El aliado de mi aliado es mi aliado

La historia de España y Marruecos está protagonizada por la guerra. Desde el siglo XIX ha habido al menos cinco guerras entre españoles y marroquíes. Unas contra el sultanato de Marruecos, otras frente a las tribus rifeñas y alguna con el moderno Estado de Marruecos. Además, hubo otros donde casi estalla el conflicto, como durante la Marcha Verde o cuando se atascaba el acuerdo pesquero. Sin embargo, y Perejil aparte, desde hace 40 años hay paz entre los vecinos. ¿La explicación? Que entre los países hay algo parecido al amigos de los amigos de Facebook que pacifica las relaciones internacionales.

Esa es la conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores estadounidenses tras estudiar las guerras entre los países desde 1965. Rastrearon miles de conflictos, desde guerras abiertas hasta pequeñas escaramuzas, buscando lo contrario: qué evitaba o, al menos reducía la probabilidad de conflicto. La primera conclusión de su trabajo es obvia: aquellos países que tienen algún pacto bilateral no guerrean. Basta ver el cambio de las relaciones entre Francia y Alemania (y antes Prusia) que, como malos vecinos, se pasaron casi toda la historia contemporánea invadiéndose el uno al otro. Tras la firma de los acuerdos que germinaron en el entonces Mercado Común y su participación en la OTAN, la paz reina entre germanos y galos.

Pero el estudio, publicado en Science Advances, muestra algo más inesperado: aquellos Estados que sin tener un acuerdo entre ellos, comparten aliados indirectos parecen beneficiarse también de los efectos beneficiosos de esos acuerdos. Y son datos obtenidos de más de un millar de pactos bilaterales.

La probabilidad de guerra entre dos países conectados por un tercer Estado es un tercio menor

"En 1981, España estableció una alianza directa con Francia, reduciendo la que había sido hasta entonces la ruta más corta entre España y Marruecos: España-EE UU-Francia-Yibouti-Marruecos", dice el profesor de ciencia política de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) y principal autor del estudio, Skyler Cranmer. La España de Franco tenía un pacto con los estadounidenses desde 1953 y estos estaban aliados con Francia dentro de la OTAN. Por su parte, los franceses mantenían un acuerdo militar con su antigua colonia del Cuerno de África que, a su vez, tenía un pacto con el Reino de Marruecos. Esa era la débil conexión entre dos países que comparten frontera.

Pero España y Francia firmaron un acuerdo meses antes de que la joven democracia española entrara en la OTAN, lo que convirtió a españoles en amigos de amigos de los marroquíes y viceversa. "Pasar de cuatro grados de separación en la red a tres grados reduce la probabilidad de conflicto alrededor de un tercio de media", explica un Cranmer que, además de politólogo, es especialista en redes complejas. Esto muestra, en su opinión, que "el impacto pacificador de una alianza entre dos países va más allá de los dos que firmaron el acuerdo".

Aún más, el bálsamo de la paz se extiende un grado más allá en la red formada por los Estados. Incluso los países conectados por tres grados de separación en la red siguen teniendo unas relaciones más pacíficas que los que se encuentran más allá de ese umbral. De hecho, el estudio muestra que el efecto pacificador no se reduce de forma lineal a medida que la distancia entre dos Estados aumenta.

Lo que sucede a partir del cuarto grado es que la probabilidad de vivir en paz decae de forma abrupta. Desde aquí, que era el dibujo de la relación España-Marruecos hasta 1981, la probabilidad de conflicto se dobla. "Cuando tienes cuatro grados de separación, los países en cuestión parecen no tener ya mucho en común, los tres grados parecen ser el límite del efecto pacificador que tiene eso de el aliado de un aliado es mi aliado".

Las guerra entre España y Marruecos se acabaron cuando redujeron su distancia en la red de acuerdos internacionales

Este decaimiento es propio de las redes sociales. Para el investigador en ciencia de redes de Escuela Técnica Federal de Zúrich, David García, "las redes que analizamos son lo suficientemente pequeñas y densas como para que la distancia promedio entre nodos sea más o menos cuatro, al llegar a la distancia cuatro de un nodo, lo que haces es llegar al promedio de la red, casi como elegir un nodo al azar".

El mismo límite pareció encontrar un estudio realizado por la propia Facebook. El año pasado, intentando validar la teoría que predice que dos personas cualesquiera están conectadas por seis grados de separación, el laboratorio de investigación de la red social vio que, al menos en su red, todos estamos conectados por un promedio de 3,57 personas.

García enmarca todo esto en una teoría de la sociología y la ciencia de redes conocida como balance o equilibrio estructural: "La teoría predice que hay estructuras que no deberían de ser posibles. La versión débil postula que dos personas que comparten enlaces positivos con un tercero no pueden tener un enlace negativo entre ellos. La versión fuerte dice que dos personas que comparten un enemigo no pueden ser enemigas entre ellas". Algo así sucede también en las relaciones internacionales.