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Tribuna
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Una apuesta por el diálogo

Qatar es un vecino incómodo por luchar contra el terrorismo y a favor de las libertades

Una imagen del centro de Doha, capital de Qatar.
Una imagen del centro de Doha, capital de Qatar.Naseem Zeitoon (REUTERS)

El 5 de junio, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto anunciaban la ruptura de relaciones con Qatar. Su explicación no podía ser más contundente: Qatar es un país que apoya y financia el terrorismo islamista. Desde entonces, la crisis desencadenada amenaza con convertirse en la más seria y preocupante en el golfo Arábigo en lo que llevamos de siglo XXI.

Es imprescindible ir más allá de lo evidente para llegar a comprender las razones reales que se encuentran detrás de esta ruptura. El punto de partida más reciente hay que buscarlo en la cumbre entre Estados Unidos y los países árabes, celebrada en Arabia Saudí a finales del mes de mayo.

Bajo un clima de aparente cordialidad, algunos de nuestros vecinos ya estaban orquestando una campaña maliciosa contra el Estado de Qatar. Unos días más tarde, la agencia de noticias catarí QNA sufría un ciberataque y varios medios publicaban unas declaraciones falsas del emir Tamim bin Hamad Al Thani que nuestro Gobierno ha desmentido enérgicamente.

El terreno parecía estar abonado para justificar una ruptura de relaciones que ha derivado en un bloqueo cruel, feroz e ilegal que atenta contra los derechos humanos y el derecho internacional, ataca la libertad de expresión y viola tanto la Convención de Ginebra como el Convenio de Chicago sobre Aviación Civil.

Es un país moderno que dedica el 12% de su presupuesto anual a Educación y es sede de once universidades internacionales

Los habitantes de Qatar están sufriendo un durísimo castigo colectivo y el bloqueo ha llegado a niveles nunca antes vistos. Aquellos que demuestran su solidaridad con nuestro país son castigados con multas millonarias y con penas de cárcel. Sirva de ejemplo para ilustrar el nivel al que han llegado las sanciones, el riesgo que conlleva vestir la camiseta del FC Barcelona, con el patrocinio de Qatar, en algunos lugares del Golfo.

Llama la atención que esta medida no haya venido precedida de discusiones intergubernamentales ni de un debate previo en el Consejo de Cooperación de los países del Golfo (CCG), sino que se trata de una decisión drástica y unilateral. A pesar de la virulencia de la acción, resulta evidente que la estrategia destinada a crear una alianza contra Qatar ha fracasado a nivel internacional. Incluso Washington pone en duda las acusaciones de los países impulsores.

Solo tres semanas después de la ruptura de relaciones, nuestro país ha recibido, a través de Kuwait, un listado de demandas para poner fin a esta gravísima crisis, que marcará un antes y un después en nuestra región. Qatar se encuentra analizando estas exigencias, que solo podrán ser aceptadas en el caso de ser consideradas razonables y factibles y siempre y cuando no supongan una injerencia en nuestra independencia y soberanía.

¿Cuáles son los motivos reales de este ataque? Es de sobra conocido que Qatar se ha convertido en un mediador en asuntos internacionales y se ha caracterizado por llevar a cabo una política exterior independiente que apuesta por el diálogo y las libertades. Esta posición ha convertido a Qatar en un vecino incómodo. Detrás de esta ruptura de relaciones se encuentran, en consecuencia, los deseos de doblegar la política exterior de Qatar, intervenir en su política interna, silenciar voces críticas —sirva de muestra la respetada cadena de televisión Al Jazeera, injustamente situada en el punto de mira—, hacer pagar a nuestro país su apoyo a las primaveras árabes y destruir una plataforma de debate e intercambio de ideas en una región que se ha caracterizado por el monólogo y la ausencia de democracia en muchos ámbitos.

Qatar es un país moderno que dedica el 12% de su presupuesto anual a educación, es sede de 11 universidades internacionales, pone en marcha proyectos de futuro destinados a los jóvenes y a las mujeres, apuesta por la investigación científica, realiza inversiones en cultura, ocio y deportes y es sede de diversos eventos internacionales, entre ellos, el Mundial de Fútbol que se celebrará en 2022.

A ello hay que añadir su potencial económico. ¿Acaso un Estado como el nuestro puede estar del lado de la destrucción terrorista? ¿Cómo se podría explicar en ese caso la presencia de la base americana en Al Udeid? Qatar está en contra de toda violencia y terrorismo y su objetivo principal es abordar sus orígenes y sus causas reales para plantarle cara.

Estoy convencido de que Europa sabrá actuar de manera responsable en esta crisis y nos ayudará a resolverla de manera civilizada y pacífica. Urge acabar con el feroz bloqueo. Solo uniendo nuestras fuerzas podremos evitar males mayores que repercutirían en la estabilidad y la seguridad global.

Mohamed al Kuwari es embajador de Qatar en España.

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