La ausencia del PSOE
El silencio del liderazgo socialista solo puede explicarse por la falta de ideas
Tiene razón Pedro Sánchez cuando dice que tiene el mandato del comité federal del PSOE de votar no a la investidura de Mariano Rajoy. Pero también tienen razón los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero al pedir un debate interno entre los socialistas para decidir si se quiere pasar a la oposición en esta legislatura o forzar unas terceras elecciones generales en diciembre. Y la respuesta está clara: el PSOE no puede ser el responsable de un bloqueo que vuelva a trasladar a los españoles una responsabilidad que corresponde a los diputados elegidos el pasado 26 de junio.
Cuando el comité federal del PSOE acordó por unanimidad oponerse a la investidura de Rajoy, el PP contaba con tan solo 137 escaños para someterse a la votación. Sin embargo, en las últimas semanas han ocurrido al menos dos hechos que modifican notablemente la situación política en España. El primero de ellos fue la decisión del Parlamento de Cataluña de avanzar en la hoja de ruta hacia la secesión, impulsada, entre otros, por la antigua CDC. Por si no sobraban ya evidencias de la voluntad rupturista de ese partido, este paso impide cualquier tipo de diálogo con los independentistas catalanes, a los que Sánchez sitúa entre “las derechas” con las que Rajoy debería pactar. Al mismo tiempo, tras esa decisión, ha acabado por esfumarse la inquietante opción de buscar votos entre la izquierda populista y los nacionalistas para conseguir una investidura del líder socialista.
En segundo lugar, Albert Rivera anunció la semana pasada la posibilidad de cambiar su abstención por el voto positivo a Rajoy, siempre y cuando se cumplan siete condiciones, una propuesta que analizarán los populares el miércoles en su ejecutiva. Si, como parece, el PP acepta esas condiciones y se inician las negociaciones formales con Ciudadanos, Rajoy contaría con 169 votos positivos, a los que habría que añadir uno más de Coalición Canaria. Una situación completamente distinta que requeriría 11 abstenciones para que se formara Gobierno tras 10 meses de interinidad.
En estas circunstancias, al PSOE le corresponde hacer política. Ha llegado el momento de pronunciarse y ya no cabe seguir arrastrando los pies de forma irresponsable. Rivera ha explicado en un artículo en este periódico que no pretende gobernar con Rajoy y que preferiría colaborar con los socialistas en la oposición para introducir los cambios que tan urgentemente requiere España. El PSOE ha despreciado esa oferta de forma incomprensible. Sánchez debería convocar una reunión urgente del comité federal para debatir las opciones que existen y tomar una decisión que permita romper el bloqueo y recuperar la normalidad institucional en España.
Los principales líderes socialistas han entrado en un silencio cómplice e igualmente irresponsable desde hace varias semanas. Parece que nadie quiere romper el fuego para no ser acusado, cuando se celebre el próximo congreso del PSOE, de haber mantenido a Rajoy en La Moncloa. Una actitud tacticista y personalista (ni siquiera partidista) muy lejana de la vocación de partido de Estado que siempre han tenido los socialistas.
Urge el debate interno y urge un cambio de postura en el PSOE. Abstenerse no es apoyar un Gobierno de Rajoy, sino permitir la gobernabilidad y pasar a la oposición (lugar donde los españoles han situado a los socialistas) para iniciar desde allí la reconstrucción del partido con una buena gestión como principal partido opositor. Si la abstención es con condiciones o sin ellas, es algo que tienen que debatir entre ellos. Ambas opciones tienen sus pros y sus contras. Pero la peor opción de todas es este silencio suicida que condena al PSOE inexorablemente a la irrelevancia.
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