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La estabilidad política y la pensión de sus señorías

Si hubiera elecciones antes del 15 de septiembre, 591 parlamentarios perderían sus privilegios

Daniel Verdú
Vista general del Parlamento Italiano en la actual legislatura.
Vista general del Parlamento Italiano en la actual legislatura.Alessandro Bianchi (REUTERS)

La fecha clave es el 15 de septiembre. Ese día, 591 diputados y senadores italianos cumplen sus primeros cuatro años y seis meses de mandato y entran en el selecto grupo que percibe una pensión a partir de los 65 años. Si la legislatura termina antes, no hay trato. Nadie se hará rico con ello, son unos 1.000 euros al mes. Pero ayuda a ver el futuro de otra forma. De modo que cuando se habla de elecciones anticipadas en Italia (a celebrarse antes de verano) es fácil imaginar a quién no le convienen. La “estabilidad política” que suele invocarse, pues, es ciertamente relativa.

Esta semana el Movimiento 5 Estrellas (M5S), uno de los partidos que más parlamentarios tiene entre el grupo de los aspirantes a la pensión, ha iniciado una campaña para abolir lo que consideran un “privilegio medieval”. Luigi di Maio, el joven vicepresidente de la cámara (30 años) y político mejor situado para ser candidato del M5S, ha lanzado su ofensiva azuzando las bajas pasiones: si no se retira el “privilegio”, convocará al pueblo a las puertas de la cámara. Además, publicarán la foto y el nombre de todos aquellos parlamentarios que se nieguen a firmar la renuncia.

Pero las prebendas de sus señorías italianas todavía eran muy superiores en la anterior legislatura: hasta cinco veces. El formato se revisó y pasó de retributivo a contributivo. Es decir, técnicamente los vitalicios ya fueron abolidos. Aun así, Di Maio no descansa en su guerra. “Es mentira, la pensión de los parlamentarios es un vitalicio enmascarado, un privilegio medieval que llama a la venganza y que queremos abolir con una simple resolución”. El ahorro, calcula, será de 20 millones anuales para los ciudadanos.

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No parece que nadie vaya a hacer nada. Pero hasta que le hagan caso, Di Maio amenaza con presentarse cada día en el despacho de la presidenta de la cámara, Laura Boldrini, con un jubilado —cartilla en mano— que haya cotizado más de 40 años para lograr una pensión similar a la que recibirán sus señorías. De su poder de convicción podría depender la “estabilidad política”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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