En Brasil cayó hasta El japonés de la Federal
Un policía, convertido en símbolo de la lucha contra la corrupción, detenido por contrabando
Newton Ischii, un policía brasileño de Curitiba, se convirtió en un agente famoso hace meses, cuando su cara, de rasgos asiáticos por su origen efectivamente japonés, salía en todos los telediarios nacionales escoltando a detenidos del caso Petrobras camino de la comisaría. Arrestaban al mayor empresario de Brasil, Marcelo Odebrecht, y a su derecha aparecía Ischii. Detenían al conocidísimo exministro João Dirceu, y ahí estaba nuestro agente, con su placa colgando del cuello y sus gafas y chaleco salvavidas de poli televisivo y moderno, mostrándole al otro la puerta del coche patrulla.
Tanto salió (tantos eran los corruptos) que cuando las noticias abrían con una nueva fase de esta operación (y van 29), había quien ya no se preocupaba de saber quién iba a la cárcel ese día sino si al lado del corrupto de turno caminaba el amigo Ischii.
Así, se convirtió en El japonés de la Federal,con un mote como de película de Buster Keaton. Se publicaron reportajes sobre él; en el último Carnaval se compusieron canciones con él de protagonista (Ai, meu Deus, me dei mal, bateu a mina porta O japonés da Federal. “Ay, Dios mío, qué mal, llamó a mi puerta El japonés de la Federal”). En febrero, en una visita al Congreso, los diputados se lo disputaban para hacerse selfies a su lado.
El mismo Lula, el pasado 4 de marzo, al ver a dos policías desconocidos a la puerta de su casa de São Paulo para llevarle a declarar, en un arranque de humor negro, les preguntó:
— ¿Y no viene El japonés de la Federal?
Se especuló, incluso, con la posibilidad cierta de que Ischii entrara en política, dada su popularidad y a que se había convertido en una suerte de símbolo de la lucha contra la corrupción en Brasil.
Pero, ay, el miércoles 1 de junio, El japonés de la Federal fue detenido, acusado de integrar, junto con otros policías de Curitiba, una red que contrabandeaba con Paraguay. Se acabó el símbolo. O tal vez no: algunos sostienen que ahora sí que se ha convertido en un verdadero espejo de Brasil.
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