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“Fiscalizadas, así se sienten todas las mujeres y madres del mundo”

La visión de una mujer, madre, editora de una multinacional y bloguera empoderadora de niñas. Todo a la vez

Iria Marañón con sus dos hijas.
Iria Marañón con sus dos hijas.Álbum familiar

Cuando me puse por primera vez las gafas violetas, supe que no me las quitaría jamás, en mi cabeza hizo un clic para siempre. Así que fui muy consciente de que los machismos cotidianos a los que hacía frente como mujer, se incrementaron hasta el infinito con la maternidad: en mi caso, tuve que salir del sistema sanitario convencional para poder tener dos partos respetados y evitar así la episiotomía (una incisión quirúrgica en la zona del perineo para acelerar el parto y la salida del feto), la ablación de los países de occidente —lo dice el ex director del departamento Materno-Infantil de la OMS, no yo—.

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Cuando nació mi primera hija, le di biberones (ni os imagináis lo mala madre que me he sentido por este motivo y lo que admiro a las mamás que han conseguido largas lactancias). Leía libros sobre crianza que recomendaban una educación poco realista de implementar en el siglo XXI, con ambos progenitores trabajando fuera de casa, así que asumí pronto que no sería una madre perfecta y que las mujeres tendemos a abarcar más de lo que nos corresponde cuando somos madres dentro de una relación heterosexual. Con mi segunda hija, directamente me ahorré las frustraciones. Pero eso no evitó que me sintiera fiscalizada, como se sienten todas las mujeres y madres del mundo: si eres una mamá gorila te juzgarán porque no tienes vida propia, si tienes vida propia porque no te ocupas de tus criaturas, si te arrepientes de haber tenido hijos eres mala persona, si no te arrepientes eres una intensa, si no tienes hijos eres una egoísta… y así hasta el infinito.

También he sido abiertamente discriminada para determinados puestos de trabajo por ser madre. Para mí, lo difícil es encontrar el equilibrio entre lo que asumo y lo que dejo que asuman otras personas. Conciliar el trabajo y la familia es complicado, pero he aprendido que decirle que sí a algo significa decirle que no a mis hijas, y que eso no tiene por qué ser necesariamente algo negativo: mantener un trabajo que me gusta fuera de casa, vida social, inquietudes, aficiones y un espacio ajeno a mis hijas, les enseña que la identidad de las mujeres no está definida por de quién somos madres o parejas, y que nuestro desarrollo personal es fundamental para ser felices.

Cuando mi pareja y yo decidimos tener hijos, pactamos ingenuamente que esta aventura la compartiríamos al 50 %. Y aunque tengo una pareja implicada con quien comparto las tareas del cuidado de nuestras hijas y de la responsabilidad del hogar, es cierto que soy yo la que a menudo tengo que pensar en la organización y toma de decisiones.

El 8 de marzo paré durante media hora en mi puesto de trabajo. El 8M es una fecha que existe para recordar a la sociedad que las mujeres seguimos luchando por la igualdad de derechos, todavía nos siguen matando, nos siguen invisibilizando y seguimos infrarrepresentadas. Las mujeres hemos entrado en el mercado laboral, pero ahora les toca a los hombres entrar en el hogar y tener corresponsabilidad real. No felicité a mis congéneres porque para mí no es una celebración sino una reivindicación feminista. Pelearé contra el heteropatriarcado y el machismo los 364 días restantes.

Iria Marañón nació en Madrid el 15 de septiembre de 1976. Y ahí sigue viviendo. Estudió Filología Hispánica y es editora en una multinacional de educación. Desde su blog, Comecuentos Makers, quiere empoderar a las niñas y despertar inquietudes en los niños y niñas desde una perspectiva feminista.

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