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MIRADOR
Columna
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Trump amenaza

Los gobernantes europeos no han tardado en reaccionar, y los parlamentarios han puesto ya pegas al nuevo embajador, el notorio antieuropeo Ted Malloch

Jorge M. Reverte
Alfonso Dastis el pasado miércoles durante la sesión de control al Gobierno.
Alfonso Dastis el pasado miércoles durante la sesión de control al Gobierno. Uly Martín

Donald Tusk, presidente del Consejo de Europa, es un conservador polaco que podría llevarse bien con su homónimo Trump si no fuera porque es una persona educada. Pero también porque su posición nacionalista es moderada, igual que es moderado su conservadurismo. Bien mirado, no había ninguna posibilidad de que se entendieran. Porque hay dos razones importantes para ello: la primera, Europa; la segunda, la democracia.

Y Tusk ha mandado tocar las campanas a rebato avisando de que Estados Unidos ha dejado de ser el hermano pequeño pero muy fuerte que ha impedido durante décadas a los europeos suicidarse, y se han convertido en una “amenaza exterior”.

Los gobernantes europeos no han tardado en reaccionar, y los parlamentarios han puesto ya pegas al nuevo embajador, el notorio antieuropeo Ted Malloch. Desde Francia y Alemania, los mensajes pidiendo unidad a los europeos para resistir las amenazas de Donald Trump se han expandido por todo el continente, salvo por España.

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El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, ha hecho una estupenda exhibición de equidistancia, como si la cosa no fuera con nosotros. Y algo va. Entre otras cosas, España ya debería estar movilizándose porque Trump ataca el castellano con más inquina que Oriol Junqueras.

El idioma castellano, las minorías latinas, son un asunto que compete directamente a España, que no es un tema exclusivamente interno de Estados Unidos. Y mucho menos es una cuestión interna la relación con México. Sorprende, y alarma, que España no haya asumido un papel destacado en la defensa de la dignidad de México. Ya no por razones comerciales, sino por algo más importante, como es la enorme deuda de decencia que tenemos con ese país, como la tenemos con el resto de América Latina.

Como europeos, y como miembros de la comunidad de países iberoamericanos, los españoles estamos obligados a tener un Gobierno beligerante en estos asuntos.

Hay una buena estrategia para quitarse de en medio a los pesados que nos topamos en un portal: cuando preguntan “¿adónde vas?”, se les responde: “Para el otro lado”. Lo malo de esa estrategia es que solo vale para una vez. Y el ministro Dastis ha gastado ya esa vez.

En Europa y en América Latina hay mucha gente que está esperando no que haya grandes alharacas, pero sí que haya una declaración política que anuncie dónde está España. Debería estar claro desde hace mucho tiempo. Trump es mucho.

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