Aptitudes
A un político hay que preguntarle no sólo lo que rechaza sino también lo que prefiere
Tuve un amigo pintor que a veces me recomendaba alguna chica, cuyos encantos físicos describía con elocuencia. Receloso y pedante, yo preguntaba cómo iba de caletre. A veces respondía: “No es tu tipo: es lista para los recados, pero tonta para los polinomios”. Los líderes de Podemos van un poco por ahí: los polinomios políticos no se les dan. Aprendieron que los denuestos los entiende todo el mundo, mientras que las soluciones hay que explicarlas mucho y se han especializado en vituperios de tono casi bíblico. Fustigan lo que cualquiera detesta (la corrupción, el abuso de poder, la pobreza infantil, los paraisos fiscales, los recortes de derechos, etcétera), pero a un político hay que preguntarle no sólo lo que rechaza sino también lo que prefiere: y ser admirador de los sistemas vigentes en Venezuela, Cuba, Bolivia, Grecia, los Kirchner, etcétera, no refuerza su crédito. A la hora de explicar la parte positiva de su mensaje, hasta Rajoy juega con ellos en el Parlamento. No me extraña que los jóvenes les voten (puede que a los 20 años también les hubiera votado yo, no me hago ilusiones), pero me extraña que tantos respetables y encanecidos amigos les consideren una alternativa de progreso. Aunque que ya sé que los intelectuales de izquierda suelen ser idealistas: lo que importa no es buscar el bien sino quedar bien...
Pero en cambio, cuando se trata de los recados, es decir de las estrategias de poder en el partido, revelan auténtico talento. ¡Qué hábil esgrima, cuántas fintas y purgas sinuosas, qué baile de máscaras entre el temible incendiario y la sufrida víctima, qué escamoteo de sí pero no a la hora de pronunciarse sobre el separatismo anticívico o el realojo político de los terroristas! Ahí nadan con soltura en la piscina de la vanguardia leninista: cada cual tiene sus aptitudes.
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