“Después de acabar con El Asad, seguiremos luchando en otros países”
Un yihadista en Siria cuenta cómo ha ido encadenando guerras desde 2003 La milicia islamista Jabhat al Nusra, vinculada a Al Qaeda, expande su influencia en Siria
“Nuestro objetivo es realizar la voluntad de Dios en todos los países que han sido musulmanes, incluido España”, dice Abu Talha con total normalidad. “Así que la idea de Jabhat al Nusra es irnos de Siria, tras acabar con el régimen de Bachar el Asad, y seguir luchando en otros países”. Jabhat al Nusra (el Frente de Apoyo, en árabe) es la milicia islamista siria, conectada con Al Qaeda. Abu Talha —no es su verdadero nombre— es un sirio de 30 años y miembro de Al Nusra. Lleva uniforme militar, el omnipresente rifle AK-47 y un pañuelo negro en la frente con la frase: “No hay más divinidad que Dios, Mahoma es su mensajero”.
“Vamos a parar un momento, tengo que rezar”, dice mientras busca con la mirada un sitio en el que arrodillarse en el puesto de control a la entrada de Ras al Ain (Serekaniye, en kurdo), un pueblo del Kurdistán sirio justo en la frontera con Turquía.
Algunos de los milicianos kurdos de las Unidades de Defensa Popular (YPG) a cargo del puesto de control lo miran con desconfianza. Talha vino como parte de una delegación de Al Nusra para negociar un alto al fuego entre islamistas y kurdos, que se enfrentaron durante varios días a finales de noviembre.
Pero todos dejan de prestarle atención cuando un helicóptero del régimen aparece en el cielo desde el sur. Milicianos de las YPG empiezan a dar órdenes, a movilizar la ametralladora antiaérea que tienen montada sobre una furgoneta, varios entran en un coche que acelera hacia el pueblo. Mientras tanto, Abu Talha ni se inmuta mientras sigue rezando unos metros más allá. Finalmente, el helicóptero desaparece.
“Echamos al régimen (de Ras al Ain) y vamos a dejar este pueblo a sus habitantes”, asegura Talha a su regreso. “Los de las YPG son mis amigos”.
Yihadismo multinacional
“Estoy en contra de esa idea, matar civiles, yo combato contra soldados”, asegura el yihadista Abu Talha en línea con la propaganda oficial de Jabhat al Nusra, que según dice en sus vídeos, se formó para proteger a la población civil de los ataques del régimen de Bachar el Asad.
Pero la realidad es otra y los atentados de Al Nusra no suelen distinguir entre uniformados y gente de la calle. "Sobre esta cuestión hablo en mi nombre, no en el de mi organización", admite Talha. "Hay algunos que si van a realizar una operación contra militares y hay civiles, para ellos está bien matar a los civiles". Talha dice que la mayoría de los miembros de Al Nusra son sirios, pero los hay también de Libia y otros países del Magreb, de Arabia Saudí e incluso Bélgica, España, Francia y Reino Unido. El yihadista asegura que tienen campos de entrenamiento en Siria y están abiertos a cualquiera que esté dispuesto a luchar por "la voluntad de Dios". Para los salafistas como Al Nusra, "la voluntad de Dios" significa una interpretación literal del Corán y una versión muy estricta de la sharía o ley islámica.
Muchos salafistas (suníes) consideran a los chiíes y a los alauíes, la secta de El Asad, como apóstatas. El objetivo último del salafismo más radical es el establecimiento de la umma, un califato musulmán que incluya cualquier territorio donde haya habido islam y que, por tanto, llegaría a España.
Talha dice que su milicia controla campos petrolíferos en Siria y que “expertos” dentro de su grupo han abierto cuentas bancarias en las que reciben pagos de las compañías extranjeras que operan en esos campos. Dice que tienen otras fuentes de financiación, pero que no aceptan ayuda de países extranjeros, a pesar de las informaciones que aseguran que las milicias islamistas en Siria reciben financiación y apoyo de países como Arabia Saudí y Catar.
Talha es de Ras al Ain, como varios milicianos kurdos de las YPG en este lugar. Algunos vienen y lo saludan con cariño. Uno incluso bromea y dice: “¡Al Qaeda y PKK!”, mientras ambos se abrazan y ríen. Las YPG están consideradas la versión siria del Partido turco de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), enfrentado al Gobierno turco desde 1984 y que este país, la Unión Europea y Estados Unidos consideran una organización terrorista.
Este puesto de control es una muestra de la creciente complejidad de la guerra en Siria. Los rebeldes no han conseguido mantenerse unidos y las milicias islamistas han extendido su influencia hasta chocar con los kurdos en el norte del país. Y esto aunque todos comparten un enemigo común: el régimen de El Asad.
Debido a su extremismo y a su efectividad en el combate, Jabhat al Nusra es la que más preocupa a expertos y Gobiernos occidentales, que temen un conflicto entre islamistas, rebeldes y kurdos tras una hipotética caída del actual Gobierno sirio. Por su parte, los rebeldes del Ejército Libre de Siria, el principal grupo armado de la oposición, recelan del extremismo de Al Nusra tanto como respetan el coraje y la experiencia de sus milicianos, que además parecen contar con mejores accesos a financiación y armamento.
Al Nusra se dio a conocer en enero y se estima que cuenta con entre 6.000 y 10.000 combatientes. “No estoy seguro de la cifra, pero cuando voy a cualquier pueblo o ciudad sé que hay alguien de los nuestros allí”, dice Talha.
“¿Quién creó este grupo? Sirios que volvieron de Irak, de la organización Estado Islámico de Irak, que forma parte de Al Qaeda en Irak”, relata, y admite que Jabhat al Nusra es también parte de Al Qaeda, que él llama “una organización de ideas”.
Talha cuenta que él se unió a Al Qaeda en 2003 para luchar en Irak y dice que tomó la decisión de convertirse en yihadista en 2001, cuando vio por televisión la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos. “Cualquier país musulmán es mi país”, dice.
Asegura que Al Nusra se creó el 1 de junio de 2011 a las afueras de Damasco y que hoy tiene bases cerca de la capital, de Idlib y de Homs. La milicia tardó en ser operativa, se presentó en público con un vídeo en enero de 2012 y en marzo había realizado siete ataques. Pero a partir de abril todo cambió y en junio ya eran más de 60 los atentados realizados. El grupo ha seguido atacando en Damasco, Hama y Alepo y se ha convertido en uno de los enemigos más fieros del régimen, además de ir poco a poco consiguiendo un cierto apoyo popular a pesar de su extremismo.
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