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Cuando los gorilas surgieron de la niebla

La polémica en torno a la muerte de Harambe en Cincinnati refleja la fascinación por los animales más cercanos a nosotros

Niños junto a la estatua de un gorila en el zoo de Cincinnati.Foto: reuters_live | Vídeo: John Minchillo
Guillermo Altares

Fue necesario esperar hasta mediados del siglo XIX para que lo que hasta entonces había sido solamente un rumor en Occidente, la existencia de inmensos monos de aspecto humano en el corazón de las selvas de África, se confirmarse. Sólo a partir de 1850 los gorilas comenzaron a llegar a los circos y zoos de Europa y América, provocando una mezcla de empatía, temor, teñidos siempre por una infinita curiosidad. Eran exhibidos en circos y zoos bajo, como criaturas terroríficas y sin embargo desconcertantemente parecidas a nosotros. Basta con sostener la mirada a cualquiera de estos grandes simios para comprender que no son un animal como los demás y que nunca lo han sido. Todo eso explica el inmenso escándalo que ha generado el hecho de que el zoo de Cincinnati tuviese que abatir el pasado sábado a Harambe, un macho de espalda plateada de 180 kilos, después de que un niño de tres años se escapase y cayese en su recinto.

No es la primera vez que un niño logra escabullirse hasta la jaula de una de esas criaturas, pero en las dos ocasiones anteriores, los simios protegieron al menor accidentado hasta que fue rescatado –una hembra en Chicago en 1996 y un macho en la Isla de Jersey en 1986, Jambo, que hasta tuvo una emisión de sellos con su silueta–. En este caso hasta los primatólogos más importantes del mundo, como Frans de Waal, que se ha pronunciado en un artículo publicado en EL PAÍS, o Jane Goodall han expresado en público que no quisieran estar en la piel del director del zoo y han apoyado su decisión. “Me da mucha lástima verle defender una decisión que seguramente desaprueba”, escribió la experta en chimpancés.

"Harambe ha pasado a engrosar la lista de los gorilas recordados y a veces venerados"

El comportamiento del simio parecía protector al principio, pero luego arrastró al niño por el agua. El animal se muestra desorientado y nervioso y los gritos de la multitud no ayudan a calmarlo. Todo el episodio ha derivado en una polémica no tanto sobre la decisión de disparar a matar –muy pocos discuten la elección de los responsables del parque–, como sobre la responsabilidad de la madre, que está sufriendo la furia de las redes sociales, y sobre mantener en cautividad a estos animales. Un movimiento cada vez más amplio lucha para que los grandes simios –gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos, los parientes más cercanos del hombre en el mundo natural– sean considerados “personas no humanas”, una figura jurídica que les otorgaría derechos, entre otros a no ser exhibidos. Una juez de Buenos Aires ya ha concedido estos derechos a una orangutana llamada Sandra y hay fallos pendientes en Estados Unidos.

Harambe ha pasado a engrosar la lista de los gorilas recordados y a veces venerados. James L. Newman, profesor de la Universidad de Siracusa, escribió un libro sobre la relación de los seres humanos con estos simios, Encountering gorillas (Encuentros con gorilas, Rowan & Littlefield, 2013), un emotivo recorrido por la fascinación de Occidente hacia estos simios, divididos en dos especies, una del oeste y otra del este de África, que a su vez se dividen en los de llanura y montaña. Newman se pregunta si los esfuerzos para proteger los gorilas en libertad serán suficientes: “Lo sabremos en muy pocos años. Si la respuesta es no, el único lugar seguro para los gorilas serán los zoos, donde la mayoría de ellos viven seguros y durante muchos años, aunque no de forma independiente”.

"El gorila en cautividad más famoso que Gargantúa, que vivió en EE UU en los años treinta y cuarenta"

Para este ensayista el gorila en cautividad más famoso de la historia fue Gargantúa, que vivió en EE UU desde los años treinta hasta después la Segunda Guerra Mundial en el circo Ringling Bross and Barnum & Bailey (que hace poco renunció a los espectáculos con animales). Era exhibido bajo lemas como “La criatura viva más terrorífica” o “El gorila más grande del mundo” en carteles de evidentes connotaciones sexuales (siempre se ha asociado a estos simios al rapto de mujeres). La prensa le llamaba el auténtico King Kong.

En España, y seguramente en el resto de Europa, la estrella de los gorilas fue Copito de nieve, el amable gigante blanco que vivió en el zoo de Barcelona entre 1967 y 2003, el único ejemplar albino conocido. La portada en 1967 de National Geographic le dio fama mundial. Varias generaciones de españoles tienen fotos infantiles con la inconfundible figura de Copito en segundo plano.

Nadie hizo tanto por los gorilas en libertad como Dian Fossey, asesinada en 1985, la gran investigadora de estos animales en libertad en los montes Virunga. La película Gorilas en la niebla recrea uno de los grandes momentos de nuestra relación con esta especie cuando el joven macho Peanuts le tocó la mano. La emoción que produjo esa imagen nos acercó más profundamente a esta especie que el hecho de saber que compartimos el 99% de los genes.

El zoo de Cincinnati albergó también otro gorila muy famoso, en este caso una hembra: Susie, capturada por un traficante de animales alemán en 1929 y vendido al parque en 1931. Este animal, extraordinariamente amable incluso para una gorila, aprendió a comer en la mesa y se dejaba tomar medidas para hacerle vestidos. Afortunadamente todas esas imágenes de gorilas obligados a comportarse como humanos hoy nos parecen indignantes. Tal vez en el futuro también nos parezca intolerable que los gorilas vivan cercados. Hoy por hoy, como recuerda el profesor Newman, su supervivencia puede depender de los ejemplares en cautividad.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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