Aceite de palma, veneno silencioso
Esta grasa vegetal está inundando sigilosamente nuestros supermercados; la razón es su bajísimo precio. Nos llega principalmente de Indonesia y Malasia en buques cisterna que transportan millones de metros cúbicos cada año. La incorporan a todo tipo de alimentos en sustitución de los aceites de oliva y girasol, mucho más saludables y sostenibles. Se usa también para fabricar velas, cremas cosméticas y detergentes. Todas las grandes cadenas de distribución han sucumbido al aceite de palma por los pingües beneficios que les reporta. Su bajísimo precio no tiene en cuenta, sin embargo, el elevado coste medioambiental que supone el producirlo: talar las últimas selvas vírgenes y llevar a la extinción a una increíble variedad de especies como el orangután. No compremos productos fabricados con aceite de palma, este gesto tan sencillo ayudaría a preservar la maravillosa biodiversidad de nuestro planeta.— Carlos Echeverría Arrondo. Pamplona.
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