Un buen comienzo para la pasarela madrileña
La Semana de la Moda de Madrid arranca con la energía de una nueva dirección y de la poética colección de Juan Vidal
Charo Izquierdo, nueva directora de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), ya lo advertía. “Esta es una edición de transición, pero se percibirá una pasarela renovada”. Hace solo tres meses que la periodista sucedió a Cuca Solana al frente de la cita y sus principales retos —darle “protagonismo internacional” y transformarla en “una lanzadera de negocio”— requieren una mirada a largo plazo. Sin embargo, este viernes, en la jornada inaugural de la Semana de la Moda, pudieron percibirse ya pequeños cambios.
Para empezar el pabellón número 14 de Ifema, donde se celebran la MBFWM, cuenta por primera vez con wifi gratuito. Pero, sobre todo, se dejó sentir la energía que acompaña a las grandes expectativas. Una emoción que ayudó a potenciar el desfile con el que se ha abierto el día. Juan Vidal tomó como punto de partida para su trabajo “el viaje que producía el opio en los artistas de la bohemia de principios del siglo XX”. De este lisérgico referente surge una colección realista, compleja y equilibrada. El valenciano retuerce los patrones de sus prendas para construir vestidos caledoscópicos que juegan con las transparencias y la combinación de tejidos; también, sugerentes batines donde se mezclan mangas tulipa con cuellos de kimono y flecos de mantón de manila. Estas piezas evolucionan hacia interesantes abrigos. Primero, Vidal mostró una versión acolchada; después otra en visón amarillo que recuerda a la que Gwyneth Paltrow lucía en Los Tenebaums. Una familia de genios (2002); y, finalmente, una serie de chaquetones elaborados en brocado y lamé y decorados con plumas de avestruz y pelo de cabra de Mongolia.
Su propuesta merecía ser admirada al detalle. Por eso, ha resultado especialmente frustrante que la pasarela estuviese casi en penumbra, iluminada apenas con unos focos verdes —tal vez un guiño a la absenta— que impedía descubrir la arquitectura de las prendas y casi el color real de los tejidos.
María Escoté, Maya Hansen y Modesto Lomba también han recurrido a referentes artísticos en sus colecciones. A saber, el pintor Auguste Herbin, el constructivismo ruso y el artista nipón Hi. Un tipo de inspiración que, por sobreexplotado, no aporta a sus trabajos la pátina intelectual que los diseñadores pretenden aportarle y que, además, resulta imposible de identificar en muchas prendas.
Escoté, que firmó el año pasado una colaboración con la compañía juguetera japonesa Sanrio, ha buscado borrar “la línea que separa lo masculino de lo femenino” con una propuesta más rica en sastrería de lo que viene siendo costumbre en ella. Todo un acierto que se suma a sus inspirados estampados geométricos y jerséis de jacquard. Estos últimos, pensados como “una pieza sencilla y fácil de vender” a través de su tienda online. La web constituye el motor de su marca, como ella misma reconoce: “Internet me ha salvado la vida”.
Con una propuesta tan madura desde el punto de vista comercial como creativo, la valenciana confirma lo que lleva demostrando varios años: que necesita un desfile en solitario, y no compartir convocatoria. Hansen, su compañera de pasarela y reina de los corsés, ha apostado esta temporada por la comfy corsetterie: piezas elásticas que requieren menos esfuerzo para atarse y que la diseñadora desarrolla con tejidos cortados al láser.
En primera fila de ambos desfiles, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Y tras ellos, la monotonía. Así, la jornada de hoy se ha revelado como una metáfora de la pasarela que hereda Charo Izquierdo. Una cita bipolar, donde cohabitan —como describe la propia directora— “el respeto al trabajo” de los autores consagrados y “la esperanza en el futuro”, encarnada por unos creadores que hace tiempo que dejaron de ser promesas.
Entre los miembros del primer grupo se encuentra Modesto Lomba, que vuelve a diseñar ropa masculina e impregna todo su trabajo de siluetas y tejidos propios de la sastrería. Su desfile formará parte de un corto para la firma que está dirigiendo Manuel Velasco con su madre, la actriz Concha Velasco, como protagonista.
Agatha Ruiz de la Prada, otra veterana, ha presentado una de sus colecciones más espectaculares al ritmo de No quiero más dramas en mi vida, de Alaska, y con Esperanza Aguirre y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, como testigos. Sobre la pasarela, dos globos en forma de corazón levantaban la cola de un romántico vestido rojo y se escapaban volando de otro. Toda una declaración de intenciones.
La MBFW arrancó oficialmente el jueves con el desfile de Roberto Verino en la Real Casa de Correos. El diseñador regresó a sus orígenes: “Me he encontrado con las piezas que hicieron que hoy sea lo que soy”. Sus propuestas, listas para la venta tras la presentación, compusieron un escaparate viviente para sus clientas. “La tienda online y el ‘lo veo, lo compro’ es lo que nos va a permitir crecer sin histerias y sin historias”, afirmó, informa María R. López.
Guerra en la pasarela
Ángel Schlesser ha contemplado este viernes el desfile de la marca que fundó en 1990 y que lleva su nombre sentado en la tercera fila de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. El gesto angustiado y, al terminar el pase, ni un solo aplauso. El año pasado, vendió el 75% de su firma a Óscar Areces, accionista de El Corte Inglés. Los desacuerdos sobre la gestión creativa no tardaron en llegar y ya en la pasada edición de la MBFWM el modisto se desvinculó del proyecto. Como hoy, Carolina Menéndez y Alexandre García salían a saludar tras la presentación en calidad de responsables de la colección. Carmen González, la nueva directora de la marca, esperaba entonces que todo pudiese reconducirse.
Pero durante estos últimos seis meses, diseñador y compañía se han visto envueltos en un cruce de denuncias por incumplimiento de contrato. Pese a ello, Schlesser acudió a la pasarela “para ver en primera persona” un trabajo con el que dice no sentirse identificado. “Si supiese que esto iba a ser así, nunca hubiese vendido”, argumentaba. Schlesser asegura haber interpuesto “una querella criminal” contra la empresa propietaria de su marca con la que tiene un contrato en vigor hasta 2020.
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