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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Diga adiós, señor Villar

El presidente del fútbol español, imputado por malversación, debe renunciar a la Federación después de 29 años de mandato

Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol
Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de FútbolFRANCE PRESS

Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), y la propia Federación como persona jurídica, tendrán que declarar como investigados (la figura jurídica que antes se conocía como imputados) por prevaricación, malversación y apropiación indebida de 1,2 millones de euros de dinero público. Esta cantidad le fue concedida a la Federación en calidad de subvención para impulsar la candidatura de España y Portugal al Mundial de 2018, concedido por la FIFA, en circunstancias harto sospechosas, a Rusia. Este debería ser el final de la carrera de Villar como gestor futbolístico.

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En el fútbol rigen las mismas reglas que (teóricamente) se aplican en política. Es decir, al presidente de la RFEF hay que concederle la presunción de inocencia; pero es responsable de tomar decisiones que afectan a dinero público, por lo cual debería apartarse de su cargo y dedicarse a explicar sus decisiones ante el tribunal, que será tarea ardua. La investigación abierta por el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Majadahonda debería ser razón suficiente para que Villar presentara su dimisión. Pero este no es el único caso dudoso en el que se ha visto implicado Villar. Recuérdese que las ayudas irregulares al Recreativo de Huelva y al San Marino (subvenciones concedidas sin avales preceptivos); o su activa participación en el fútbol mundial, como vicepresidente de la FIFA durante el periodo del Fifagate, un caso de corrupción extendida y arraigada que le costó el puesto al presidente Joseph Blatter; o su proximidad a Michel Platini, también desplazado por casos de corrupción de la presidencia de la UEFA; o las artimañas para aplazar las elecciones a la presidencia de la RFEF, que finalmente se celebrarán en mayo

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Villar es el único superviviente del Fifagate; el organismo mundial merece un borrón y cuenta nueva para aquella etapa nefasta. En España, Villar ha convertido la Federación (en línea con sus antecesores, hay que decir) en una organización clientelar, construida sobre intercambios de favores —los casos del Huelva y el San Marino son un ejemplo— con elección garantizada al dispensador de mercedes. Después de casi 29 años de mandato, el fútbol español, probablemente el más brillante de Europa gracias al dinero de los clubes, se merece un presidente nuevo, a ser posible limitado a dos mandatos de cuatro años, sin relación alguna con la etapa de corrupción del fútbol internacional. Es una oportunidad para que Villar renuncie de una vez por todas a esa Federación que considera como una finca propia.

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