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14 formas de vencer el estrés, según los más estresados del mundo Un bombero, una controladora aérea, un cirujano, un conductor de ambulancias, una cooperante… Esto es lo que hacen para manejar la tensión diaria. Aplíquese el cuento Diego Martínez, conductor de ambulancia en Logroño: “Hacemos turnos de 12 horas y, durante ese tiempo, o no pasa nada o pasa todo de golpe. Se dan casos en los que tenemos que salir corriendo porque hay un paciente que está tirado en la calle y no responde. Entonces sabemos que el tiempo no juega a nuestro favor: los cuatro primeros minutos en una parada cardíaca son cruciales, así que el ritmo es frenético. A la urgencia en cuestión se suma el tráfico, la velocidad que alcanzamos, los semáforos en rojo y las condiciones meteorológicas. Para no perder los nervios intento concentrarme en el aviso y sobre todo en estar tranquilo para calmar a quien estemos atendiendo y transmitirle confianza. Al acabar un servicio traumático como, por ejemplo, un accidente con varios heridos graves; una vez hemos dejado a los pacientes en el hospital y hemos recogido nuestro material, es entonces cuando empezamos a sentir los nervios. Fuera de allí, procuro salir a correr y también participo en un torneo con mi equipo de fútbol sala. Eso me ayuda a mantener la cabeza ocupada”. Susana Romero, controladora aérea en el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago de Compostela: “Mi trabajo tiene momentos puntuales de estrés y aprender a manejarlo es una parte importante de nuestra formación inicial. Durante un año y medio realizamos exámenes semanales que debemos superar, y nos vemos inmersos en situaciones complicadas en las que tenemos que demostrar un alto nivel de tolerancia a la frustración. En cualquier momento puede producirse una emergencia y tenemos que reaccionar muy rápido: no podemos bloquearnos ni quedarnos pensando más de lo debido porque cada segundo cuenta en el mundo de la aviación. Por eso lo importante es mantener la calma y no venirse abajo. Al salir del trabajo, me concentro en desconectar al completo hasta el siguiente turno: suelo pasar tiempo al aire libre con mi hija, en el monte; practico mucho deporte y me rodeo siempre que puedo de animales. Tengo una asociación de protección animal que se llama Abeiro y estar allí me relaja muchísimo. Además, casi no miro el teléfono móvil ni veo la televisión”. Diego García, bombero: “Cuando llegas al lugar en el que se ha producido un accidente de tráfico y hay gente atrapada en un coche, la carga de estrés es muy alta porque tienes que actuar rápido y bien para evitar que la complicación sea aun mayor. Nuestra formación es continua; además, tenemos que tener una buena complexión física por seguridad propia: el equipo que llevo para una intervención pesa como mínimo 30 kilos. Pero una vez allí no piensas en nada más, te aíslas del resto. Y si la gente a la que vas a ayudar está desbordada porque, a lo mejor, su casa está ardiendo, tienes que intentar darles seguridad y calmarlos. Algunos necesitan distraerse haciendo algo y otros prefieren estar solos. Como realizamos turnos de 24 horas, necesitamos tiempo para desconectar y olvidarnos de lo que vimos e hicimos, por eso el deporte me va muy bien cuando estoy agobiado. Corro, me voy a dar una vuelta con la piragua y trato de tener la cabeza ocupada; también me gusta mucho la naturaleza, dar paseos por el monte y practicar paddle surf . En el mar desconectas totalmente: allí nadie te agobia y no hay ruido de coches”. José María Jover, presidente de la Asociación Española de Cirujanos (AEC ): “A nosotros nadie nos enseña a gestionar el estrés. Pero cuando entras al quirófano y tienes todo bajo control, esta sensación disminuye; aumenta cuando sientes que no manejas la situación, bien porque la intervención se ha complicado o bien porque el enfermo es más complejo de lo que parecía. En momentos así lo mejor es respirar hondo y encontrar una solución con los conocimientos, la técnica y la experiencia que tienes. Contar con un equipo con el que trabajas a gusto también te tranquiliza porque sabes que si pasa algo, tienes a buenos profesionales que van a responder. Pero si no es así, tu nivel estrés aumenta. Antes de una intervención, es importante ir relajado (y haber desayunado y dormido bien), como lo haría un atleta si al día siguiente tuviese que competir. Tenemos que cuidar nuestro cuerpo porque la cirugía, además de un aspecto técnico es también un aspecto físico: a veces pasamos muchas horas en el quirófano de pie en un lugar en el que hace mucho calor. Por eso casi todas las tardes que tengo libres voy al gimnasio o monto en bicicleta”. Diego Veiga, barman en el pub Ummagumma , en A Coruña: “Hay dos ocasiones en las que puedo sentir estrés: cuando me veo sobrepasado por el número de clientes o porque ocurre algún tipo de incidencia. En el primer caso, lo fundamental es estar rodeado de un equipo con los que tengas un entendimiento total, y ser consciente de que si alguien alza la voz en un momento de estrés, no es algo personal. Y en los momentos de crisis lo importante es saber que lo sacaremos adelante juntos. En ocasiones me voy a un rincón a tomar aire y me recuerdo que es solo trabajo y que el 90% de las veces sale bien. Es puro instinto de supervivencia. Si entra un cliente que sabes que va a causar problemas, lo mejor es tener mano izquierda y explicarle tranquilamente que allí nadie quiere pasar un mal rato. Para eso hay que lograr un nivel de autocontrol que se consigue con los años. Cuando trabajas de cara al público intentas mostrar lo mejor de ti a pesar de tener problemas, como todo el mundo, así que en mi tiempo libre intento estar solo en casa y hacer pocos plantes sociales, leyendo o escuchando música”. Juan Ramón Gonzalo, director de contenidos de la productora Quarzo: “A mi trabajo tengo que dedicarle muchas horas y nunca puedo desconectar porque producimos dos programas diarios de actualidad en directo. Estoy todo el día pendiente de lo que pueda pasar para que no se me escape nada, y tengo que estar siempre enganchado y conectado; también los fines de semana, incluso cuando me voy de vacaciones. Además, tenemos que estar pendientes de los cambios y de seguir introduciendo novedades. La parte mala de la televisión es que pasamos un examen diario, por eso uno de los momentos de más nerviosismo es cuando cada mañana a las 8 recibimos los datos de la audiencia del día anterior y sabemos si hemos aprobado o no. Con los años aprendes a relativizar, porque en muchas ocasiones no es algo que esté en tus manos: solo me pongo nervioso si considero que no he hecho lo que debería, pero si no es el caso, me tranquilizo. Cuando me encuentro en una situación complicada, consigo mantener la calma; me paro unos segundos y tomo una decisión rápida, después ya no dudo y sigo adelante. Es importante que te vean con determinación para generar seguridad en tu equipo. Aun así, lo que más echo de menos de cuando dirigía programas es la adrenalina, la tensión y los nervios de los imprevistos. Los fines de semana desconecto dedicándole el mayor tiempo posible a mis hijos o saliendo a cenar y bebiendo una copa con mis amigos. Y, durante el día a día, como un poco de chocolate para relajarme”. Miguel Pérez (nombre ficticio), militar destinado a Afganistán en dos ocasiones: “Mi trabajo es estresante porque durante las misiones internacionales estamos de guardia de manera continua todo el tiempo que dure la misión. Allí me relajo haciendo mucho deporte y cansando mi cuerpo para poder dormir. También veo películas o llevo a cabo actividades que requieren mucha concentración para desconectar. Además, llamo a casa para tranquilizar a mi familia porque eso me preocupa mucho cuando estoy lejos. En los momentos de máximo estrés llevamos a cabo actividades relajantes, como la técnica de relajación muscular de Jacobson, que consiste en realizar una respiración profunda completa para aliviar la tensión muscular. Y cuando vuelvo a casa intento que mi vida se normalice lo antes posible y me centro en restablecer la rutina como si no hubiese pasado nada. Salgo con mis amigos y bebo unas cervezas con ellos; cuando estoy trabajando no puedo probar el alcohol porque siempre existe la posibilidad de tener que intervenir en cualquier momento”. Luisa Izuzquiza, coordinadora de la ONG Rowing Together en el norte de Grecia: “La presión es intensa a cada minuto: debemos retener mucha información y vivimos muchas emociones; todo en cuatro idiomas, dos de los cuales (griego y árabe) desconozco casi por completo. Sobre el terreno trabajamos 14 horas al día y 7 días a la semana: pasamos 10 horas en la ambulancia y al llegar a casa siempre nos quedan cosas por hacer. Es importante que las médicas se tomen el tiempo que necesiten para analizar cada caso; para hablar con las mujeres y distender el ambiente: transmitir bienestar también es ayudar. Pero cuando necesitamos un respiro, nos tomamos diez minutos y nos comemos una manzana disfrutando del sol. A veces esos pequeños descansos son los que alivian las jornadas. El humor también es fundamental: bromeamos, cantamos y bailamos entre paciente y paciente, incluso en las consultas. Personalmente, si estoy muy agobiada, paro unos minutos, paso mis ideas de la cabeza al papel y hago una lista en la que priorizo. Me apoyo en mi equipo: delego y expongo problemáticas para buscar soluciones conjuntas. También pongo un empeño especial en recuperar horas de sueño, y en comer bien y de manera equilibrada. Al volver, intento no abarcar todos los planes; espacio los reencuentros y a la vez dedico siempre algo de tiempo para mí, para digerir la experiencia”. Iria Domínguez, directora de comunicación de Kling : “Mi trabajo consiste en hacer de intermediaria entre la marca y los medios de comunicación. Por eso las situaciones que me resultan más estresantes son los lanzamientos de colecciones y las presentaciones a la prensa. También me agobia tener que asistir de manera frecuente a eventos y la necesidad que tengo de relacionarme con gente de fuera de la oficina. Esa parte, la de las relaciones públicas, me afecta a nivel personal porque después ya no sé si esas son mis relaciones personales o forman parte del trabajo. A veces eso me confunde, pero la parte positiva es que siempre acabo haciendo amigos. Cuando me estreso, intento ser realista y pensar que nada puede ser tan grave como para que merezca la pena sentirse tan mal. Y cuando salgo, para relajarme y olvidarme del trabajo, intento hacer cosas que no tienen nada que ver con el mundo de la moda. Me esfuerzo por distraerme, ir a pasear al Retiro (Madrid) y desinformarme. Para mí, la clave está en no consumir información y no tener ningún tipo de incentivo visual. También me tranquiliza mucho ir al gimnasio o ver una película”. Eduardo Sánchez, médico en el Hospital San Pedro de Logroño: “El ritmo suele ser frenético; el servicio se sobresatura y muchas veces puede llegar al borde del colapso. Durante los turnos no paramos y tenemos la sensación de que hay mucha gente que no estamos viendo y que, aunque vayamos más rápido, no va a mejorar la situación. Así que entre los pacientes pendientes de pruebas, los que están esperando y las urgencias que pueden llegar en cualquier momento, se produce una situación de estrés continuo que es difícil de asimilar. Para relajarme, a veces pongo música, sobre todo rock duro y heavy (que aunque no lo parezca me hace concentrarme más en lo que estoy haciendo) y hablo con los compañeros que ya conozco. Lo más importante es tratar de mantener la calma y no perder los nervios ni dejarte llevar por la ansiedad, porque dudar puede inducirte a cometer errores tanto con los enfermos como con sus familiares. Cuando salgo del trabajo lo que más me tranquiliza es estar con mi pareja, que es enfermera de urgencias y sabe por todo lo que paso, practicar crossfit unas cuatro veces por semana (durante esa hora de deporte intenso no pienso en nada, desconecto y después me siento exhausto), tocar la guitarra con mi grupo y salir de gira”. Manuel Martínez, teleoperador: “Trabajo durante siete horas al día con siete pausas visuales de cinco minutos y un descanso de veinte minutos. El volumen de llamadas suele ser elevado, pero al tratarse de casos muy similares suelo solventarlos sin demasiado esfuerzo; lo que me cansa más es la monotonía del trabajo, por eso intento hablar mucho con compañeros: comento con ellos las llamadas de los clientes para que el ambiente sea lo más distendido posible. Para llegar a mi puesto de trabajo relajado, me gusta ir y volver caminando durante algo más de media hora para despejarme. Fuera de allí me refugio en la música, la lectura, el cine, las cervezas con los amigos. También disfruto de madrugar para aprovechar las mañanas, porque mi turno es vespertino. Así puedo pasear por la playa, ir a tiendas de segunda mano u ocuparme de mi casa”. Javier Meizoso, policía local: “El estrés lo puede generar la incertidumbre —las urgencias, los hechos delictivos, la seguridad ciudadana— que pone en alerta muchos de nuestros mecanismos de defensa más primitivos e incrementan el nivel de ansiedad a niveles altísimos, o la actividad habitual. Gestionarlo depende de la capacidad que tengas para usar técnicas psicológicas y de comunicación que te faciliten la relación con los ciudadanos, pero también de otorgar una importancia mayor a las intervenciones diarias que nos producen satisfacción y reconocimiento. Actualmente, realizamos jornadas intensivas de 8 horas, en horario de mañana, de tarde o de noche, entre las 21:30 y las 06:30. El ritmo viene impuesto por las necesidades de la ciudad y estas pueden surgir y cambiar de un momento a otro. Para relajarme recurro al judo verbal (técnica de comunicación especialmente usada por los cuerpos de seguridad), al feedback tras las actuaciones y el apoyo por parte de mis compañeros. Fuera del trabajo, yo desconecto con mi familia y mis amigos, y también practicando ejercicio”. Ithiel Turrado, analista financiero en San Luis, Misuri (EE UU): “Mi trabajo es bastante estresante porque mi jornada dura al menos 9 horas, y 5 de ellas son muy frenéticas. Durante la época de ganancias podemos trabajar hasta 15 horas al día y a un ritmo bastante alto. Pero yo no considero que este sea mi trabajo sino una forma de vida que he escogido en la que todo gira en torno a mi actividad laboral. Creo que el estrés se combate a base de amor por lo que haces. También es parte de su atractivo porque me ayuda a tener buenos resultados. En mi opinión lo más importante es priorizar el tiempo cuando estoy en la oficina. Una vez fuera me gusta disfrutar de la calma y estar con mi mujer sin nadie más. Porque a mí lo que me carga las pilas es estar solo leyendo y viendo buenas películas, aunque el deporte también me relaja mucho”. Raquel Manteiga, colegiada de fútbol-sala: “Me resulta estresante cuando la gente desde las gradas te insulta o los propios futbolistas te menosprecian, pero eso ya no me pasa porque llevo muchos años arbitrando y ya me conocen todos. Empecé relativamente tarde, a los 24 años, y entonces ya era lo suficiente madura para que los comentarios machistas por parte de hombres y también algunas mujeres no me afectasen, pero hay chicas de 14 años que empiezan con el arbitraje y después deciden no seguir por culpa de todo esto. Con todo, yo arbitro en fútbol sala y la violencia verbal es menor que en la liga de fútbol más mediático. Mientras estoy en el campo, intento centrarme en el partido e ignorar los comentarios, vengan de donde vengan. Para mí son solo murmullos, ni siquiera los escucho. Además, al acabar el encuentro reflexiono durante toda la semana sobre qué cosas debería haber hecho mejor, por eso intento tomarme todo lo que me dicen de forma constructiva. Al salir de allí disfruto mucho de la lectura y de estar con mis amigos, y la hora y media diaria de entrenamiento físico que practico también relaja mucho".