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Hollywood nos castiga sin sexo

Con el acceso al porno en Internet, la meca del cine ha decidido evitar las escenas calientes en las películas. ¿Mojigatería?

Alec Baldwin y Kim Basinger en 'La huida'. Eran los años 90, Internet estaba en pañales y el cine se atrevía con escenas realistas de sexo.
Alec Baldwin y Kim Basinger en 'La huida'. Eran los años 90, Internet estaba en pañales y el cine se atrevía con escenas realistas de sexo.

El protagonista de la película Anomalisa, Gran Premio del Jurado en el último Festival de Venecia, disfruta de una escena de sexo realista y completa. Entra junto a su acompañante en una habitación, se desnudan, echan un polvo, se corren y él se enciende un cigarrillo. Este coito sólo existe porque los personajes son marionetas. Si fueran actores resultaría pornográfico.

En los años noventa no había ningún problema en detener la trama para deleitarnos con un polvo coreografiado, generalmente en tonos azules, del que todo el mundo hablaría durante las semanas siguientes en la oficina. Aquellos rumores de que Alec Baldwin y Kim Basinger llegaron a “hacerlo” (otra expresión de la época) durante el rodaje de La huida (1994) eran una herramienta promocional sobre la cual Sharon Stone se construyó una carrera entera.

Con la llegada de Internet y el libre acceso al porno, Hollywood dejó de introducir escenas de coito aleatorias. El público enseguida aprendió que el sexo y el cine ahora pertenecían a mundos separados

“El sexo vende” era una actitud comercial que intentaba disimular su machismo poniendo a la actriz a cabalgar encima del actor (en el 80% de los casos, Michael Douglas) para indicarnos que era una mujer segura de sí misma, y que hasta llevó a Disney a dibujar a Pocahontas (de 12 años) como un cruce entre Naomi Campbell y Jessica Rabbit, cuya entrepierna se podía ver si se paraba la imagen en el momento adecuado. Con la llegada de Internet y el libre acceso al porno, Hollywood dejó de introducir escenas de coito aleatorias. El público enseguida aprendió que el sexo y el cine ahora pertenecían a mundos separados, y cuando vimos Cincuenta sombras de Grey casi nos escandaliza la presencia de pechos, aunque las caricias con fusta hayan sustituido al metesaca de toda la vida.

Si Nomi Malone, la heroína de Showgirls, se topase con Christian Grey sería él quien acabase en el hospital. En un Hollywood en el que decir más de un "fuck" limita la entrada a menores de 16 años, los canales de televisión por cable se han erigido en adalides de la inmoralidad. El sexo ahora está en Girls, Sense8 y You’re the worst. Pero no es ardiente, sino torpe y vulnerable, con eyaculaciones precoces y posturas nada favorecedoras.

El objetivo de Anomalisa no es poner cachondo al espectador, sino crear un vínculo. Por eso la chica no se deja los tacones puestos. Para los decepcionados, seguro que Internet, que nunca permitirá que nadie se quede sin su ratito de depravación, ha creado un hentai de marionetas. El cine, mientras tanto, seguirá contando historias que hagan que los extraterrestres se pregunten cómo demonios nos reproducimos.

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