Electrónica de Sur a Sur
Electropique combina música y arquitectura para revolucionar la escena cultural marfileña
"La primera vez que lo vi, se me puso la piel de gallina al imaginar a Raoul K pinchando allí", dice la arquitecta y DJ Paola Bagna (Empuriabrava, 1981). Y describe, con la pasión de una enamorada de Mies van der Rohe y el Bauhaus, el edificio que fue antigua sede de la compañía eléctrica EECI en el barrio de Plateau, en Abiyán. Bagna es una de las cofundadoras de Electropique, un proyecto que mezcla electrónica y arquitectura y que ha celebrado su último evento este sábado, con sendas sesiones de Raoul K y el islaelí Red Axes en el INSAAC, el Instituto Nacional de Artes y Acción Cultural de Abiyán. A la música se suman varios extras: una visita guiada al barrio de Plateau de la mano del arquitecto marfileño Issa Diabaté, una exposición sobre la arquitectura del INSAAC y un debate con Red Axes y Yakomin este lunes.
Paola habla desde el aeropuerto de Barcelona, donde espera el vuelo que la devolverá a Costa de Marfil tras tres semanas en España. Lleva ya dos años establecida en Abiyán, una urbe que le permite trabajar en sus dos pasiones, la arquitectura y la música electrónica, y donde Electropique se abre hueco gracias al apoyo de instituciones como el Instituto Goethe, a la Embajada de España en Costa de Marfil y al interés que está despertando entre un público un poco huérfano tanto en cuestión de arquitectura como de electrónica.
Bagna precisa que completó la carrera de arquitectura en Barcelona y que trabajó posteriormente en grandes urbes europeas como Londres, París y Berlín, antes de recalar a la vera de la Laguna Ebrié.
"La música y arquitectura son mis dos grandes pasiones, aunque no sabría decir cuál de las dos va primero", aduce. Y cuenta que, en seis años en Berlín, tuvo la oportunidad de descubrir más a fondo el género electrónico, gracias a la vasta y variada oferta de clubes y eventos de la ciudad y a buenos amigos metidos en el sector. "Por pura afición, empecé a hacer mi colección de vinilos y monté mi mesa de mezclas en casa. Cuando llegué a Abiyán, me faltaba todo eso y paralelamente, por curiosidad, me fui poniendo al día en la música electrónica local y en la africana en general", dice.
Paola descubrió así a Raoul K, un DJ de Agboville (Costa de Marfil), que se exilió en Alemania en 1992 y que ahora vive en Lübeck, donde integra instrumentos tradicionales de su tierra, como balafones o koras, en su repertorio. "Escribí al Instituto Goethe y su directora para poder hacer un proyecto con él", continúa Paola. A los dos días, la directora del Goethe, Henrike Grohs, la llamó y quedaron. Bagna descubrió a una mujer apasionada por la cultura y capaz de aunar un escrupuloso respeto por su tierra de acogida, Costa de Marfil, con una iniciativa entusiasta y un profundo conocimiento de todo tipo de expresiones artísticas contemporáneas.
Grohs le dijo que la electrónica era un género nuevo en el país, donde todavía no se conoce ni hay escena. También que si se lanzaba a un proyecto de este tipo, no quería hacer algo para expatriados, una suerte de segregación cultural para blancos, sino trabajar para los locales."Me lanzó el reto. Hablé con una compañera marfileña, Isa Guipro, y montamos Electropique. Queríamos presentar una electrónica mezclada con música del continente y poder ofrecer un producto con el que la gente pudiera sentirse identificada", añade la arquitecta.
Electropique ha organizado varios eventos tras su fundación en 2015, desde fiestas en locales con artistas del continente como Steloo (Ghana), Black Charles (Costa de Marfil) o DJ Cortega (Senegal) hasta talleres con niños. No querían quedarse en la pura y simple fiesta nocturna: deseaban ir un poco más allá, llevar el proyecto al terreno del intercambio cultural. Bagna dice que, al principio, reunían a un centenar apenas de personas en los eventos que programaban, pero que el público se ha ido ampliando con el tiempo hasta quintuplicarse. Y que sigue creciendo. Son novedosas, tienen precios populares y además, han descubierto un nuevo filón creativo que da un punto diferente a su trabajo: la conexión con la arquitectura.
"Henrike Grohs me llevó por el barrio de Plateau, donde existe una serie de edificios emblemáticos, muchos desconocidos o abandonados. Hay un patrimonio arquitectónico increíble. Descubrimos el hall del edificio de la compañía eléctrica y ahí entró en escena Luis Prados, el embajador de España", apostilla.
A la vista de todos e ignorado por la mayoría, como gran parte del "brutal" catálogo arquitectónico de la capital económica marfileña, este singular rascacielos se les reveló, con su hall adornado con elevadas columnas de mármol y sus vidrieras deslumbrantes, como el sitio perfecto para servir de escenario a la electrónica africanizada de Raoul K. Sin embargo, Bagna era consciente de que era imposible que ella contactara directamente con el propietario del rascacielos y habló con el embajador Prados, que ya le había comentado anteriormente su interés por lanzar un proyecto en torno a la arquitectura. Él realizó la gestión necesaria para que Electropique pudiera usar el edificio. Raoul K pinchó allí, aunque Henrike Grohs no pudiera verlo, asesinada en el atentado del año pasado en Bassam, apenas un mes antes del evento.
Un nuevo concepto había nacido: Electropique no sería sólo una fiesta de noche ni tampoco presentar a artistas próximos al sonido africano y electrónico, sino que también ayudaría a sus fieles a descubrir espacios que la gente no ve de primeras, que pasan desapercibidos, pero que son muy interesantes. De ese primer evento surgió también la colaboración con Issa Diabaté, uno de los jóvenes arquitectos más prestigiosos e innovadores del país. La música se completó con una exposición y una charla previas de Diabaté y se hicieron fotos antes y durante el evento para ver cómo cambia el espacio cuando se crea una atmósfera.
En esa misma línea, la cita del sábado pasado con Electropique cuenta con el apoyo de las embajadas de Israel y España y prosigue la colaboración con Diabaté y la vocación multidisciplinar.
"La idea es trazar puentes entre artistas, espacios, gente", subraya Bagna. "Red Axes pasará unos días en Abiyán no sólo para el evento sino también con sesiones de intercambio musical con la banda marfileña Yakomin y con estudiantes de música. Quizás grabarán un posible EP, quién sabe. Es de los proyectos más bonitos que he hecho hasta ahora".
Bagna explica que en África no está todo tan regulado como en Europa y eso significa que hay un poco de libertad y muchas oportunidades por explorar. "Si le pones ganas, esfuerzo, paciencia y contactos, puedes llevar a cabo ideas y proyectos que, quizás, tendrían otro tipo de dificultades en Europa", señala. "Esto no lo haría en Barcelona o Berlín, pero aquí contamos con instituciones y buena gente que apoya. Que la escena sea muy nueva también ayuda. La gente es curiosa y tiene ganas de novedad".
La conexión Londres - Adis Abeba - Abiyán
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