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“Podemos darle a la gente la opción de tener un hijo alto o dos hijos de tamaño mediano”

El filósofo propone reducir la estatura de las personas para luchar contra el cambio climático

Manuel Ansede
El filósofo Matthew Liao, director del Centro de Bioética de la Universidad de Nueva York.
El filósofo Matthew Liao, director del Centro de Bioética de la Universidad de Nueva York.Bernardo Pérez

El filósofo Matthew Liao, de 45 años, suele arrancar sus charlas con una frase chocante: “Estoy absolutamente en contra de toda forma de coacción, como las que los nazis perpetraron en el pasado”. Y Liao lo tiene que aclarar porque muchas de las ideas que pone sobre la mesa son absolutamente originales y polémicas. Liao, nacido en Taiwán y emigrado de niño a EE UU, propone la “ingeniería humana”: la modificación biomédica de las personas para luchar contra el cambio climático. Plantea, por ejemplo, reducir la estatura de los futuros ciudadanos. Para ello, solo habría que recurrir al diagnóstico genético preimplantacional que ya se emplea en clínicas de fertilidad para evaluar embriones con enfermedades genéticas. Los padres lo harían voluntariamente. Reducir 15 centímetros la estatura media de los estadounidenses significaría un recorte de su energía necesaria para vivir de más del 15%, según relata en El próximo paso: la vida exponencial, un nuevo libro de la iniciativa OpenMind de BBVA que analiza las implicaciones de la actual revolución tecnológica. Liao, de paso por Madrid para presentar el volumen, no es un charlatán. Es el director del Centro de Bioética de la Universidad de Nueva York, la institución con el departamento de Filosofía mejor valorado del mundo. El trabajo de Liao, según él sostiene, es “pensar con originalidad”. El tiempo dirá si es un visionario o solo un autor involuntario de ciencia ficción.

Pregunta. Usted propuso hacer humanos más pequeños en el Festival de Ideas Peligrosas, celebrado en la ciudad australiana de Sídney en 2012. ¿Cree que, efectivamente, es una idea peligrosa?

Respuesta. No creo que sea una idea peligrosa, creo que podríamos llevarla a cabo de manera segura. Ya hay maneras en las que podemos tener niños más pequeños. Por ejemplo, a través del diagnóstico genético preimplantacional. Ahora se oyen voces que dicen que quizá necesitamos algo similar a la política de hijo único de China. Es muy restrictivo decirle a unos padres que solo pueden tener un hijo. En ese contexto, si queremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, podemos darle a la gente la opción de tener un hijo grande o dos de tamaño mediano o tres más pequeños.

P. No lo plantea en broma.

R. No, no es un chiste. Soy filósofo, así que todo es condicional. Si vas a exigir a la gente que solo tenga un hijo, entonces es mejor permitir que tengan más niños, pero de tamaños diferentes.

"Tenemos que asegurarnos de que haya un umbral mínimo de altura"

P. ¿Es ético que los padres tomen decisiones irreversibles sobre sus hijos?

R. En filosofía, el llamado problema de la no identidad plantea que si tienes dos embriones y coges el más pequeño, ese pequeño en realidad no podrá quejarse por la decisión de sus padres, porque si hubieras cogido el otro, él no existiría. En ese sentido, el pequeño se beneficia de la decisión de sus padres. La decisión no daña al niño. Y, por otro lado, hay que pensar en las consecuencias medioambientales. En China, la contaminación es tan horrible que a veces no puedes ver a las personas que están frente a ti. Si eres un niño que crece en esas sociedades, vas a tener problemas de salud. Y el niño se beneficiará también al crear un ambiente más limpio.

P. Usted propone incentivos fiscales o seguro médico gratuito para las familias que elijan tener hijos de menor estatura. Eso solo interesaría a las personas más pobres. Tendríamos ricos altos y pobres más bajos.

R. Eso es un problema. Tenemos que asegurarnos de que haya un umbral mínimo de altura. No estaría permitido que las personas pobres eligieran tener hijos por debajo de ese umbral, porque para ellos sería una situación aún más desventajosa. Deberíamos asegurarnos de que haya un cierto nivel de igualdad. En filosofía, hay una teoría que dice que debemos asegurarnos de que todo el mundo tiene suficiente: seas rico o pobre. Y las personas pobres estarían en una gran desventaja si permitimos que sean mucho más bajas. No debemos permitir eso.

P. Usted tiene dos niños, un buen sueldo y no necesita incentivos económicos. Si va a tener otro hijo dentro de 20 años, ¿elegiría que fuera más bajo solo por una postura ética contra el cambio climático?

R. Depende de con qué seriedad quieras afrontar el problema del cambio climático. Y otro tema es que hay que pensar en cuánta gente más lo hará. Si solo es tu hijo y no lo hace nadie más, no tendrá mucho efecto. Pero además hay un par de razones por las que ser bajo es, en realidad, bueno. ¿Cuántas personas de más de 100 años son muy altas? Muy pocas. Las personas altas tienden a morir mucho antes, porque tienen enfermedades cardiovasculares, tienen problemas de huesos. En promedio, las personas un poco más bajas viven más.

"¿Cuántas personas de más de 100 años son muy altas? Muy pocas"

P. ¿Cuál es la otra razón?

R. Otro aspecto es que, por ejemplo, la NASA está pensando en colonizar Marte. Pensemos en la cantidad de recursos que se necesitan para transportar a una persona más alta en lugar de a una más pequeña a Marte. El miércoles volé desde Nueva York a Madrid y los aviones cada vez son más pequeños. Es mucho mejor ser más pequeño. Nuestra sociedad tiene lo que yo llamo el sesgo del statu quo. Pensamos que la altura que tenemos ahora es la óptima, pero si te remontas a hace un siglo, las personas eran en promedio 15 centímetros más bajas, pero eso no afectaba a sus habilidades cognitivas. La idea no es que necesariamente tengamos que hacer que las personas sean más bajas, pero con la ingeniería humana hay todo un grupo de soluciones en las que no hemos pensado. Algunas personas no se creen el cambio climático. Si no se lo creen, incluso el reciclaje les parecerá una reacción exagerada a un problema que no existe. Solo en el contexto de tomarnos muy en serio el cambio climático, y pensar que debemos hacer algo, estas ideas tendrán sentido. No estoy sugiriendo que necesitemos hacer a las personas más bajas, sino que hay un espacio teórico que debemos explorar.

P. Se puede pensar que su propuesta es discriminatoria con las personas altas. ¿Por qué no evitar la obesidad, con su mismo razonamiento?

R. Hay mucha controversia en el tema del peso. Vengo de EE UU y allí la gente tiende a comer más. Creo que al cabo del tiempo esto es realmente malo para la salud. Ya no hablamos de tamaño, sino de cuánto deberías pesar con tu altura para estar saludable. No me quiero meter en el tema del peso. La altura viene determinada en buena medida por la genética, mientras que el peso depende de lo que comes. Centrarse en la altura no tiene por qué discriminar a la gente alta. Es solo una opción, otra manera de combatir el cambio climático. No es una obligación. Pensemos en los restaurantes vegetarianos. ¿Son discriminatorios para las personas que comen carne? No, porque hay multitud de opciones de restaurantes que sirven carne. Se trata de dar a la gente una opción más: poder tener hijos de menor estatura, sabiendo que eso tendrá un efecto en el clima.

P. Para seleccionar niños de menor estatura se necesita dinero para las técnicas con embriones. Quizá sería más sencillo usar ese dinero, por ejemplo, para regalar bicicletas a la gente y reducir las emisiones, en lugar de hacer personas más pequeñas.

"Imaginemos que pudiéramos tener niños con visión nocturna. Imaginemos cuánta energía podríamos ahorrar"

R. Es una buena sugerencia, pero la idea es tener múltiples soluciones, porque el cambio climático es un gran problema. Necesitamos una multitud de soluciones.

P. Con la revolucionaria técnica de edición genómica CRISPR será mucho más sencillo hacer niños más altos, más guapos, más inteligentes... ¿Qué opina de estas nuevas posibilidades?

R. He leído sobre CRISPR y esta especie de diseño de humanos. La gente habla de humanos sintéticos. Llegará el momento en el que podrás utilizar esta técnica para diseñar con precisión niños de menor estatura, o con un metabolismo del alimento más eficiente energéticamente. Creo que ocurrirá y quizá deberíamos pensar ya en sus límites éticos y también en qué podríamos hacer con esta técnica. Pondré un ejemplo que es más de ciencia ficción. Cuando despegué de Nueva York, al anochecer, había muchísimas luces en la ciudad. Cada noche, la iluminación consume muchísima energía en el mundo. Los gatos pueden ver igual que nosotros durante el día, pero siete veces mejor de noche. Algunos monos también tienen visión nocturna. ¿Por qué no explorar la posibilidad de tener visión nocturna nosotros? Imaginemos que pudiéramos tener niños con visión nocturna. Imaginemos cuánta energía podríamos ahorrar. Las razones por las que los gatos tienen visión nocturna son genéticas. Podríamos usar CRISPR para conseguirlo para nosotros. Imaginemos que los humanos tuvieran visión nocturna. ¿Sería buena o mala idea? Yo busco este tipo de soluciones, en las que todos ganan. Pensemos en los teléfonos inteligentes. Tú no tienes que obligar a la gente a comprar un móvil. Cuando empiece a venderse el iPhone 8, las tiendas de Apple tendrán colas enormes, porque el producto es intrínsecamente deseable. Si hablamos de visión nocturna, yo querré tenerla. Hacer niños de menor estatura es polémico, pero tomemos el ejemplo de la visión nocturna. Es una solución de ingeniería humana, que puede ahorrar muchísima energía.

P. Pone ideas realmente originales sobre la mesa.

R. Como filósofo, mi trabajo es pensar con originalidad, porque sabemos que las soluciones existentes no están funcionando: hacer que la gente recicle más, que use menos el coche... Mi favorita, y se la debo a mi mujer, es usar toallas de baño más pequeñas, porque las toallas grandes requieren mucha más energía para lavarlas. También hay soluciones de mercado, como el comercio de emisiones y los impuestos sobre el CO2. Pero EE UU está a punto de retirarse del Acuerdo de París. Y, además, el Protocolo de Kioto no ha conseguido gran cosa contra el cambio climático. Hay gente que se está tomando muy en serio la geoingeniería, las intervenciones a gran escala en el medio ambiente, con proyectos como rociar la estratosfera con aerosoles de sulfato para alterar la reflectividad del planeta. El problema es que puedes acabar destruyendo todo el planeta, abriendo de nuevo el agujero de la capa de ozono. Esto sería un gran error. En este contexto, hay todo un camino que no hemos explorado, que es la ingeniería humana. Deberíamos tomar estas nuevas soluciones muy en cuenta, en el contexto del cambio climático.

P. Usted habla de inducir el altruismo y la empatía con la hormona oxitocina. ¿Se refiere a añadirla en el agua?

R. No, todo lo que digo es voluntario. Bueno, ya ponemos fluoruro en el agua y es mejor para nuestros dientes. Pero la oxitocina puedes querer utilizarla de manera selectiva. Hay pruebas de que te hace ser más cooperativo y empático, pero tomarla debería ser voluntario. Quizá los políticos deberían recibir una inyección de oxitocina antes de acudir a una reunión.

P. Quizá su propuesta más realista sea el "parche de carne", similar a un parche de nicotina, para inducir farmacológicamente una intolerancia a la carne roja.

R. Sí, una persona de la industria farmacéutica me preguntó después de una charla si ya había patentado la idea. Creo que sería muy popular, por lo menos en Nueva York. Si vas por la ciudad, hay muchos restaurantes vegetarianos y veganos. Estos lugares venden sustitutos de la carne, porque la gente adora el sabor de la carne. La idea es contener ese deseo con un parche. No haría falta ser vegetariano. Podrías ponerte un parche para inducir la intolerancia solo a los animales que más metano producen, pero podrías seguir comiendo pescado, por ejemplo.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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