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Así ha evitado China la extinción del oso panda

Las políticas de protección y el récord en el número de nacimientos en cautividad han logrado sacar a la especie de la lista de las más amenazadas

Uno de los cachorros del Centro de Investigación y Reproducción de Chengdu espera sobre la báscula para ser pesado.
Uno de los cachorros del Centro de Investigación y Reproducción de Chengdu espera sobre la báscula para ser pesado.Zigor Aldama
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Aunque en 2016 han fallecido sus ejemplares más longevos —primero Jia Jia, que ostentaba el récord con 38 años, y luego Pan Pan, que llegó a cumplir los 31—, los osos panda tienen razones de sobra para mirar al futuro con optimismo. El año que acaba de concluir ha certificado la valía de las políticas puestas en marcha por el Gobierno chino para protegerlos. De hecho, varias décadas de esfuerzos a distintas escalas han logrado que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) haya decidido retirar al oso panda de la lista de especies en peligro de extinción para rebajar la amenaza que se cierne sobre él y determinar que ya solo es "vulnerable".

Este hito se ha alcanzado gracias a una ambiciosa estrategia con dos vertientes. Por un lado, las autoridades han utilizado su tradicional mano dura para conservar el hábitat del oso panda, cuyos ejemplares en libertad viven mayoritariamente en la provincia central de Sichuan. Desde 1987, cuando se pusieron en marcha el Programa para la Conservación de los Bosques Naturales y el Programa de Grano a Verde (en referencia a la reconversión de zonas agrícolas en santuarios naturales), el 65% del territorio en el que habitan estos animales está protegido y su caza ilegal está tipificada como un crimen que, en los casos más graves, se castiga incluso con la muerte.

Por otro lado, de forma paralela, los especialistas han logrado un gran éxito en la reproducción de ejemplares en cautividad, cuyas crías pasan luego por un proceso de adaptación paulatina en diferentes centros y reservas naturales antes de ser puestas en libertad. El año pasado se batió el récord de nacimientos con el registro de 23. De esta forma, el número de ejemplares en libertad ha aumentado un 17% en la última década y se estima que supera ya los 2.000 -1.864 en libertad-, el doble de los que se contabilizaron en 1980.

"Durante 50 años, el oso panda ha sido uno de los iconos mundiales de la conservación e incluso símbolo de nuestra organización", comentó el director general de la ONG WWF, Marco Lambertini. "Saber que ahora este animal está un paso más alejado de la extinción es emocionante para cualquiera que esté concienciado de la necesidad de preservar la fauna salvaje y su hábitat. Y demuestra que, cuando la ciencia se alía con la voluntad política y trabaja con las comunidades locales, es posible salvar a los animales y mejorar la biodiversidad".

"A veces pienso que lo realmente sorprendente es que el oso panda haya sobrevivido tanto tiempo", comenta Yang

"Es evidente que la recuperación de las poblaciones del oso panda es un ejemplo para todo el mundo, pero todavía hay pocos ejemplares en libertad y estamos lejos de concluir nuestro trabajo. Afortunadamente, las estadísticas demuestran que vamos por el buen camino", analiza para EL PAÍS Li Jie, responsable de Comunicación del Centro para la Investigación y la Reproducción del Oso Panda de Chengdu, la principal institución creada por China para estudiar, proteger y lograr su cría en cautividad.

"Eso último no es nada fácil", apunta Chen Yin, bióloga del Centro. "De forma natural, ni siquiera el 5% de los animales logra aparearse con éxito. El celo dura solo unos días al año, las hembras apenas tienen una ventana de receptividad de 24 a 72 horas y los pandas son muy vagos. Aunque hemos logrado aumentar ese porcentaje hasta el 25% con diferentes ejercicios destinados a fortalecer la pelvis e incluso hemos producido vídeos sexuales destinados a despertar la libido e ‘informar’ a los pandas sobre cómo aparearse, desde 1963 utilizamos la inseminación artificial con muy buenos resultados".

Después, el reto es lograr que las crías sobrevivan. "Al nacer apenas miden 15 centímetros y pesan unos cien gramos. Son especialmente delicadas", explica Yang Cheng, que cuida de los cachorros más jóvenes del centro vestido con un conjunto que más parece el de un astronauta: gorro, guantes, mascarilla, bata integral de plástico y patucos a juego para cubrir los zapatos. "Cualquier bacteria o virus podría matar a los más pequeños". Por si fuese poca amenaza, las osas que tienen dos crías tienden a centrarse solo en una, así que hay que engañarlas con su comida favorita para ‘robarle’ uno de los cachorros y cambiárselo por el otro. "A veces pienso que lo realmente sorprendente es que el oso panda haya sobrevivido tanto tiempo", comenta Yang.

Sin duda, a su favor han jugado dos elementos muy relevantes. Por un lado, que la peculiar apariencia del animal lo hace especialmente atractivo para el público. "No nos podemos engañar. A todo el mundo le conmueven los osos panda. Es posible que no se hubiesen destinado los recursos actuales a su protección si su aspecto fuese más corriente y menos divertido", reconoce Yang. Y, sin duda, ligado a ese aspecto único está que se haya convertido en uno de los iconos chinos más reconocibles en todo el mundo.

Una suma de factores favorables ha hecho que la salvación de la especie se haya convertido en una prioridad nacional

Son los mejores embajadores del "poder blando" que quiere proyectar por el planeta el gigante asiático, ya que Pekín los utiliza como muestra de amistad con otros países en lo que se conoce como la "diplomacia del oso panda". Ejemplares nacidos en el centro de Chengdu son enviados -siempre en régimen de cesión, porque China mantiene la propiedad de los animales- a parques zoológicos de los cinco continentes, donde no tardan en acaparar todas las miradas. "Tienen tanta relevancia que siempre hay algún especialista chino encargado de ellos", comenta Chen.

Esta suma de factores favorables ha hecho que la salvación de la especie se haya convertido en una prioridad nacional. China certificó que la mayor amenaza residía en la desaparición del hábitat del oso panda y decidió proteger los frondosos bosques de bambú, la planta que compone el 99% de la dieta de este animal. "Es un buen paso, pero luego hay que otorgar los medios necesarios para protegerlo y eso es algo que China ha hecho muy bien, a diferencia de lo que sucede en otros países en vías de desarrollo, donde los cazadores furtivos muchas veces están en connivencia con las autoridades teóricamente dedicadas a combatirlos y las leyes se quedan en papel mojado", señala Fan Zhiyong, director del Programa para la Protección de las Especies de WWF en China.

Ni siquiera se han escatimado efectivos militares para proteger los parques nacionales. Además, consciente de que cualquier plan fracasaría sin el consenso de los habitantes del lugar, el Gobierno ha logrado también involucrar en la protección de los osos panda a las comunidades rurales, para las que ha creado unos corredores especiales y programas de turismo ecológico que suponen una buena fuente de ingresos.

Más del 30% del hábitat del oso panda podría desaparecer en los próximos 80 años

No obstante, ahora el oso panda se enfrenta a nuevos retos. El más peligroso es el que presenta el cambio climático. Según las proyecciones realizadas por los científicos del centro, más del 30% del hábitat del oso panda podría desaparecer en los próximos 80 años. "Y luego está la dificultad de reintroducir a los especímenes criados en cautividad", señala Li. El primero que se soltó en los bosques de Sichuan murió poco después, en 2007, asesinado por otros machos salvajes de la misma especie. "Otro falleció después, así que ahora los liberamos con diferentes sensores que nos permiten hacer un seguimiento detallado de su ubicación y de su estado de salud", añade Yang.

A pesar del optimismo al que invitan las estadísticas, las autoridades medioambientales de China prefieren ejercer cautela. El año pasado incluso recibieron con cierta irritación que la UICN decidiese rebajar el nivel de peligro al que se enfrenta el oso panda. "No debemos bajar la guardia, porque podríamos arruinar todos nuestros logros", señaló la Administración Forestal de China en un informe que utilizó para subrayar un hecho preocupante: de las 33 comunidades de pandas existentes en libertad 24 están todavía en peligro.

Muchos ecologistas recuerdan que el caso del oso panda es solo una bella excepción en una China que muestra muy poco respeto por el medioambiente. Y exigen que se pongan en práctica políticas similares para evitar la extinción de otras especies menos fotogénicas. "Se están logrando avances importantes con el tigre Amur —del que solo existen 20 ejemplares en libertad—, pero queda mucho por hacer con otras especies que están al borde de la desaparición, por ejemplo, el leopardo de nieve o el delfín de agua dulce del río Yangtsé", apunta Fan. La necesidad de preservar la diversidad de la fauna y la flora no pasa desapercibida entre los dirigentes chinos, que han puesto en marcha multitud de programas que tratan de salvar especies como el antílope tibetano o el tiburón, cuya aleta ya no permiten transportar aerolíneas como Air China o Cathay Dragon.

Sin embargo, un activista chino de Greenpeace, que pide mantenerse en el anonimato, considera que el problema también está en la falta de sensibilización de la población en general. "Y en el carácter depredador de una parte importante a la que no le importa las consecuencias que pueden tener sus acciones, ya sean actividades económicas o lúdicas", comenta. Así, China está teniendo un efecto devastador en especies tan diferentes como la almeja gigante o el rinoceronte. Incluso los burros sufren por las tradiciones ancestrales del país más poblado del mundo. "Buen ejemplo de la pésima actitud china frente a la naturaleza es la de muchos turistas que no tienen reparo en hacer daño a especies protegidas para hacerse un selfie que mola", añade el activista en referencia a varios escándalos de los últimos años.

De las 33 comunidades de pandas existentes en libertad 24 están todavía en peligro

Sin ir tan lejos, la falta de respeto hacia los animales se percibe claramente incluso en el Centro para la Investigación y la Reproducción del Oso Panda, donde los carteles en los que se avisa al público de que mantenga silencio y se abstenga de lanzar objetos a los animales surten poco efecto. "Soy un tesoro nacional y el ruido me molesta. No grites" reza uno junto al que varios niños hacen todo tipo de ruidos para llamar la atención de un ejemplar adulto. Sus padres rematan la escena lanzándoles pequeñas piedras. "Es cierto que todavía no existe conciencia de lo que es el maltrato animal", afirma Chen. "Por eso nos vemos obligados a proteger a las crías del público que visita el centro".

Los cachorros más pequeños solo se muestran en salas selladas a cuyos ventanales se pueden asomar los turistas. Aquellos que tienen ya más de tres meses juguetean en el exterior durante varias horas al día, separados del gentío por una valla y un coso. "Siempre están vigilados por personal cualificado para garantizar su seguridad, pero su recuperación depende de la actitud de toda la sociedad", señala Yang.

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