El clima no es solo medio ambiente
El autor repasa algunos compromisos y soluciones de las naciones contra el cambio climático
Tras el exitoso acuerdo de París en 2015, los negociadores del clima van camino de Marruecos. Marrakech acoge la vigésimo segunda conferencia de las partes, la cumbre del clima presentada como la COP de la implementación, ya que la atención se centrará en los detalles prácticos. El cambio climático peligroso requiere una acción audaz. Alcanzar los objetivos de Paris es simplemente esencial para nuestra seguridad y prosperidad, y no solo permitirá reducir la subida global de temperaturas, sino que traerá consigo muchas otras ventajas, abarcando la alimentación, el empleo, la salud y el crecimiento sostenible. Mejor todavía si apuntamos por debajo del grado y medio.
Y hablando de Marruecos, el Norte de África simboliza soluciones climáticas que ofrecen beneficios de desarrollo. El Instituto Max Planck proyecta para la región una subida de temperaturas del doble que la media global, tornando potencialmente inhabitables amplias zonas del territorio y afectando las economías, el acceso al agua y la seguridad alimentaria. De no actuar, ponemos en riesgo aun mayor a sociedades que han sido golpeadas por conflictos y migraciones, incrementando la inestabilidad, el desplazamiento y la presión demográfica sobre los centros urbanos.
Estos asuntos están interconectados. Discutamos de gobernabilidad democrática o de reducción del riesgo de desastres, las conversaciones vuelven al cambio climático y a los peligros de la inacción. Los Estados —arquitectos de los acuerdos de Paris y de los Objetivos del Desarrollo Sostenible— son afortunadamente conscientes de los retos y quieren cohesión. Un primer paso en esa dirección es reconocer que los objetivos nacionales inspirados por Paris —las Contribuciones Nacionales Determinadas (CND), como se llaman en apenas castellano— pueden servir de guía para unir la acción climática y el trabajo de desarrollo sostenible.
El 86% de los Estados han incluido medidas de resiliencia entre sus objetivos nacionales
Muchos países, como Marruecos o Sudán, ya han alineado sus estrategias del clima y sus planes nacionales de desarrollo. El acceso a las energías limpias y sus beneficios para el desarrollo son ampliamente referidos en programas climáticos nacionales. En reconocimiento de que el crecimiento no es sostenible si no es a prueba del clima, el 86% de los Estados han incluido medidas de resiliencia entre sus objetivos nacionales. Una CND típica contempla intervenciones públicas y privadas en materia de consumo y producción, seguridad del agua, energías renovables, transporte, contaminación atmosférica o planeamiento urbano.
Algunos países como Níger han priorizado la reducción de emisiones, lo cual también genera resiliencia, en particular oportunidades de ingreso. Otros diseñan sus planes climáticos como el catalizador para transformar sus economías. Chad, uno de los países más pobres y frágiles del continente, está tratando de diversificar su base económica para reducir su dependencia de la exportación de crudo. Marruecos, Argelia y Egipto invierten en sus amplios depósitos solares y termales, no solo para generar energía limpia para sus poblaciones, sino también para posicionarse como futuros exportadores de renovables.
Después de Marrakech
Ya se vislumbra la dirección de la acción climática en 2017 y más allá. Algunos países basarán sus políticas públicas en perfiles de emisión sectoriales. Otros reforzaran sus mecanismos financieros y presupuestarios para asignar de manera flexible fondos a proyectos climáticos multisectoriales. El Fondo de Inversión Climática de Ruanda es un pionero en materia de capitalización nacional que ha atraído cofinanciación externa. Los fondos internacionales pueden ayudar. Los bosques de argán de Marruecos, que cubren 2,5 millones de hectáreas, han sido reconocidos por la Unesco como reserva de la biosfera. El boom del aceite de argán y su demanda creciente han mejorado los ingresos de las comunidades locales pero también han generado una presión importante sobre el bosque, amenazando su sostenibilidad. El bosque también sufre el impacto del cambio climático sobre su regeneración. Marruecos ha obtenido casi 40 millones de dólares del Fondo Verde del Clima para el desarrollo de vergeles de argán en tierras degradadas, no solo atacando la desertificación sino asimismo mejorando la generación de ingresos para mujeres agricultoras.
La lucha contra el cambio climático se plantea tanto en las comarcas rurales como en los núcleos urbanos, y las políticas públicas nacionales son tan importantes como la acción municipal. Las ciudades están actualmente en la vanguardia de las soluciones climáticas. En Habitat III, la conferencia de las Naciones Unidas sobre la vivienda y el desarrollo urbano sostenible, alcaldesas y alcaldes de las mayores ciudades del mundo hicieron un llamamiento en favor del incremento de las inversiones en proyectos bajos en carbono, con el apoyo del Pnuma. El PNUD por su parte, reconociendo una necesidad similar en municipios más pequeños, está desarrollando un programa en las ciudades intermedias del delta del Mekong para fortalecer capacidades en materia de finanzas climáticas municipales.
La adopción y entrada en vigor de los Acuerdos de París han sido aplaudidas como “un hito histórico que consagra los compromisos de los países para alcanzar un modelo universal de desarrollo reduciendo gradualmente las emisiones de gases de efecto invernadero”, como destacó el jurado del Premio Princesa de Asturias al galardonar a la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, representadas por sus Secretarias Ejecutivas pasada y presente, Christiana Figueres y Patricia Espinosa. La antorcha la porta ahora Marrakech, para asegurar que la cumbre del clima de este año sea reconocida como un punto de inflexión hacia un futuro de resiliencia y un horizonte de “carbono cero”.
Magdy Martínez-Soliman es secretario general adjunto de la ONU, administrador asistente del PNUD.
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