Hacer grande a Europa
Dejemos de lamentarnos por la victoria de Trump y presentemos un plan para la UE
La reacción en Europa ante la victoria de Trump parece sacada de la teoría modelo estímulo-respuesta de Pavlov. Por una parte, los partidos políticos convencionales siguen conmocionados una semana después de haber recibido los resultados electorales de manera gélida. Por otra, los partidos de derechas, cada vez más cercanos a los populistas y nacionalistas, le aclaman porque ven en él su propio reflejo. Ambos se equivocan.
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Lo cierto es que Europa, en general, malinterpreta a Trump. Muchos han centrado su atención en su exuberante estilo americano más que en el contenido de sus palabras. La victoria de Trump debería enseñarnos, al menos, una cosa: si ganó la elección presidencial fue porque tenía un plan, algo de lo que, hasta el momento, carece esta Unión Europea.
El plan de Trump contempla construir un muro entre América y México, en la frontera exterior del sur de Estados Unidos, no entre Arizona y California o entre Texas y Luisiana, que es lo que los reaccionarios nacionalistas quieren hacer en Europa: levantar murallas en el interior de la Unión. Además, Trump aboga por un programa federal de inversión, por bajar los impuestos nacionales y por un cambio radical de la política comercial de América. De hecho, Canadá y México ya han anunciado que quieren renegociar su Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Personalmente, dudo que estas sean ahora las políticas correctas. Me pregunto si es necesario bombear desde el gobierno más dinero en la economía de Estados Unidos, justo después de que la Ley de Estímulo Económico de Obama casi consiguiera llevar al país hasta el pleno empleo. Inyectar más liquidez solo producirá un recalentamiento de la economía. Tampoco entiendo cómo levantar un muro puede solucionar los problemas migratorios de América, que son mucho más profundos que los derivados de una fallida protección de fronteras. O cómo más proteccionismo y menos competencia conseguirán que compañías más fuertes contraten a más trabajadores.
No entiendo cómo levantar un muro puede solucionar los problemas migratorios o cómo más proteccionismo logrará crear empleo
Trump es claro en un aspecto: quiere un gobierno federal fuerte. El riesgo es que ese poderoso Estado federal caiga por su propio peso cuando el estímulo de Trump termine. La seguridad es una necesidad, pero demasiada seguridad conduce a la autocracia. La intervención estatal en el mercado corrige y solventa algunos desajustes, pero demasiada intervención puede perjudicar a la economía.
América se arriesga a una sobredosis de activismo federal, mientras que Europa peca exactamente de lo contrario. No tenemos políticas robustas que provean seguridad o crecimiento económico. La Unión Europea solo es una confederación de Estados-nación, paralizada por unanimidad. Desde hace más de una década, nuestra Unión colecciona una serie de estrepitosos fracasos derivados de su impotencia para tomar decisiones y emprender las acciones que demandan los desafíos que nos acechan.
En el plano económico, estamos aún lejos de haber conseguido sanear bancos y economía. En cuanto a nuestra inexistente política migratoria común, hemos externalizado la crisis de refugiados al presidente turco Erdogan, que pide más dinero y la supresión de visados. Por lo que respecta a la política exterior, hemos abandonado Ucrania y Siria en manos de los rusos y de los americanos, a pesar de que las consecuencias de estos conflictos nos afectan directamente.
Europa es el continente de las palabras vacías. Predicamos con nuestra democracia al tiempo que los gobiernos polaco y húngaro siempre se salen con la suya, incluso cuando restringen la labor de los altos tribunales o persiguen a sus medios de comunicación. Nos vanagloriamos de la libertad, pero Alemania, Austria, Suecia, Dinamarca, entre otros países, han instaurado de manera unilateral los controles fronterizos. La libertad de movimiento en la Unión Europea, al menos tal y como la conocimos durante los últimos 25 años, se ha terminado.
Por todo ello, en vez de quejarnos de la victoria de Trump, debemos elaborar una estrategia para la Unión Europea. Una estrategia que ofrezca a los europeos un plan de futuro, una visión de una Unión fuerte, capaz de responder a los tres grandes desafíos que se nos presentan:
En lugar de quejarnos de la victoria de Trump, debemos elaborar una estrategia para la Unión Europea
Primero, robustecer nuestra débil estrategia interna y externa. Cerrar las fronteras dentro de la UE no aumentará la protección, pero sí lo harán la mejora de la seguridad de nuestras lindes exteriores -expandiendo la labor de la guardia europea de vigilancia de fronteras- y el desarrollo de una agencia europea de inteligencia para luchar contra el crimen.
En segundo lugar, necesitamos una capacidad europea de seguridad que sea creíble para protegernos de Putin ya que Europa no puede seguir confiando en Trump durante los diez próximos años.
Por último, habida cuenta de que un acuerdo comercial transatlántico parece bastante improbable, hemos de buscar cooperación y oportunidades dentro de Europa. No perdamos el tiempo con un acuerdo comercial, el TTIP, que el gobierno americano nunca aprobará. La Unión Europea debería centrarse en finalizar su propio mercado común.
Este es mi plan para Europa. Pero solo podrá articularse si todos los europeos arrinconamos nuestras divisiones, nos unimos y trabajamos por el futuro. Es el momento de dejar de quejarnos por la elección de Donald Trump. Ha llegado la hora de hacer, de nuevo, grande a Europa. Make Europe great again.
Guy Verhofstadt, ex primer ministro belga, presidente del grupo ALDE y negociador del Brexit en nombre del Parlamento Europeo.
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