El neoespañol de aeropuerto
Es imposible cumplir la orden “abróchese el cinturón mientras esté sentado”
Los viajes de estas fechas dan ocasión de toparse con el neoespañol de la navegación aérea. Por ejemplo, “overbooking” (sobreventa, saturación), “slot” (permiso, hueco), “business” (preferente), “low cost” (barato), “finger” (pasarela, manguera), “hub” (nudo), “tomar tierra” (aterrizar), “doméstico” (interior) o “abordar” (embarcar).
Puede que uno de los primeros términos que salgan a su encuentro en el aeropuerto tenga que ver con la facturación de las maletas, que llegarán hasta el avión mediante lo que ahí se llama “handling”. Quien sepa inglés no encontrará problemas en traducirlo ("manejo", "trato"), quien tenga experiencia aeroportuaria deducirá de qué se trata y quien sienta alguna pulsión cultural de aprecio a su propia lengua se preguntará si no se podría llamar a eso “maletería”, de perfecta formación pero de escaso uso.
El viajero oirá poco después que tienen preferencia de embarque “los adultos viajando con niños”. Ese gerundio le sonará extraño; porque en su lenguaje habitual habría dicho “los adultos que viajen con niños”; y si habla inglés pensará quizás que alguien expresa con palabras castellanas lo que piensa con sintaxis ajena.
Una vez en el aparato, tal vez lea este aviso colocado ante su asiento: “Abróchese el cinturón mientras esté sentado”. Algo imposible de cumplir, claro. El adverbio de tiempo “mientras” implica duración, pero se liga aquí al verbo “abrochar”, que se encuadra en la categoría de los semelfactivos (del latin semel: una vez); es decir, los verbos que se ejecutan en una sola acción (a diferencia de los durativos como “vivir”, “desarrollar” o “respirar”). Por tanto, la literalidad del aviso significa que debemos abrocharnos el cinturón continuamente durante todo el rato en que estemos sentados, algo insoportable en un vuelo de ocho horas. Así pues, a la idea de duración le convendría un verbo también durativo: “Mantengan abrochados sus cinturones mientras estén sentados”.
Todas estas desconsideraciones hacia el español no entrañan ningún peligro para el pasaje, es verdad. Pero no sucede lo mismo cuando el comandante anuncia: “Íbamos a aterrizar en estos momentos pero hemos tenido que hacer un motor al aire”.
Menudo susto, ¡motor al aire! Una expresión poco apropiada para el riesgo cardiaco, pero que en el lenguaje aéreo significa que el piloto ha renunciado al aterrizaje para elevarse de nuevo, ante alguna dificultad sobrevenida. Es decir, lo que siempre habíamos llamado “remontar el vuelo”, fórmula que también se usa en el lenguaje cotidiano para expresar la acción de quienes salvan una situación de apuro. Quizás la insistencia de los comandantes con esta original locución acabe asentándola, y digamos de alguien que haya superado sus problemas: “Lo pasó mal, pero luego consiguió hacer motor al aire”.
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