Alcohol, menores y pasividad
Hay que dificultar el acceso a bebidas alcohólicas y elevar la conciencia de riesgo entre los jóvenes
La muerte de una niña de 12 años el pasado 1 de noviembre a causa de un coma etílico debería encender las alarmas sobre un fenómeno, el abuso del alcohol, que pone en riesgo la salud y hasta la vida de muchos adolescentes. La niña cayó en coma cuando participaba en un botellón con sus amigos en un descampado de San Martín de la Vega, población del sur de Madrid en la que residía. Celebraban Halloween y parece que ingirió gran cantidad de ron y vodka.
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Este desgraciado suceso no es un caso aislado. Los servicios de urgencia reciben cada vez a más jóvenes con intoxicación etílica aguda. Estos ingresos son la manifestación extrema de un comportamiento muy frecuente entre los adolescentes, que se reúnen en el llamado botellón para beber en compañía, lo que favorece un consumo de riesgo. La edad media de inicio en el consumo de alcohol es en España de 13,8 años, una de las más bajas de Europa. Eso significa que hay jóvenes que empiezan a los 11 o los 12 años. La combinación de alta impulsividad y bajo autocontrol que caracteriza a la adolescencia les hace especialmente vulnerables a los efectos adictivos del alcohol.
Según datos del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, el 76,8% de los escolares de 14 a 18 años ha consumido alcohol en el último año, el 68,2% lo ha hecho en el último mes y seis de cada diez (el 57,6%) han participado en un botellón alguna vez en los últimos 12 meses. Pero lo más inquietante es que uno de cada tres jóvenes ha incurrido en consumo de alto riesgo, como los atracones de alcohol, y uno de cada cinco se ha emborrachado al menos una vez en el último mes. La encuesta tiene una base de 37.000 entrevistas, lo que le concede una alta representatividad.
Esta situación es consecuencia de dos factores sobre los que es urgente intervenir: la facilidad de acceso a bebidas alcohólicas y la escasa conciencia de riesgo entre los jóvenes. A pesar de la legislación, los menores tienen acceso completo a la compra de bebidas de alta graduación: de hecho, la mitad de los que las consumen aseguran que las han comprado ellos mismos.
Es un hecho que el consumo de alcohol entre los adolescentes está fuera de control, ante la pasividad de las autoridades. Los servicios policiales deberían actuar con toda severidad sobre los establecimientos que venden alcohol a los menores y vigilar con mayor intensidad las zonas donde suele hacerse botellón para identificar a los menores que consumen y a los irresponsables que se lo suministran.
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