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harry patter
Columna
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‘El show de Truman’ | 20 gigas de fotos

Lo confieso: yo ya era adicto a hacer fotos antes de ser padre. Y ahora que hay una modelo disponible siempre, el cielo es el límite

Todo padre primerizo piensa que su bebé es lo más precioso del universo. Muchos sonríen al contemplar a su criatura en sus momentos más adorables, y algunos, documentalistas frustrados, pensamos que los recuerdos son hermosos, pero que si van acompañados de una foto de 4’5 megas, mejor.

Lo confieso: yo ya era adicto a hacer fotos antes de ser padre. Y ahora que tengo una modelo disponible a todas horas, el cielo es el límite. Bueno, mentira, el espacio en el móvil es el límite.

En los 14 meses de la niña habré hecho unos 20 gigas de fotos y video, desde el parto a la primera vez que se puso de pie (y este verano ya ni los cuento). Incluso tengo capturado su meconio. Es lo que tiene que las fotos digitales sean aparentemente gratis…

Todo lo guardo para recordarlo nosotros y también para podérselo enseñar a ella dentro de unos años. En vez de los videos de sus primeros intentos de gateo, ¿deseará ella recordar que un día expulsó un arroz negro sin arroz? Puede que no. Pero si necesita esa foto para un trabajo del cole, la tendrá.

No sé si los críos de ahora ya lo llevan en los genes o la niña pillará complejo de Pantoja, pero desde muy pequeña, al acercarle un móvil o una cámara, mira directamente al objetivo y posa.

Os enseñaría pruebas, pero soy muy celoso de la privacidad de nuestra hija. (Sólo he colgado una foto, en la primera columna, por si tenéis curiosidad).

En cambio, otros padres menos temerosos de secuestradores o perturbados, tienen su Instagram y Facebook llenos de instantáneas de sus hijos. Cual Show de Truman, vemos crecer a sus pequeñines sin pillar sus conjuntivitis y piojos, y ellos se ahorran el ir enviando fotos por whatsapp a cada uno.

Los que solemos pensar mal de la humanidad y/o tememos una futura rebelión de Skynet, jamás pondremos en redes sociales fotos de los críos bañándose desnudos, aunque nos parezcan imágenes de felicidad en la playa/bañera. Y procuraremos no dar pistas de su rutina (a qué parque o guardería van) ni implicaremos a otros niños en las fotos.

Si queremos alardear de nuestros bebés, mejor hacerlo por mail o como los gángsters de toda la vida, cara a cara y sin usar el móvil.

Nuestros niños serán la primera generación que tendrá toda su vida en imágenes, y muchos serán vampirizados por Google Imágenes. Quizá acaban en montajes locos o en un póster promocional de unos campamentos infantiles.

Si los nativos americanos pensaban que una foto les podía robar el alma, quizá este rastro digital acabe robándoles a nuestros pequeños su autoestima y su privacidad. Evidentemente, no creo que dentro de 30 años, a alguien no lo elijan para un puesto de responsabilidad sólo porque Recursos Humanos ha encontrado una foto de pequeño en la que se cagó en la piscina del hotel. No hace falta ir tan lejos. Cuando sean adolescentes rodeados de compañeros que se burlan de todo, agradecerán que no hayamos dejado carnaza para los matones digitales.

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