Podemos en Netflix
La característica de equipo es lo que une a Irene y a Pablo, los Underwood y, con mucho esfuerzo, a los Trump
Si Podemos fuera una serie de Netflix, Irene Montero y Pablo Iglesias podrían ser los nuevos Underwood, la pareja presidencial de la serie House Of Cards. Pablo sería más campechano, por ahora, que el señor Underwood e Irene, más morena, por ahora, que la manipuladora señora Underwood. Ambas parejas reciben aplausos y críticas por ser simultáneamente públicas y privadas. Un día amor, otro día equipo. Al contrario que al portavoz del PP, me encanta ese plan. Los Underwood combaten para ganar más poder. Irene y Pablo lo hicieron el pasado martes contra el Gobierno, con situaciones de alta tensión como la enumeración, en orden alfabético, que ella hizo de los más de 60 casos de corrupción que involucran al PP. Y esa frase, casi titular, que cualquier guionista envidiaría: “La corrupción tiene sede y es Génova 13”, que no solo sintetiza sino que sirve de localizador.
Ahora podemos pensar que el presente es un poco más elevado, incluso sutil, como el cambio que indica la nueva imagen corporativa de Podemos. Parecen haber quedado en el fondo del armario las camisas de cuadros, altisonantes estampados y los colores periféricos. En su lugar, vemos el resurgimiento de las chaquetas desestructuradas, que visten pero con flexibilidad. Se recomiendan mucho para las negociaciones de verano y no le restan emoción a una censura. A eso hay que agregar una corbata pelín desatada y de color azul petróleo, manga arremangada, libreta con tapa de cuero desgastado, como de reportero. El Dustin Hoffman de la película Todos los hombres del presidente.
Otro juego de poder es la próxima boda de Messi. Allí también sucedió una moción de censura, pero en este caso contra la wedding planner, esa figura surgida en la década de los noventa y que implica tanto sentido de la responsabilidad como nervios de acero. Bárbara Diez, cotizadísima especialista en organizar eventos y nupcias en Argentina, fue despedida por el padre de Messi porque su planificación les estaba dejando casi pobres aunque sin llegar a los niveles de lo que Hacienda le ha sacado al astro. Todo esto a tan solo dos semanas de la boda. Bárbara, muy bárbara, no comenta nada en su Instagram donde solo sube fotos de los muchísimos eventos en los que sigue contratada con su estrategia consumista y abiertamente liberal. Los Messi han fichado wedding planners locales con una estrategia de crowdfunding, es decir, que todo el que trabaja para la boda lo hace gratis, a manera de colaboración. Antonella aparece cada vez más fresca y relajada en las fiestas que están celebrando en Ibiza como entrenamiento. Seguramente porque sabe que el menú no será sustituido. Ofrecerán carne, empanadas y locro, un guiso andino muy reconstituyente. El menú confirma que la familia Messi quiere una boda criolla, normal, rebajadita mientras que la organizadora se cegó por el glamour y las estrellas. Fue una buena idea plantarle una moción de censura y sustituirla. Ojalá pudiéramos hacer lo mismo y con la misma velocidad en el Congreso.
La verdadera Claire Underwood, Melania Trump, por fin se muda a la Casa Blanca. Melania había pedido completar el curso escolar para que su hijo Barron no pasara por una experiencia traumática ante la presidencia de su papá. La mudanza sucede al mismo tiempo que avanza la investigación contra el presidente de EE UU. Quizás Melania venga en plan refuerzo, que es algo muy típico en las parejas que saben hacerse equipo, que no son todas. Precisamente, esa característica de equipo es lo que une a Irene y a Pablo, los Underwood y, con mucho esfuerzo, a los Trump.
La investigación sobre la relación de Trump con los rusos ha creado un héroe, el exdirector James Comey, que es el director del FBI más conocido desde Hoover. Su comparecencia trastornó la programación matutina de la televisión estadounidense. Yo iba a participar en un crudo debate sobre si la cara es más importante que el cuerpo, cuando tuvimos que conectar con el Senado. Incluso las maquilladoras, que atienden las notas del colegio de sus hijos y los balances bancarios al mismo tiempo que te dejan sin arrugas y anaranjado (porque en la televisión tienes que salir naranja para no verte verde), apartaron la esponjita con la que pintan 10 rostros en una hora para ver a Comey. “No tiene brillos, buena señal”, dijo la maquilladora que me tocó. “Hombre que no suda, hombre que no miente”, expresó sin censura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.