8 fotos¡Adiós! Ocho cosas que desaparecerán en 2017A algunas, como los millones de hectáreas de bosque, las echaremos de menos. A otras, noEva van den Berg30 dic 2016 - 08:09CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceSabemos que, cada año, las masas de hielo de la Tierra pierden millones de toneladas de hielo a causa del calentamiento global. Una de las áreas más afectadas es Groenlandia, que desde 2011 se deja aproximadamente 270 gigatoneladas (270.000.000.000 toneladas), algo así como 110 millones de piscinas olímpicas cada año, unos 294,5 kilómetros cúbicos de hielo. Así lo publicó el pasado mes de julio la revista científica 'Geophysical Research Letters'. Una cantidad que es muy superior al hielo que contienen los 1.500 glaciares de los Alpes suizos, por ejemplo, estimada en unos 66 kilómetros cúbicos. Si ponemos el foco en el hielo marino, es decir, la banquisa o hielo flotante que se forma en las regiones oceánicas polares, su reducción se estima en unos 35.000 kilómetros cuadrados anuales. Equivale a decir adiós, año tras año, a una superficie de hielo algo similar a la de Bélgica (30.528) o a la de Guinea Bissau (36.125). En 10 años, una España entera.Así lo apunta la lingüista Julie Tetel Andresen, de la Duke University estadounidense. A pesar de que existen casi 7.000 lenguas en el mundo, tres de los 7.000 millones de habitantes hablan una de las diez lenguas más extendidas. Por orden: chino mandarín, hindi/urdu, español, inglés, árabe, portugués, bengalí, ruso, japonés y punjabi. Los últimos hablantes de las menos utilizadas –la inmensísima mayoría–, fallecen de mayores y sus descendientes han renunciado a aprenderlas. Se pierde una lengua cada dos semanas, a este ritmo, en 2100 la mitad desaparecerá sin dejar rastro. Quizá el caso más extremo sea el de la lengua amurdag, al norte de Australia, que cuenta con un único hablante, muy entrado en años. Lo mismo le sucede al idioma yagán de Tierra del Fuego en la zona chilena. La anciana Cristina Calderón, nacida en 1928, es la última conocedora. Y así con otras tantas lo que hará que el año que viene nos quedaremos sin la irrecuperable riqueza de 25 lenguas. Como si desaparecieran tres y pico realidades lingüísticas como la de España, donde se hablan siete lenguas. Así, de un plumazo.El agua potable es un recurso escaso y repartido de forma muy irregular tanto en el espacio como en el tiempo. En gran parte del planeta, las sequías cada vez más prolongadas y la sobreexplotación de los acuíferos hacen cada vez más difícil la renovación de las reservas. Y aunque parezca un sinsentido (que lo es) la pérdida de cantidades ingentes de agua potable en el mundo es enorme. A nivel global, afirma el Banco Mundial, cada día se pierden 45 millones de metros cúbicos, algo así como la cantidad necesaria para abastecer a casi 200 millones de personas. Es la denominada Agua No Registrada (ANR): aquella que se suministra pero que no se registra en los medidores finales. En España, el porcentaje de ANR es del 23%. La mayor parte se debe a fugas y fallos en las instalaciones, aunque también existen las acometidas fraudulentas: –consumidores ilegales–. Con el agua que se pierde en Galicia en un año por averías se podría abastecer a toda Asturias (con algo más de un millón de habitantes) durante seis meses.El equivalente en el mapa a Grecia o Nicaragua. A pesar de que en los últimos 25 años la tasa de deforestación neta mundial se ha reducido en más de la mitad, los bosques siguen disminuyendo. La población aumenta sin parar y las áreas forestales se reconvierten a la agricultura y otros usos. Según la organización ecologista Greenpeace solo queda una quinta parte de bosque original primario y cada año se pierden 13 millones de hectáreas en todo el mundo (130.000 kilómetros cuadrados), algo así como la superficie que ocupan Nicaragua o Grecia. O tres veces los Países Bajos. Algo muy preocupante, pues los bosques nos proporcionan una infinidad de servicios, como ser uno de los mayores sumideros de carbono que existen en la Tierra. Se calcula que absorben un 25% del CO2 que se produce. En España, con datos de 2012, ese porcentaje rondaba el 15%, según un estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB): unos 65 millones de toneladas.A partir de 2017 los 'microbeads', esas diminutas esferas plásticas presentes en algunos productos de belleza como las cremas exfoliantes o ciertos maquillajes, estarán prohibidos en Reino Unido y Estados Unidos. No son biodegradables, por lo que, tras viajar por largas cañerías y pasar por los correspondientes tratamientos en las depuradoras, las irreductibles microesferas siguen su camino hasta acabar en el océano donde son engullidas por la fauna marina. La prohibición viene a colación de una reclamación realizada desde el mundo científico y ecologista que ha dado toda clase de argumentos para poner fin a un producto que atenta contra la calidad del agua, la vida silvestre y los recursos marinos. A esta llamada se han sumado también varias empresas, como Unilever, The Body Shop, IKEA, Target Corporation, L’Oreal, Colgate/Palmolive, Procter&Gamble y Johnson&Johnson, que se han unido a la campaña 'Beat the microbead'. Sus cosméticos ya no los contendrán.Si viaja a Marruecos ya no verá más bolsas de plástico. Su fabricación y comercialización están prohibidas desde el pasado mes de julio por los problemas medioambientales que provocaban: se calcula que cada persona consumía unos 11,7 kilos al año. También han sido prohibidas en Francia, donde cada año se distribuían más de 5.000 millones en las cajas registradoras y otros 12.000 millones se empleaban para almacenar frutas y verduras. No son los primeros que las vetan. China (2008), Nueva Delhi (2012) y varios países africanos, como Ruanda (2008) o Senegal (2016), lo hicieron primero. La UE, por el momento, ha optado por dejar que cada país decida qué hacer al respecto. Y la disparidad es enorme. Dinamarca o Finlandia consumen unas 4 bolsas por persona y año. ¿En España? 133. Recientemente, el estado norteamericano de California aprobó vetar su uso en un referéndum de muy apretado resultado: 51,9% votó a favor y 48,03% en contra.La prohibición europea entró en vigor en septiembre de 2016, así que en 2017 se habrán terminado los 'stocks' residuales y nos empezaremos a olvidar para siempre de la mayor parte de las luces halógenas, muy poco eficientes, de las que el Reino Unido vendía dos millones al año. Estas generan un gasto energético hasta un 80% superior al de la actual alternativa, las lámparas LED, que son, junto a las bombillas de bajo consumo, las luces que podremos usar a partir de ahora. Será el anticipo del final completo de este sistema de iluminación basado en una evolución de la lámpara incandescente, cuya fabricación en la UE ya fue prohibida desde 2009. La expiración total de los focos halógenos tendrá lugar en septiembre de 2018. En 2017 desaparecerán las utilizadas en tiendas y comercios y, al año siguiente, nos despediremos de las que usamos en el hogar.“Estamos ante la mayor ola de extinciones desde la desaparición de los dinosaurios. Cada hora, tres especies desaparecen. Cada año, entre 18.000 y 55.000. ¿La causa? Actividades humanas”. Son palabras del portavoz de la Convención sobre Diversidad Biológica, el argelino Ahmed Djoghlaf, en la edición de 2007. Desde entonces la cuestión no ha mejorado. Sin contar las bacterias, existen en el planeta unos 8,7 millones de especies que han sobrevivido a una miríada de retos ambientales de origen natural. Pero desde la irrupción del hombre la tasa de extinciones se ha descontrolado: un 1.000% por encima de lo natural. La organización conservacionista WWF afirma que dos tercios desaparecerán hacia 2020. Por el momento ya han decaído en un 60% desde 1970. Este año, quizá digamos adiós a la conífera más rara del mundo, la Abies beshanzuensis, de la que solo quedan cinco árboles adultos; o a las tres tortugas gigantes del Yangtzé (Rafetus swinhoei).