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Esto es lo que diferencia a un padrazo de un padrecito

Aunque el dicho popular se refiere a las mujeres ("madrazas, madres y madrecitas"), un estudio realizado en España establece un parámetro similar sobre el hombre. ¿Con quién se identifica?

Si es de los que cambian pañales, pide días libres para acudir con su hijo al pediatra, cuida de él cuando enferma, se levanta a las tres de la madrugada a darle un biberón, prepara los purés y las papillas y se ocupa de hacer la colada y comprarle la ropa, puede decirse que entra dentro de los cánones de “padrazo”. En el extremo opuesto se sitúan quienes delegan casi todas las tareas en la mujer. Y en la zona intermedia, los que se adaptan a la circunstancias, por ejemplo, a la situación laboral de la madre. Son los tres perfiles de padres que ha detectado un estudio realizado a 1.130 parejas con niños de 3 a 8 años de edad durante el año 2012 en un centenar de colegios de la Comunidad de Madrid. Pero lo realmente importante de la investigación es que halla la forma de revertir la situación: al medir el grado de participación de los padres respecto a las madres en dieciocho actividades de cuidado infantil, desvela que los padres que disfrutan de bajas de paternidad más largas tienen posteriormente mayor participación en las actividades de cuidado más rutinarias (lavar la ropa del niño o preparar su comida) respecto a los que se incorporan antes a su puesto de trabajo.

“Cuantos más días están de baja, mayor implicación hay después en la crianza de los hijos”, confirma José Andrés Fernández Cornejo, investigador de la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y autor principal del estudio. Una de las razones que da este experto es “que al estar de baja paternal y dedicarse solo al cuidado del hijo pueden cambiar sus actitudes frente a la crianza hacia unas más avanzadas”.

Despertar el instinto paternal

Determinadas habilidades relacionadas con el cuidado de los hijos se activan con la cercanía y, por supuesto, no son exclusivas de las mujeres. Un estudio realizado en la Universidad de Lyon (Francia) con progenitores de ambos sexos (27 padres y 29 madres) para comprobar si los varones eran capaces de distinguir el llanto de sus hijos del de otros bebés, reveló que no existen diferencias en función del sexo, y que la respuesta está determinada por el tiempo que se pasa junto al bebé. Es decir, el instinto paternal se debe cultivar.

Aspecto que confirma David Bueno i Torrens, biólogo e investigador de genética en la Universidad de Barcelona: “Con el nacimiento, en la madre se activan automáticamente una serie de conexiones en el cerebro que despiertan el instinto protector hacia su hijo, que se traduce en las primeras muestras de ternura y amor. En el padre este proceso se desencadena a través del cuidado del hijo, cuando su piel entra en contacto con la del bebé. Por eso es tan importante que el padre disponga de una buena baja paternal”.

"En el padre, el instinto protector se desencadena a través del cuidado del hijo, cuando su piel entra en contacto con la del bebé" (David Bueno i Torrens, biólogo e investigador de genética)

El psicólogo Pau Obiol, experto en psicoterapia del bienestar en ISEP Clínic Barcelona, opina que la tradicional adjudicación de roles entre hombres y mujeres por las diferencias biológicas y genéticas ya no se corresponde con la realidad: “Predisponía a las mujeres a un papel más enfocado a las tareas de crianza mientras que al progenitor masculino se le adjudicaban funciones de sustento económico o figura de autoridad y disciplina, pero los estudios recientes han demostrado la falacia de estas capacidades inherentes a cada uno de los sexos respecto a la crianza de los hijos. La baja paternal es una medida que favorece el cambio de paradigma que estamos viviendo, donde el hombre se sitúa a un nivel similar al de la mujer en las funciones de asistencia a los niños”.

Más salario, menos implicación

Uno de los datos que llaman la atención del estudio realizado por Fernández Cornejo es que los padres con mayores salarios pasan menos tiempo con sus hijos, es decir, anteponen lo laboral a lo emocional. “Lamentablemente, en países como España, donde la conciliación de la vida familiar y laboral es muy difícil, a menudo se presenta el dilema entre el crecimiento profesional y una maternidad o paternidad activa”, denuncia Cornejo. Entre las profesiones que anteponen el trabajo al ejercicio de la paternidad, el investigador cita a quienes ocupan puestos de dirección de empresas y organizaciones. “Cuanto más absorbente es el profesión, menos tiempo se tiene para los hijos”, apostilla.

La no implicación en el cuidado de los hijos desde su nacimiento conlleva costes emocionales, tal y como explica David Bueno i Torrens: “Los vínculos emocionales se establecen durante los primeros meses de vida del niño y quedan impresos en el cerebro, en forma de conexiones neurales específicas y de patrones neurohormonales, por eso una vez establecidos resulta más sencillo mantenerlos”. Este biólogo también expone que además es necesario que se perciba, tanto socialmente como dentro del ámbito familiar, que el cuidado del padre tiene el mismo valor e importancia que el de la madre. “A menudo se oye decir que durante los primeros meses el hijo busca a su madre, lo que en parte excluiría el papel de padre. No es cierto, el hijo busca a sus cuidadores, que deben ser madre y padre”, afirma.

Además de crear vínculos de apego, la implicación del padre en la crianza aporta grandes beneficios al hijo, ya que fortalece su autoestima y mejora el desarrollo psicológico, explica el psicólogo Pau Obiol. Y algo muy importante, ayuda a que el niño aprenda nuevos modelos sociales: “El padre, al igual que la madre, es el primer modelo de comportamiento que conoce el hijo y el primer modelo de masculinidad que percibe. Por tanto, en la mano de los padres está que los hijos aprendan roles de género o que sigan perpetuando los tradicionales”.

Por fortuna, la tendencia se está invirtiendo, según apunta el investigador Fernández Cornejo, y ser un buen padre ya no incluye como antaño mantener económicamente la familia y ser una figura disciplinaria, sino que engloba implicarse desde el principio en la crianza y corresponsabilizarse con la madre. “La tendencia es que aumente el número de hogares donde ambos progenitores tengan ingresos económicos similares o incluso la madre ingrese más”, anticipa.

El cambio ya se refleja en las redes sociales, donde los tutoriales de padres que enseñan a hacer coletas a otros padres se hizo viral, y hasta en la publicidad: hoy una conocida marca de muñecas basa su spot publicitario en hacer ver que los progenitores también pueden jugar con muñecas.

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