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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Disensión socialista

En interés de los ciudadanos, conviene sosegar la tensión registrada en un partido de tanto peso

El líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.
El líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.Carles Ribas

La dirección del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) aprobó ayer abrumadoramente votar no a la investidura de Mariano Rajoy. Contraría así la reciente decisión de abstención adoptada por el comité federal del PSOE, del que forma parte y al que asiste con voz y voto.

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Contra la apariencia de fortaleza en relación a las propias posiciones, la decisión del socialismo catalán exhibe una debilidad básica: resulta ilógico participar en la toma de una decisión colectiva y luego no reconocerla como válida. Las normas acordadas deben cumplirse y las medidas orquestadas en base a ellas deben respetarse. Si ese es el mensaje habitual del PSC a los secesionistas afectos a la desobediencia, bueno sería que se lo aplicase a sí mismo.

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Otra cosa es que antes de la votación se hubiera pactado alguna excepción para alguno/s de los actores. O que la voluntad de facilitar la investidura se hubiese planteado con fórmulas flexibles e inclusivas —en todo caso de efecto equivalente a la abstención en bloque—, algo para lo que el PSOE quizá dispone todavía de algún tiempo. Debería explorar, hasta el final y sin dicterios, cualquier vía que evite males mayores.

En interés de los ciudadanos, conviene sosegar la aguda tensión recién registrada en ese partido, minimizar los daños autoinflingidos y evitar nuevos espectáculos de enfrentamientos internos.

Saltarse procedimientos o afrontar problemas políticos con medidas solo administrativas perjudica a todos. A todos, y quizá especialmente a la minoría discrepante —no solo al PSC—, pues mella su credibilidad como parte de un conjunto que se supone organizado y digno de confianza. Si votan algo distinto de forma no acordada, sino como expresión de desavenencia o desacato, pierden todos. Y también el sistema democrático de partidos.

Algo tanto más inquietante cuanto que el gran reto de la legislatura será Cataluña, y en él, el papel moderador del socialismo —catalán y español— debiera ser clave.

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