las fuerzas de seguridad de 35 países, entre otros Estados Unidos (el Pentágono y la policía), México, Colombia, Brasil, Reino Unido, Francia y España".
"Nuestro negocio se basa en la biometría de voz, un algoritmo que permite identificar la huella vocal y que utilizan las policías científicas, las agencias de Inteligencia y los peritos judiciales", explica Martínez, físico de formación reciclado en emprendedor, que añade que el Batvox "no tiene apenas competencia en el mercado mundial" y recuerda que lo estrenó la Guardia Civil gracias a un convenio con la Universidad Politécnica: "Desde entonces ha sido útil muchas veces. Antes del ministro francés sirvió para identificar la voz de uno de los miembros de ETA que cometió el atentado de la T-4 en Barajas".
Participada por el fondo francés Elaia y por el catalán Nauta, Agnitio está lanzando ahora una segunda aplicación, llamada Kivox, que identifica las voces de los clientes telefónicos de los bancos y los centros de llamadas. Con beneficios desde 2011 y volcada en la exportación -obtiene el 95% de sus ingresos fuera de España-, su apuesta de futuro es una aplicación para móviles Iphone y Android, la Kivox Mobile, que esperan colocar en el mercado estadounidense.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.