Sin vacunas: daño colateral para una generación de sirios
Los seis años de conflicto en Siria han comprometido la inmunización de miles de personas
La guerra en Siria nos ha dejado estampas terribles. Pero desde aquí también vemos muchos efectos secundarios, y muy graves, que pasan desapercibidos. Por ejemplo, desde que el conflicto se intensificó en 2012, la gran mayoría de los niños que han nacido en muchas partes del país están sin vacunar. Es muy preocupante porque los pequeños no están preparados para una serie de enfermedades que en otro lugar serían fácilmente prevenibles como el sarampión, la rubeola, el tétanos y la neumonía.
Los grandes desplazamientos de la población huyendo de los combates y el hecho que las autoridades médicas y las ONG no hayamos podido aunar nuestros esfuerzos para hacer frente a este problema —en parte por falta de recursos— han provocado que algunos niños solo hayan recibido una o dos dosis en campañas de vacunación aisladas. Antes de la guerra se vacunaba con normalidad en Siria, pero ahora este problema es habitual. Sobre todo en las zonas controladas por la oposición, que son aquellas donde trabaja Médicos sin Fronteras (MSF) y, por tanto, las que mejor conocemos.
En las áreas bajo mando del Gobierno de Siria, algunas autoridades médicas que trabajan allí nos han comunicado que sí se llevan a cabo campañas de vacunación. Pero MSF, a pesar de haber solicitado el permiso gubernamental, no ha logrado acceder a esta parte del país. También hemos supervisado la condición de niños que llegan desplazados de territorios controlados por el Estado Islámico. La información que tenemos es que ellos tampoco están vacunados, pero desconocemos si es una realidad generalizada.
Riesgo de epidemia
Estamos en una situación de riesgo, pues los desplazamientos masivos de población combinados con la falta de vacunación y el hecho de que esas infecciones se transmiten por el aire, pueden traducirse una expansión de estas dolencias en forma de epidemia que no podamos controlar. Durante el invierno, la población opta por no moverse demasiado porque hace mucho frío. Pero ahora llega el buen tiempo y prevemos que muchos de ellos decidan regresar a sus hogares y lugares de origen. A zonas donde el conflicto ha cesado, como la ciudad de Alepo, o donde el control cambia de manos, como la región de Al Bab.
Algunos niños sirios solo han recibido una o dos vacunas en campañas aisladas
Ya se han documentado casos de infecciones, aunque faltan datos consolidados, y de momento han sido tratados a tiempo. El Sistema de Alertas Tempranas (EWARN), dependiente de las autoridades de Sanidad, reporta casos por todo el país. Por el momento son limitados, aunque ocurren en muchas zonas. Para tratar de paliar este problema, en MSF llevamos a cabo desde hace varios años un programa ampliado de inmunización expandida (PAI), que tiene lugar una vez por semana en nuestro hospital de Al Salamah, en el distrito de Azaz (Gobernación de Alepo). Además, el pasado julio empezamos a enviar equipos a los campos de desplazados del norte para frenar el riesgo de brotes de infecciones.
Nos concentramos en una zona donde estimamos que viven unas 200.000 personas, de las cuales el 17% (unas 34.000) son menores de cinco años. Es un proceso que incluye tres rondas y aún estamos trabajando en ello en colaboración con otros actores humanitarios que son los que practican las vacunaciones. Mientras, nosotros suministramos las dosis, aseguramos la cadena de frío y entrenamos al personal sanitario que las suministra. Por otro lado, en el último año hemos lanzado dos campañas específicas de vacunación contra el sarampión. La última de ellas en enero, después de que se confirmaran siete casos en el campo de Shamareek. En doce días vacunamos a 6.540 niños menores de 15 años, el 93% del objetivo.
Complicaciones en terreno
Pero no siempre resulta todo tan —aparentemente— sencillo. Nos hemos topado con resistencia en algunas comunidades. Creen que las vacunas no son algo bueno… Y es ahí donde entran en juego los equipos de promoción de salud. Su papel es fundamental. Hablan con las madres para que comprendan los beneficios de estas medidas preventivas en sus hijos. Por lo general, una vez han escuchado a nuestros equipos, la aceptación es buena y aquellas familias que tienen varios hijos y ya han pasado por esto se suman rápidamente y comprenden la necesidad.
Las campañas de prevención y vacunación requieren una gran inversión, sobre todo a nivel de recursos humanos. Tampoco es fácil conseguir las dosis. Y tampoco mantener la cadena de frío necesaria para que no se estropeen. Esto nos sucedió en Alepo. Era imposible introducirlas en la ciudad, pues entre julio y diciembre de 2016, estaba en estado de sitio. Y en el caso de que hubiera sido posible, no teníamos un supervisor especializado que pudiera ofrecer garantías para mantener la cadena de frío. Ni por tanto la calidad de las vacunas.
Llegados a este punto, creemos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias de la ONU, así como los actores médicos, deberían presionar para que se aumente la cobertura en cuanto a vacunaciones. Se están dando pequeños pasos, como un programa de inmunización para niños menores de un año en las gobernaciones de Hama e Idlib. También hemos vacunado de tétanos a 5.733 mujeres entre 15 y 45 años de edad, además, llevamos a cabo otras campañas de vacunación en otras gobernaciones de Siria.
Entre julio de 2016 y febrero de 2017, hemos vacunado un total de 35.907 niños menores de cinco años en cuatro distritos de la gobernación de Alepo. Pero no es suficiente. Los niños sirios se merecen una mayor protección ante un futuro complicado.
Sara Ferrer (Barcelona, 1954), es coordinadora médica de MSF en el norte de Siria.
Sara Ferrer (Barcelona, 1954), es enfermera de profesión y ha trabajado casi diez años para Médicos Sin Fronteras (MSF). Empezó su carrera en la República Democrática del Congo, “un auténtico campo de entrenamiento”. Allí los brotes repentinos de enfermedades como el sarampión, cólera o meningitis obligaban a rápidas movilizaciones de emergencia. Tras un recorrido profesional por varios países africanos y también en Yemen, Ferrer es actualmente coordinadora de los proyectos médicos que MSF tiene en zonas de la gobernación de Alepo, en el norte sirio. Ese control se lleva a cabo desde Gaziantep (Turquía), ya que en Siria la organización solo tiene personal local.
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