Que la recuperación se note

Como era de esperar, la última encuesta de condiciones de vida elaborada por el Instituto Nacional de Estadística ha revelado que, pese a la mejora de la economía, la recuperación no acaba de llegar a los hogares, y ni siquiera es capaz de mejorar la situación de los que han resultado más golpeados por la crisis. Dos años después de haber superado oficialmente la fase de recesión y a pesar de que el PIB creció en 2015 un 3,2%, los ingresos medios por hogar no han aumentado. Han bajado dos décimas, hasta 26.092 euros anuales. Otros indicadores experimentan alguna mejora, pero es tan ligera que apenas altera la complicada situación en que se encuentra un tercio de la población.

España se sitúa entre los países con más elevada proporción de habitantes en riesgo de exclusión social: el 28,6%. Los hogares con carencias severas alcanzan el 6,4%, lo que significa, por ejemplo, que sus miembros no pueden poner la calefacción en invierno, comer carne o pescado más de dos veces por semana o sustituir o reparar un electrodoméstico estropeado. El 13,7% de los hogares tiene dificultades para comprar comida los últimos días del mes; el 9,4% se retrasa en el pago de los recibos de la vivienda, lo que significa que está en riesgo de desahucio o de que le corten suministros básicos.

De esto debería hablarse en la campaña electoral. Afrontar la situación con medidas realistas debería ser una prioridad para los partidos que aspiran a recibir la confianza de los ciudadanos en las próximas elecciones. Un porcentaje de pobreza y exclusión de este tipo configura una situación de emergencia social que lastra gravemente el futuro de un país. Cuando llaman al voto, los políticos deberían explicar con detalle qué medidas piensan aplicar en caso de gobernar para lograr que la recuperación económica se consolide y alcance a quienes se encuentran en situación más vulnerable.