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MIRADOR
Columna
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Rubor

España es un caso patológico donde se nombran ministros sin conocimientos del asunto que gestionarán

David Trueba
El presidente francés Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo.
El presidente francés Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo. Francois Mori (AP Photo)

Si alguien afirmara que el mayor enemigo de la democracia son los partidos políticos sería crucificado. Porque son organizaciones imprescindibles, eso nadie lo duda. Pero también es sano convenir que se han convertido en maquinarias de ocupación del poder, sin esmerarse por resultar útiles a la sociedad a la que sirven. El penoso debate de la moción de censura en la Asamblea de Madrid corrobora la disciplina de grupo en defensa de sus carencias, sus vicios y sus incapacidades. Esa defensa además se escenifica a golpe de insulto y gracieta. Los partidos, con su jerarquía del dedazo, con su inexplicable reparto de cargos, se transforman con demasiada frecuencia en máquinas de exprimir las instituciones, los cargos, los contratos públicos. Estas exprimidoras-licuadoras precisan de una nueva cultura para transformar su funcionamiento en algo enriquecedor y no empobrecedor de la esfera pública.

España es un caso patológico donde se nombran ministros sin conocimientos del asunto que gestionarán. Por eso conviene reparar en algunos nombramientos de Emmanuel Macron en las carteras de su Gobierno en Francia y percibir que quizá allí son más conscientes del problema democrático que padecemos. Es un Gobierno paritario y contiene representantes de hasta cinco partidos políticos distintos. Muchos de ellos han ejercido cargos de relevancia administrativa, han sido ministros anteriormente en su especialidad o eran alcaldes de poblaciones importantes.

Nicolas Hulot es un activista del medio ambiente que ha aceptado ser el ministro de Transición Ecológica. La ministra de Sanidad es la médico Agnès Buzyn. En Cultura ha sido nombrada una editora de reconocido prestigio, Françoise Nyssen. En Educación, un rector y profesor, Jean- Michel Blanquer. Para la cartera de Trabajo la elegida es Muriel Pénicaud, con responsabilidades en empresas como Orange, Dassault, Danone o Ferrocarriles nacionales. En Investigación figura Frédérique Vidal, bioquímica especializada en genética molecular. En Transportes, Élisabeth Borne, que ha presidido varios años el metro de París. Para dirigir Igualdad, cuenta con Marlène Schiappa, delegada de Igualdad durante tres años en la alcaldía de París. Mounir Mahjoubi se especializó en desarrollo tecnológico antes de ser nombrado secretario de Estado para la Actividad Digital. Y en Deportes el puesto le ha correspondido nada menos que a una esgrimista olímpica, Laura Flessel. Esta profesionalidad no garantiza que sean buenos ministros, pero acredita un nivel de conocimiento en la materia que gestionarán. Los gobernantes españoles carecen de rubor.

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